Triunfadores con acento: el andaluz en el audiovisual
IX CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA
La actriz sevillana Aixa Villagrán, intérprete en series como ‘La chica de nieve’ y películas como ‘En los márgenes’, y el periodista gaditano José Yélamo, presentador de 'laSextaXplica’, responden a este cuestionario en un andaluz sin complejos
Las pronunciaciones que colorearon las pantallas
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Cádiz/-¿Ha conseguido salir por fin el habla andaluza del armario de la excepción audiovisual? ¿En qué lo percibe?
Aixa Villagrán (AV): Hemos avanzado mucho aunque aún falta. Se hace muchísimo audiovisual en Andalucía y eso implica que hablamos con nuestro acento. Pero cuando esa historia se desarrolla fuera, sí que todavía los actores se lo quitan para encarnar a ciertos personajes y no tendrían por qué hacerlo. Siempre hemos tenido complejo de que no se nos entiende y, además, se relaciona el acento andaluz con personajes de bajo nivel cultural. Pero es que también existe lo contrario en Andalucía y es necesario reflejar la realidad y que haya más inclusión.
José Yélamo (JY): Las cosas han cambiado para bien, de manera natural, en los últimos 20 años. Cuando era estudiante y veía la televisión aún se percibía cierto complejo con los acentos. A lo largo de mi carrera profesional, afortunadamente, no he encontrado nunca esa losa. Incluso en los últimos años se ha normalizado mucho más y es una ventaja para el profesional que, de manera desacomplejada, lo incluye como parte de su personalidad precisamente porque te da marca personal.
-¿Tiene sentido seguir defendiendo hoy en día una forma de hablar tan históricamente rica ante los demás?
AV: No juzgo a quien no habla con acento andaluz. Si el guion no lo exige, puedes hablar con tu acento sin tener que hacer de algo: el andaluz, el chino, la lesbiana... Que sea finalmente una de tus características, pero que no te defina.
JY: Hay que seguir reivindicando desde una posición alejada del victimismo. Debemos reivindicar nuestro acento y personalidad lingüística mirando cara a cara a cualquier otra identidad lingüística de este país. Quien siga mirando por encima del hombro a nuestro acento se define a sí mismo.
-¿Se sintió en algún momento el ‘malhablado’ en su profesión por cómo se expresa? ¿Cómo se combate esa afrenta?
AV: No he notado un juicio, es más algo que viene como de fábrica. Es cierto que cuando llegué a Madrid con 19 años lo primero que me dijeron en la escuela de interpretación es que me quitara el acento para acceder a los casting. Lo entiendo porque como actriz tengo que tener herramientas para no hacer siempre lo mismo y transmutar mi energía para ponerla a servicio del personaje. En las entrevistas sí que me quitaba el acento porque estaba en modo trabajo. Es la exposición de los actores, cuando te entrevistan es muy difícil ser tú misma.
JY: Es la propia naturalización de quien soy yo. Estoy en primera línea, en un programa de mucha difusión a nivel nacional y tengo el acento que tengo. No hay mejor prueba que mi trayectoria y éxito profesionales para demostrarle a alguien que quiera hacer chanza con mi acento que está equivocado.
-La superioridad comunicativa del castellano ‘estándar’ sobre el andaluz es transversal. No se libra nadie: desde políticos a cantantes o actores. ¿Qué aspecto de ella le molesta más?
AV: Me molesta que al final no deja de ser una irrealidad. Se tiende a generalizar y encasillar. Sí que he tenido situaciones en las que ha habido cachondeo con mi acento por ser la graciosita, aunque tampoco ha sido lo común. Hay que romper con los imaginarios, siguen aferrados al pasado.
JY: Quizá el clasismo. El acento andaluz, al igual que la personalidad, la identidad, se ha ligado durante muchos años al sirviente, al pobre, al de clase baja. Lo que me puede molestar es que alguien crea que su identidad lingüística es superior a la mía porque la mía es andaluza, o que tiene más peso o tradición cultural. Eso sí que pasa bastante. Hay que recordar a veces de dónde viene nuestra identidad lingüística y qué personajes de la historia y la cultura del mundo tenían una identidad lingüística andaluza.
-¿Por qué o por cuánto renunciaría a su habla andaluza?
AV: Por nada. En la película En los márgenes mi personaje es una trabajadora social y le pregunté a Juan Diego Botto si podía hablar con mi acento; me dijo que por supuestísimo. Ahora estoy haciendo un personaje que podría hablar con acento andaluz pero he decidido que no porque me ayuda a encarnarlo de una manera física. Me gusta que sea una elección mía. Con La chica de nieve (Netflix) he visto stories de gente diciendo: “la serie es muy buena pero es raro escuchar a Aixa con acento andaluz”. La cultura tiene también la responsabilidad de educar al público y que desaprendan malos hábitos. Tenemos un compromiso al lanzar mensajes. Cuando ves una serie que refleja tu realidad lo agradeces.
JY: Hablo en la tele como te estoy hablando a ti y por mi entorno no tengo un acento supercerrado. Tengo un acento andaluz limpio, se me entiende en todos lados pero es que yo hablo así. Siempre se me ha reconocido en todos los trabajos en los que he estado en Madrid como andaluz, se me nota que lo soy. No sé qué hubiera pasado si hubiera tenido un acento más cerrado, pero creo que me hubiera sucedido lo mismo.
-Pongámonos en el lugar del otro, ¿nos hace falta algo a los andaluces para hacernos entender mejor en ‘prime time’ o el problema es de los demás?
AV: Por supuesto que se nos entiende. Es una cuestión de educar el oído. El lenguaje es una herramienta de comunicación, con la que el que habla intenta expresarse para que el otro le entienda y en la que el otro debe tener el oído más abierto a un acento que pueda ser más cerrado.
JY: El que no nos entienda, el problema lo tiene él. Esto no es un ejercicio de superioridad, creo que no es tan complicado ni tiene ninguna ciencia. Tenemos una capacidad de expresarnos y una riqueza lingüística muy interesantes. A veces hay que hacer autocrítica: si no te entienden, exprésate mejor pero eso no ocurre porque seas andaluz.
-El sambenito del andaluz simpático por su hablar gracioso, ¿le persiguió alguna vez? ¿Ha condicionado lo que esperaban de usted?
AV: Me ha pasado más en la vida real. Por ejemplo, tengo familia gaditana pero soy de Sevilla y yo soy consciente de que los sevillanos caemos mal. Siempre se nos tacha de señoritos, clasistas, pero hay de todo. Existe mucho prejuicio.
JY: No me ha condicionado, pero en contextos no profesionales sí que me cansa que me pidan un chiste o me digan “qué arte tenéis, qué salero”. Yo soy de Cádiz y me considero representante de la manera de ser de Cádiz, pero no me pidas que te cuente un chiste porque no me sé ninguno (ríe). No me molesta porque no lo dicen con mala intención. A veces, incluso, lo hacen con admiración y cariño y hasta con envidia.
-¿Por qué palabra o expresión le identifican a usted como andaluz allende Despeñaperros?
AV: Yo hablo muchísimo andaluz todo el rato. La gente se sorprende por mi nombre, que es árabe, y mi apellido, que piensan que es catalán. Digo muchísimo illo, que en Cádiz es más quillo.
JY: Tendría que pensarlo... Siempre digo mucho aro quillo, me sale solo, en muchos contextos diferentes y en cualquier momento.
-¿Y cuál han adoptado como suya sus compañeros de profesión que no provienen de Andalucía?
AV: Tengo un amigo mexicano que me dice ¿qué pacha?, porque dice que tengo una ese un poco áspera. Pero lo hace con todo el amor.
JY: Hay mucha guasa conmigo porque digo siempre lo de cabesa, lo he pegado mucho. También picha, sobre todo en compañeros cámaras. La mayoría lo pronuncia regular. Lo que cuenta es la intención.
-Si tuviera que resumir la riqueza de las hablas andaluzas en una frase, ¿cuál sería?
AV: El folclore es el alma de las ciudades. Andalucía me transmite desde lo sensorial a algo profundo, a mi infancia.
JY: Tenemos la capacidad de la economía del lenguaje, con poco lo decimos todo y de manera precisa. Eso resume lo que tiene que ser cualquier lengua, una conjunción de herramientas para expresarse de la manera más concreta y precisa posible. El andaluz lo consigue.
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