Consagración de la Catedral de Cádiz
Historias de Cádiz
Ceremonias efectuadas los días 27, 28 y 29 de noviembre de 1838
Solemne procesión para el traslado de Su Divina Majestad desde la iglesia de la Santa Cruz a la nueva basílica
En noviembre de 1838 el obispo de la diócesis, Fray Domingo de Silos Moreno, procedió a la Consagración de la nueva Catedral de Cádiz, cuyas obras habían comenzado muchos años antes. Con tal motivo se difundió ampliamente en nuestra ciudad un curioso documento con las ceremonias religiosas que iban a llevarse a cabo y que llevaba el siguiente encabezamiento: “Relación de las ceremonias que han de verificarse el 27 y 28 del corriente, víspera y día de la Consagración de la Nueva Iglesia Catedral, con la traslación procesional de la Divina Eucaristía, fiesta de la dedicación y su octava, con los oradores que han de predicar en ella”.
Comienza dicho documento con las ceremonias comunes a toda consagración de una Catedral, como es, en primer lugar, el ayuno que han de observar el día anterior el obispo, el clero, las personas que han solicitado la consagración y el pueblo.
En segundo lugar, traslado solemne de las sagradas reliquias que han de depositarse en la Catedral. Dichas reliquias han de ser situadas delante del lugar donde quedarán depositadas definitivamente, para que el clero de la diócesis pueda velarlas durante toda la noche anterior a la consagración, rezando y cantando nocturnos y laudes matutinos en honor del santo a que corresponden esas reliquias.
Para la Consagración, el obispo, vestido de pontifical, bendice el agua para proceder a asperjar tres veces las paredes exteriores del templo, circundando para ello la Catedral las tres veces correspondientes, y siempre precedido de los correspondientes acólitos con los ciriales encendidos.
A continuación el obispo consagrante llama con el extremo de su báculo pastoral tres veces en la puerta principal de la Catedral, abriendo el diácono al escuchar la última de ellas. Una vez en el interior, el prelado escribe las letras del alfabeto latino y griego sobre unas cenizas esparcidas sobre el suelo del templo.
La siguiente ceremonia consiste en la consagración de los altares. Lo efectúa el obispo formando una cruz con el dedo pulgar de la mano derecha mojado en agua bendita sobre el centro de la mesa del altar correspondiente y en sus cuatro esquinas. Con un hisopo de hierbas asperja siete veces el altar.
Acto seguido se procede a la colocación de las santas reliquias bajo el altar, asegurando la piedra que las cubre. Sobre el altar, el obispo hace cinco cruces con granos de incienso, encendiéndolas y apagándolas seguidamente.
El siguiente rito es la aspersión de las paredes interiores de la Catedral con agua bendita mezclada con ceniza y vino. Primero al pie de la pared, luego a la altura de una persona normal y, por último, más alto. El obispo da a continuación tres vueltas por el interior del templo realizando esta bendición de las paredes.
Por último se procede a la unción con los santos óleos de doce cruces pintadas o labradas en las paredes de la Catedral.
Concluidas las ceremonias de Consagración, los Cabildos Catedral y Municipal proceden a reunirse en la Vieja Catedral para la ceremonia de traslación procesional de Su Divina Majestad al nuevo templo.
Abría la marcha de esta procesión un piquete de gastadores de uno de los Regimientos de la plaza con la banda de música.
El clero de toda la diócesis marchaba a continuación con las cruces parroquiales correspondientes y seguido del Cabildo Catedral con las siguientes reliquias: urna con el cuerpo de reliquias que tiene la Iglesia de Cádiz; imágenes de los Santos Patronos con sus respectivas reliquias; imagen de la Virgen; Sagrada Espina; Lignum Crucis.
S.D.M. portada bajo palio por el Obispo de la diócesis.
Detrás del prelado marchaba el Cabildo Municipal, la Diputación Provincial, corporaciones locales, autoridades militares, generales y oficialidad veterana e invitados.
Cierra el cortejo dos compañías de cada uno de los Regimientos de la plaza.
La procesión parte de Santa Cruz para llevar el siguiente recorrido: calle y Arco de la Rosa, plaza y calle de la Catedral, plazuela de las Tablas, calle de Cobos, Calle Sucia, calle Santo Cristo, plazuela y calle de Candelaria atravesando la de Bilbao, calle de Santiago, calle de la Compañía, plazuela de la Virreina, plazuela de las Tablas y entrada a la Nueva Catedral.
Finalizada la procesión y hecho el Divino Depósito, el Cabildo Catedral canta solemnes vísperas y maitines. Con ello terminaban las ceremonias de la consagración llevada a cabo el 28 de noviembre de 1838.
Para el día 29 fue organizada una misa solemne con asistencia del Ayuntamiento en pleno y de todos los que habían participado en la procesión del día anterior, predicando Fray Domingo de Silos Moreno, obispo de la diócesis de Cádiz.
A continuación comenzó la Octava predicando los días siguientes: el Magistral Antonio Romero; el cura de la parroquia del Sagrario asignado a la de San Lorenzo Francisco Gutiérrez de Salceda; el Penitenciario de la Catedral Francisco de Paula Sityar; el Presbítero José Díaz Jiménez; el vicario del convento de la Candelaria José María Lazo; y el Prebendado de la Catedral Gerónimo Marín.
El Cabildo Eclesiástico, con motivo de esta Consagración, repartió 300 hogazas de pan, en papeletas de media hogaza, mientras que el Cabildo Municipal efectuó la misma limosna.
Finalizados estos actos y solemnidades, el Cabildo Catedral celebró solemnes honras en sufragio de todos los bienhechores que hicieron posible la construcción de la Nueva Catedral de Cádiz.
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