"Comparar este virus con la gripe ha sido un mensaje muy erróneo"

Laura Lechuga | Química y nanotecnóloga

El equipo de la investigadora gaditana, directora del Grupo de Biosensores y Aplicaciones Bioanalíticas del ICN2, trabaja en un sistema de detección rápida del coronavirus de Wuhan

La investigadora gaditana Laura Lechuga, en su laboratorio.
La investigadora gaditana Laura Lechuga, en su laboratorio. / ICN2

Cuando la investigadora Laura Lechuga empezó a saber de los primeros casos del nuevo tipo de coronavirus en China, lo primero que hizo fue contactar con Jordi Serra, del Departamento de Biología Evolutiva de la Universidad de Barcelona:“Serra ha estudiado los coronavirus en reservorios de murciélagos y roedores –explica–. Siempre me había comentado que a ver si desarrollábamos un test biosensor para recoger muestras de animales y demás porque un día, repetía, nos vamos a llevar un susto”.

Con ciudades cerradas en China y los casos rampantes en Italia, Lechuga llegó a los carnavales de Cádiz con complejo de Casandra: “Esto se va a poner fatal, quizá ni deberíamos estar aquí”. Laura Lechuga –profesora de Investigación del CSIC, directora del grupo de Biosensores y Aplicaciones Bionalíticas del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), Premio de la Real Sociedad Española de Física, 200 publicaciones, ocho patentes– está en Barcelona pero sigue manteniendo relación con Cádiz, donde viven sus hermanos, y con la universidad gaditana.

El grupo de investigación que lidera en el ICN2 recibió, de hecho, una de las convocatorias exprés desarrolladas desde la Comisión Europea para frenar el virus: el proyecto (que incluye también la colaboración del profesor Serra y la Universidad de Barcelona) reúne en total más de un millón de euros con el objetivo último de encontrar un método de detección del SARS-CoV-2 que sea rápido, efectivo y sencillo. Tienen un año para hacerlo. El equipo de quince personas a cargo de la científica trabaja con la mayor rapidez posible dado que, por ejemplo, hay que separar a los investigadores en distintos laboratorios. También están esperando la llegada de material biológico de Francia, que tardará meses:“Y, dado que lo que queremos es atrapar al virus completo, hay personal en casa trabajando en software, en diseño de ondas”, apunta.

El proyecto Convat (que cuenta además de franceses, con investigadores italianos) pretende desarrollar un dispositivo basado en nanotecnología biosensora, un sistema parecido al que se utiliza actualmente para los tests que miden la glucosa en sangre. En 30 minutos, sin necesidad de laboratorio clínico, podría detectarse si una persona es positiva o no. “El biosensor consiste en un pasaluz nanofotónico, un chip en el que la luz pasa por el interior, con receptores moleculares para la recepción del virus en su superficie –explica–. Cuando se pasa la muestra de un paciente, la luz que está circulando te dice si está afectado o no. Lo bueno que tiene este tipo de dispositivos es que es en tiempo real y te da la señal, no sólo de la presencia del virus, sino de su concentración”.

Todo ello, insiste, lleva su tiempo, sus tiempos; la urgencia es, en su opinión, lo que ha hecho que las pruebas llegadas de China hayan resultado fallidas, por ejemplo: “Los receptores biológicos son muy sofisticados y hay que adaptar las tecnologías a este nuevo virus”.

“Este tipo de tecnología –continúa– es fácilmente adaptable, además. Las podemos emplear para bacterias o para patologías de distintos tipos de cáncer. Siempre que tengamos un receptor muy selectivo. En el primer año de proyecto, el compromiso es que se quiere desarrollar en muestras humanas. Algo que sería casi como el PCR pero directo”.

"La OMS había advertido a las autoridades chinas de las posibilidades de una pandemia"

El segundo objetivo del Convat es la labor de vigilancia, ayudar a los “compañeros investigadores en los análisis de reservorios: hay como mil coronavirus diferentes , con el peligro de que salten a la cadena humana”.

Desde que todos somos epidemiólogos, una de las frases que más se escuchan es que el coronavirus de Wuhan es un virus muy “inteligente”: “Cada virus es diferente. Se dice que un virus es inteligente porque intenta aprovecharse del huésped de la mejor forma posible –comenta la profesora–. El ébola, por ejemplo, es muchísimo más mortífero: si miras en números absolutos, y teniendo en cuenta toda la gente infectada, el porcentaje de letalidad de este coronavirus es algo más alto que la gripe pero no tanto. El 80% de la gente ni se entera de que lo ha pasado. El problema, como sabemos, es el contagio a la gente que tenga el sistema inmune bajo o con patologías pulmonares”.

Una de las novedades más inusuales de este virus está en su “invisibilidad”: “Puedes ser foco de infección sin tener síntomas, por eso es tan importante la prevención.”

No está claro, tampoco, el tema de la sopa de murciélago: “Los coronavirus viven en animales, sobre todo, roedores y murciélagos. El único problema es que salten al humano, pero no saltan directamente, por decir, sino a través de otro animal –desarrolla–. Tanto el SARs como el MERs se pararon relativamente pronto. En el SARs, por ejemplo, parece que saltó de una civeta, que es considerada en China un manjar exquisito. En los restaurantes te las sacan vivas para que las escojas, como una langosta, y las matan allí mismo. Son animales que en general vienen de granjas sin ningún control sanitario... Aquí habrá pasado algo similar. Ahora, las autoridades chinas eran conscientes de que había un problema: desde la OMS se advertía de las condiciones posibles para una próxima pandemia”.

La especialista está convencida, sin embargo, que el coronavirus de Wuhan supondrá un punto de inflexión al respecto: “China tiene un población inmensa, con costumbres ancestrales, medicina alternativa... El tema de los animales exóticos ha estado siempre ahí, y siempre ha sido un peligro potencial. Pero después de esto, creo que la propia población se va a concienciar al respecto”.

Por nuestra parte, uno de los errores ha sido “compararlo con la gripe”: “Es mucho más infeccioso que la gripe, por ejemplo. Y no es cierto que de gripe muera más gente –puntualiza–. En números absolutos, el ratio de muertes con la gripe es mucho menor. Se dio un mensaje muy erróneo a la población”. Está en suspenso también, por ejemplo, la estacionalidad de este nuevo virus: “Presente en países donde hace un calor espantoso, como Corea y Singapur, ha saltado a Iberoamérica... Veremos, pero no tiene mucha pinta de que lo sea”.

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