Contador a cero para la Regata: salvar a Cádiz de la catástrofe

Hace un año se anunció que Cádiz volvería a acoger este septiembre a los grandes veleros

Poco se ha avanzado en este tiempo por lo que ahora hay que correr

La Gran Regata se celebrará en 2023 y contará con Cádiz

El Carnaval estará presente en la Gran Regata de septiembre

La Colón 92 abrió las puertas de Cádiz a las grandes regatas.
La Colón 92 abrió las puertas de Cádiz a las grandes regatas. / D.C.

EN dos meses el muelle de Cádiz acogerá una nueva regata de grandes veleros. Desde la primera que se organizó, en 1992, la ciudad ha ido escalando posiciones dentro del selecto y reducido grupo de localidades costeras capaces de poner en marcha un evento de estas características.

Una vez que, hace más de un año, en mayo de 2022, se anunció el retorno de este evento marítimo, tras el tiempo de suspenso impuesto por la pandemia de coronavirus, todo hacía suponer que el Ayuntamiento, como anfitrión y principal organizador del mismo, iba a cumplir con su compromisos y tener todo preparado con suficiente antelación.

Se sabía, desde hace cuatro años, que en mayo se iban a celebrar elecciones municipales, y que la nueva Corporación, dejando a un lado su color político, tardaría unas semana en poner en activar la nueva administración.

Así, con el calendario en la mano, era responsabilidad del entonces gobierno, la coalición de izquierdas presidida por José María González, tener todo, absolutamente todo, preparado para que el nuevo equipo (que podía haber sido ellos) no tuviese que mover ni un papel y solo esperar a los barcos.

A decir del nuevo alcalde, Bruno García, nada de eso se ha cumplido. Su gobierno denunció este jueves la ausencia de una programación cerrada para la Regata (poco más de actuaciones carnavalescas) y, con ello, la ausencia de licitaciones para montar en los muelles de la ciudad todo un tinglado siempre complejo.

Ya sabemos, porque la ciudad lo ha sufrido en los últimos años, que el desmantelamiento ejecutado en 2015 de la estructura municipal con la llegada de José María González y los suyos, con una auténtica caza de brujas contra los principales funcionarios locales, provocó el descabezamiento del área de contratación y, a partir de ahí, su descontrol.

En este tiempo se han ido acumulando retrasos en infinidad de proyectos ante la falta de licitaciones (algo reconocido por miembros del anterior gobierno). Y eso es, según la denuncia de Bruno García, lo que ha pasado con la Gran Regata: ni un trámite administrativo ejecutado.

Atendiendo a esta denuncia, se produce un nuevo fallo de gestión del gobierno saliente, incapaz de adelantar proyectos anunciados con meses de antelación, que encima afecta al nuevo Ayuntamiento recién conformado.

Agota ya, especialmente en esta ciudad, tanto anuncio y tanto compromiso sin sustento alguno. Tanto compromiso, tanto golpe de pecho. Tanto apoyo de sus redes sociales para tapar una evidente inoperancia laboral, que en este y en otros casos ha afectado de lleno a los interese de la ciudad.

El grupo de Adelante se defiende de las acusaciones del alcalde afirmando que "había un equipo organizador conformado, muchas animaciones definidas y todo apunto. Siempre tuvimos los tiempos presentes y se llegaba sin problemas. Había dinero y lo que falta es la gestión del último mes. Si Bruno y su equipo se hubieran puesto a gestionarla desde que llegaron y no un mes después, irían bien de tiempo". Por lo que se ve, siguen sin enterarse de los tiempos que agotan los trámites y de una adjudicación.

Que el nuevo Ayuntamiento se haya encontrado con la preparación de la Gran Regata casi a cero, a dos meses de su celebración, debería de avergonzar a los antiguos responsables de esta ciudad y preocupar no solo a los nuevos rectores, sino a una ciudad necesitada de eventos para sostener su economía.

Lo cierto es que no debería de extrañarnos esta desidia y, sobre todo, esta necesidad de afrontar grandes proyectos a última hora y con menos medios de lo deseado.

Los problemas con la Colón 92

No hay que salirse del ámbito de estos eventos náuticos para constatar esta aseveración.

Ocurrió en 1992, cuando con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, Cádiz iba a ser muelle de llegada de los veleros participantes en la Colón 92.

La Diputación, entonces gobernada por el PSOE (como el Ayuntamiento, con Carlos Díaz; la Junta de Andalucía y el Gobierno central), tomó el mando y decidió que ellos iban a organizar el evento.

El tiempo fue pasando, la fecha para su celebración se acercaba, pero nada se sabía de los trabajos de la institución provincial. Hasta que un día, con total tranquilidad, anunció que se desentendían de la organización.

El Ayuntamiento de Carlos Díaz, a escasas semanas del evento y sin apenas recursos económicos, se puso al frente del proyecto. El edil Rafael Garófano se apoyó en un grupo de técnicos municipales (algunos de ellos, defenestrados con alevosía en 2015 por el primer gobierno de José María González) y puso en marcha todo el tinglado en tiempo y forma.

La Colón 92 fue un éxito de la ciudad, pero sobre todo lo fue de un Ayuntamiento frente al desprecio de las restantes administraciones. Solo logró el apoyo decidido del entonces Rey, Juan Carlos I, que vino a Cádiz para potenciar el evento.

El éxito del mismo se repitió en las posteriores ediciones. A su organización se fueron apuntando, celosas del éxito del 92, otras instituciones. Pero siempre de forma recatada, sin abrir mucho la cartera. Se logró una dinámica que permitió que en los años posteriores todo saliese bien, y cumpliendo plazos, incluyendo la última de 2016 ya con la coalición de izquierdas gobernando desde una año antes.

Esta ciudad ha soportado durante años la falta de atención de otras administraciones en sus grandes fastos (especialmente en el Doce). Si desde dentro no nos tomamos en serio, más difícil es que lo hagan más allá de Cortadura.

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