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Colas para bajar a la playa, el futuro ya está aquí

Coronavirus en Cádiz

Decenas de personas guardan turno para poder acceder a Santa María del Mar una vez que la pleamar reduce el aforo del arenal

La Policía Local destaca el buen comportamiento general de los ciudadanos

La cola vista desde la playa de Santa María del Mar.

Tanto hablar de la nueva normalidad y ya está aquí. De sopetón. Sin avisar y sin delicadeza. ¿Quieres bajar a la playa? Hala, pues a la cola. Como si fuera un sábado de Carnaval en el subterráneo de Canalejas pero en Santa María del Mar y cambiando los disfraces por sombrillas y sillas playeras. No obstante, lo más sorprendente no eran las colas. Qué va. Llamaba más la atención la normalidad y la comprensión de la ciudadanía. “La gente se está portando maravillosamente bien en líneas generales”, decía un agente de la Policía Local de Cádiz a este medio mientras que la espera para poder acceder al arenal podía rondar los 20 minutos.

Pasaban las cinco de la tarde cuando por la megafonía se empezó a alertar de que la playa había alcanzado el máximo aforo permitido. En ese momento se aconsejó que no bajaran más usuarios y la Policía Local comenzó a controlar los accesos. Hubo quien se dio la vuelta resignado, pero otros muchos, decenas de familias y grupos de jóvenes, prefirieron hacer cola. Es decir, entrar de lleno y por la puerta grande por ese agujero de gusano en que puede convertirse la nueva normalidad. Algo nuevo, desconocido, algo impensable hace unos meses, más propio de una distopía futurista que del mundo actual.

“Y todavía no han llegado los sevillanos”, decía con guasa un paisano mientras hacía cola sentado en el murete de la playa. Porque claro, estamos ante el primer domingo playero de verdad. El Ayuntamiento permitió el baño el pasado 29 de mayo, pero el Levante reparador se alió con el distanciamiento social y los arenales gaditanos quedaron reservados para los valientes. Hoy no. Este domingo fue un ensayo chiquitito de lo que puede ser el verano en Cádiz: colas para bajar en la playa, sombrillas sin respetar la distancia de seguridad y la Policía Local patrullando la arena para mantener esos seis metros de distancia con la orilla. Esta medida ya ha sido eliminada del BOE por el Gobierno pero el Ayuntamiento de Cádiz, de momento, ha decidido mantenerla. Un agente de la Policía Local nos lo explicaba. “Eso va a depender de cada Ayuntamiento. Es verdad que hay playas donde la marea no se mueve mucho y hay poca arena, pero aquí tenemos bastante. Lo estamos comentando con muchas personas, haciéndoles ver que tienen que colocarse más arriba y lo están entendiendo y asumiendo. La gente tiene que tener espacio para pasear”. Qué raro todo.

Mientras que los de la cola se lo tomaban con resignación los que estaban abajo apenas daban crédito a lo que veían. “Yo he quedado con mi hijo adolescente ahora. Nosotros hemos comido aquí pero él venía luego, o al menos eso quería, pero con este jaleo ya no sé si se tiene que esperar o como su familia está en la playa lo van a dejar entrar. Qué follón”, decía una madre de familia que empezaba a ponerse nerviosa ante la situación.

Hay que tener en cuenta que la pleamar deja poco espacio en Santa María del Mar, que junto a La Caleta va a ser la playa más afectada por las nuevas reglas del juego. En la Victoria no había problemas. Por la mañana las distancias se mantuvieron y con la pleamar se vivieron estrecheces pero sin llegar a tener que cerrar los accesos.

Eso sí, el próximo fin de semana, con los desplazamientos entre provincias ya permitidos y muchos andaluces de interior con el síndrome de abstinencia playero a punto de estallar, imágenes como la de este domingo se van a repetir semana tras semana. “Los de Cádiz vamos a tener que replantearnos bajar a la playa los domingos si esto se pone así. Hoy me ha cogido de nuevo, pero yo no me pego aquí media hora más. Eso seguro”, decía un veinteañero cada vez más cansado de la espera. “Estoy loco por meterme en el agua y más ganas me están entrando viendo que no me dejan”. El deseo de lo prohibido con el que no puede ni el coronavirus.

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