La Constitución de 1812 se queda en los libros
Centro de Interpretación del Doce
La ciudad no ha sabido aprovechar el ser la cuna de una Carta Magna que marcó la historia de España y de muchos países
Ser sede del nacimiento de la primera Constitución liberal del país, de un texto utilizado también por otras naciones europeas y por las que se independizaron en América, sería aprovechado por cualquier ciudad hasta la extenuación. Allí donde se redacto, allí donde vivieron sus diputados, allí donde se imprimió por primera vez.
Nos contarían su contenido, cómo se elaboró, cómo era la ciudad en aquella época (y si estaba metida en mitad de una invasión extranjera, un punto más). Cómo se vivía, se vestía, se comía. Cómo era, encima, el comercio con las colonias.
Una legado de este calibre sería aprovechado con museos, centros de interpretación, rutas culturales, monumentos, eventos sociales y festivos.
Y aquí estamos con el Oratorio, sede de esa Constitución, en cuyo recorrido se ignora su papel en la Historia, con un Centro de Interpretación que apenas sobrevive y una celebración del aniversario del texto cada vez más descafeinada.
El Doce fue, ya se ha relatado muchas veces, una de esas oportunidades perdidas por la ciudad para aprovechar su papel relevante en la Historia de España para su enriquecimiento actual.
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