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De andar por casa

Tanto la arquitectura como los elementos decorativos del convento de monjas franciscanas del Rebaño de María son fruto del legado de la benefactora María Dolores Aguirre Larrahondo

En el patio, azulejos de cuerda seca de Triana junto a columnas de mármol pareadas y rejas y cancela en hierro con diseños de rombos. / Jesús Marín
Ignacio Casas De Ciria

20 de junio 2021 - 06:00

La maravillosa finca que hoy recorremos es una de las pocas casas de Cádiz del siglo XVIII que mantiene todos los elementos de construcción de la época junto a los elementos decorativos originales.

La casa es propiedad de las congregación de monjas franciscanas del Rebaño de María desde 1879, que la heredaron de la benefactora María Dolores Aguirre Larrahondo. Antiguamente había servido de Hospital de Sangre en la Guerra de la Independencia.

Como suele ser habitual en la arquitectura de esa época, la casa estaba compuesta por planta baja y tres alturas. En la planta baja se ubicaban salones de recibo y las cocheras; la primera, el escritorio y oficinas; la segunda, la residencia de la familia y la tercera, para el servicio. Tras pasar a manos de sus actuales propietarias, la adaptaron a sus necesidades sin perder el encanto y la pureza de su origen.

En la planta baja se encuentra un patio de damero de mármol de Carrara que está presidido por una gran escultura de la fundadora de la Orden, la madre Encarnación Carrasco Tenorio, realizada por el escultor Rafael Parodi. En las antiguas cocheras de la casa, a principio del siglo pasado, se construyó la capilla, con arcos y columnas, sin perder la esencia de la casa. Entre los elementos ornamentales del patio se cuentan con diversas columnas pareadas de mármol con las paredes revestidas por un zócalo de azulejos a cuerda seca de Triana y unas relevantes rejas y cancela de hierro diseñadas en rombos. En esta zona cuelga de sus paredes una colección de cuadros de escenas religiosas, perteneciente a la escuela sevillana de principios del siglo XIX.

Los elementos decorativos del recibidor crean una atmósfera decimonónica. / Jesús Marín

La escalera que conduce a las plantas superiores está cubierta en sus diferentes alturas por azulejos de la época de Carlos III, de temática oriental.

En las distintas dependencias de la primera planta se encuentra un salón de recibo con un mobiliario de estilo fernandino e isabelino de caoba. En una de sus vitrinas se deposita un importante nacimiento de gran tamaño guatemalteco, también un niño Jesús dormido y un pastorcito de la misma escuela, junto a una pareja de tallas policromadas de alabastro. El suelo de esta estancia es hidráulico a diferencia de otras estancias que lo tiene de Carrara. En la galería de la primera planta se puede apreciar una bonita hornacina con sus puertas de madera calada a modo de celosía. El interior de la hornacina se encuentra revestida con azulejos de la época de Carlos III. Se puede contemplar en su interior diferentes objetos de porcelanas y de orfebrería procedente de la colección de la benefactora María Dolores Aguirre Larrahondo.

En la segunda planta se encuentra el salón principal de la casa. Sus paredes están empapelas con un papel del siglo XIX, siendo la única casa que se conserva en Cádiz con este tipo de elemento decorativo. Le acompaña numerosos muebles de estilo isabelino de caoba. En sus paredes se pueden contemplar numerosos cuadros de temáticas religiosa del siglo XIX, algunos del pintor sevillano José María Romero. En una de sus vitrinas recogen recuerdos de la vida de la fundadora como fotos, misales, rosarios, reliquias y medallas, entre otros. Entre sus tallas en este espacio, destaca una imagen de la Divina Pastora articulada.

Hornacina con puertas de madera caladas a modo de celosías. / Jesús Marín

En la segunda planta también se encuentra el antiguo comedor, que conserva un mueble que ejercía de torno con un pasa plato que comunicaba con la cocina. Este mueble conserva la vajilla de la benefactora con sus iniciales. También en la galería de dicha planta se encuentra otra hornacina revestida con azulejos Carlos III, con porcelanas en su mayoría inglesa y china.

Actualmente la casa se conserva impoluta gracias al trabajo y tesón de las monjas del Rebaño de María que ejercen la obra de su fundadora Madre Encarnación. Entre sus obras se encuentra la atención y educación integral de las niñas, un proyecto destinado a niñas emancipadas de la comunidad autónoma de Melilla y también a comedor social.

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