Cirugía arquitectónica en la Casa de Veedor de Cádiz

Los arquitectos gaditanos Ernesto Fernández–Pujol, Fabián Cruz, Luis Pizarro y Jesús Prieto han adaptado la histórica finca a los sistemas e instalaciones del siglo XXI y a su uso turístico

El dormitorio del apartamento deluxe creado en la torre mirador de la Casa Veedor. / Julio González

En el año 2007, el edificio dejó de ser una casa familiar en busca de un nuevo uso cuyo proyecto quedó en agua de borrajas. Y en 2021 ha reabierto, al fin, sus puertas para servir ahora de alojamiento para turistas. La Casa de Veedor ha sido objeto de una profunda remodelación que ha ido más allá de resanar suelos y paredes. Mucho más allá. El equipo de arquitectos gaditanos pxq (que conforman los arquitectos Ernesto Fernández-Pujol, Fabián Cruz, Luis Pizarro y Jesús Prieto) ha llevado a cabo una auténtica cirugía arquitectónica en el histórico edificio para adaptarlo al siglo XXI sin tocar ni modificar absolutamente nada, y para adaptarlo también al nuevo uso.

Esta nada fácil transformación de la finca se ha hecho además en dos años, que es un tiempo récord para elaborar el proyecto, licitar la obra y ejecutarla teniendo en cuenta el calado de la operación y comparándolo a otras actuaciones que se desarrollan en la ciudad (no digamos ya si al frente de las mismas hay una administración pública).

El proyecto de Veedor tiene varios elementos destacados. En primer lugar, el ingenio que han tenido que desplegar los arquitectos gaditanos para conseguir adaptar las estancias de la casa a los sistemas, instalaciones y comodidades propias del tiempo actual. Implantar aire acondicionado en una edificación del siglo XVII, introducir baños y cocinas en todos los salones, aplicar los recorridos necesarios para personas con movilidad reducida o convertir una torre mirador en un apartamento de tres plantas para dos personas son algunas de las pruebas que ha habido que superar en esta intervención. Todo ello teniendo en cuenta que la casa tiene el grado máximo de protección urbanística y arquitectónica por su alto valor, lo que ha impedido tocar techos y paredes (entre otras muchas limitaciones).

En segundo lugar, los propios arquitectos destacan que la actuación no se ha limitado a la Arquitectura en sí, sino que han tenido que añadir también interiorismo y la tematización del edificio, para lograr el armónico conjunto que ha abierto ya sus puertas.

La actuación ha sido de tal calado que ha incorporado junto a arquitectos, arquitéctos técnicos, albañiles, carpinteros y demás profesiones habituales en una obra de rehabilitación una cuadrilla de restauradores profesionales que se han encargado de recuperar y restaurar las destacadas pinturas de techos y paredes de las estancias principales del edificio. “Eso no es nada habitual, y aquí hemos contado durante un año con cuatro o cinco restauradores”, explica Ernesto Fernández-Pujol señalando uno de los trabajos realizados, en la bóveda de la escalera imperial de la casa.

Bóveda y paredes de la escalera principal de la Casa de Veedor, restaurado por profesionales. / Julio González

El resultado de esta intervención ha sido el de 16 apartamentos turísticos con distinta capacidad y de muy distintas condiciones y decoraciones que se reparten desde la planta baja hasta la torre mirador. De todos ellos destacan dos: el propio de la torre mirador, que ha necesitado de una “compleja operación de cirugía para habilitarlo como apartamento con todas las comodidades” y respetando, por ejemplo, la escalera de madera original que asciende por la torre; y el apartamento que ocupa el salón principal de la primera planta, con balcones a la calle Veedor. En este último, destaca la solución dada para introducir el baño y la cocina: un gran módulo envuelto en espejos que se levanta en medio del salón.

La cocina y el acceso al baño creados en un gran cajón cubierto de espejos en uno de los apartamentos deluxe de Veedor. / Julio González

Al lado de ese apartamento se ha respetado la espectacular habitación octogonal (que especulan los arquitectos que pudo tratarse en su origen de la capilla que se construyó el funcionario del reino que da nombre al edificio) en la que durmió el Duque de Wellington durante su estancia en Cádiz.

Estancia octogonal donde se alojó el Duque de Wellington. / Julio González

Es en torno a esta historia de la finca, a los residentes que ha alojado desde su construcción en 1647 y a su riqueza arquitectónica en lo que el equipo técnico gaditano ha basado la tematización de estos apartamentos turísticos: en la planta baja las habitaciones reciben el nombre de las familias que ha tenido la casa (como los Aramburu o los Delgado-Cigüela), la primera planta se reserva para los salones nobles, y la segunda planta toma nombres de elementos arquitectónicos. Todo lo cual se resume en el nuevo nombre que se ha dado al edificio, El Veedor de Galeras.

Salón de celebraciones con vistas a la terraza de Veedor. / Julio González

Un histórico edificio abierto a la ciudad

La casa de Veedor tiene demasiada historia entre sus paredes, demasiado recuerdo del Cádiz de otra época y un pequeño paraíso a modo de terraza que separa a las fincas colindantes que los arquitectos gaditanos han entendido que no podía perder la ciudad. Por eso, el proyecto de rehabilitación del edificio y su nuevo uso como apartamentos turísticos irá unido a la apertura de la finca a la ciudad, a su gente. Para ello se contempla la próxima apertura de una cafetería situada en la planta baja, con la espectacular terraza que han diseñado los arquitectos y que supone un oasis de silencio y tranquilidad en medio del bullicio de la calle.

Este espacio que estará abierto al público incluye, además, un salón en la primera planta, con espectaculares vistas a esa terraza, que podrá usarse para actos y celebraciones. “Es un espacio que nos daba pena usar como apartamento, teniendo tanta luz y tantas posibilidades para que pueda ser utilizado por la ciudad”, explica Ernesto Fernández-Pujol, que pone de relieve cómo el grupo Hotusa aceptó esta propuesta de dedicar la estancia a celebraciones y no a sumar un apartamento más. “No es fácil que una empresa que viene a hacer negocio con los apartamentos turísticos entienda esto, y Hotusa nos respetó la propuesta y lo ha entendido”, señala el arquitecto gaditano.

Lo cierto es que el equipo de arquitectura pxq ha conectado bien con Hotusa, firma para la que ya llevaron también a cabo la rehabilitación de la histórica finca de la calle Manuel Rancés que ya funciona también como apartamentos turísticos. “Una gran oportunidad” para estos arquitectos que sueñan ahora con hacerse cargo de la futura rehabilitación de la Casa del Almirante que también promueve Hotusa.

Lo cierto es que estos gaditanos atesoran ya una amplia experiencia en la rehabilitación de fincas históricas y en su adaptación a uso hotelero. De este estudio han salido, por ejemplo, los proyectos del hotel Dormos en el barrio de Santa María, de apartamentos turísticos en una de las fincas de las Cinco Torres (la Casa del Cónsul), en la calle Rosario, o el hotel Patagonia de la calle Cobos. Además de estos proyectos, pxq ha firmado la nueva terminal de cruceros, la ciudad deportiva del Cádiz, la rehabilitación de tres fincas contiguas en la Alameda, o diversos edificios de viviendas o unifamiliares, tanto en el casco histórico como en extramuros y en urbanizaciones de la provincia.

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