Coronavirus en Cádiz: Cáritas ya atiende a un 20% más de familias por la crisis

La cifra en la capital se acerca al millar desde que comenzó la epidemia

La institución ya ha invertido 100.000 euros en la diócesis para atender necesidades primarias gracias a las campañas

Logotipo de Cáritas realizado con velas, en una acción realizada por la entidad religiosa
Logotipo de Cáritas realizado con velas, en una acción realizada por la entidad religiosa

Las previsiones e informes de Cáritas no fallaban: las personas con mayor vulnerabilidad eran las últimas que estaban consiguiendo salir de la situación de exclusión o de riesgo, y serían las primeras en volver a caer en cuanto llegaran vacas flacas. Y el escenario en la puerta de las cáritas parroquiales, por desgracia, ha sido casi tan súbito como el impacto de la epidemia del coronavirus. De aquellos primeros brotes verdes de hace dos años a verse de nuevo desbordados. En los tres meses que han transcurrido desde que se detectó la pandemia, en Cáritas Cádiz ha aumentado un 20% el número de familias que han necesitado de ayuda. La cifra se acerca ya al millar de familias en la ciudad, cuando en el mes de febrero se estarían atendiendo a unas 800.

“Estas cifras van a bailar, porque en la medida que se han pagado los ERTES o se han incorporado la gente a los puestos de trabajo en la desescalada, es posible que las necesidades disminuyan; pero también es probable que crezcan en los próximos meses”, trasladan desde Cáritas Diocesana.

El perfil de estos alrededor de 200 nuevos usuarios que ha generado la crisis del coronavirus es gente que se ha quedado sin recursos por los ERTES aplicados en sus empresas, o gente que tenía contratos de pocas horas y la prestación no les llega. O todo ese colectivo que trabajaba con mayores, o en limpieza de pisos turísticos u otros sectores que se han visto más afectados con el confinamiento y esta crisis. Sin olvidar, claro está, la economía sumergida, “que también se ha visto gravemente dañada con el confinamiento”, como trasladan desde Cáritas.

La labor de esta institución religiosa no se circunscribe a la capital gaditana, sino que abarca a toda la diócesis, donde el aumento de familias que demandan ayuda con el coronavirus se contabiliza ya en más de 2.500 nuevas familias atendidas en estos meses.

Para hacer frente a este aluvión de demandas de ayuda, Cáritas ha jugado en este caso con un factor a su favor: la previsión. Desde el primer instante en que se decretó la pandemia, la entidad lanzó la voz de alarma de las consecuencias sociales y económicas que traería consigo el coronavirus; y puso en marcha una fuerte campaña por varias vías para recaudar un fondo con el que hacer frente al nuevo e imprevisto escenario. Eso ha permitido ya destinar más de 100.000 euros en la diócesis, que aseguran la atención a las familias durante los próximos tres meses. Y por ello, la institución traslada su agradecimiento “a todos los que han participado en este proceso”, destacando que la mayor parte de las donaciones provienen de particulares y entidades privadas. “Se trata de un esfuerzo grande de la ciudadanía, que ante situaciones complicadas siempre se vuelca”, trasladan.

No obstante, avisan desde Cáritas: “las necesidades superan esa cantidad”. “La necesidad va a seguir existiendo, porque esta situación generada en marzo, abril y mayo se va a extender entendemos que como mínimo a todo el año 2020”, explican. Y por ello, Cáritas mantiene abiertas las diferentes líneas de ayuda (la cuenta ES98 21034000673300000639, o bien a través de migranodearena.org en el reto Cáritas ayuda a familias víctimas del COVID-19, a través de la web www.caritas.es/cadiz y el teléfono 956 212 080).

De esos 100.000 euros, en torno al 20% han ido a parar directamente a la capital. “El reparto se ha hecho en base al número de familias que cada parroquia ha estado atendiendo y en base a los recursos que cada parroquia ha tenido”, explican. Para hacer los cálculos, ha habido que comunicarse con cada parroquia para conocer el escenario en que se movía cada una, “con la intención de que el reparto fuera lo más equitativo posible”. Y así se ha determinado que Cádiz capital reciba en el conjunto de las cáritas parroquiales alrededor de 19.000 euros, “teniendo en cuenta que en otras zonas de la diócesis hay parroquias con situación más complicada que en Cádiz y también que en otros sitios no hay un tejido asociativo de la fuerza de los que tiene Cádiz capital”.

Toda esta atención sobrevenida por la epidemia del coronavirus, y centrada sobre todo en las necesidades básicas de la gente, ha marcado el grueso de la labor de Cáritas en la diócesis. Pero la entidad no ha descuidado el resto de programas y de la labor que realiza, reorganizando su funcionamiento para adaptarlo al confinamiento y reforzando o modificando aquello que necesitaba más demanda o que perdía usuarios. “No ha habido ningún área de atención de Cáritas que se haya quedado sin actividad. Ya sea presencial, de forma telemática”, aclaran. Por algo el lema utilizado durante estos meses ha sido ‘La caridad no cierra’.

La necesidad de una ayuda efectiva y de dignificar a quien la recibe

Básicamente hay dos formas de hacer llegar ayuda a entidades como Cáritas: o en especie, o económica. Y desde la institución diocesana recomiendan la segunda como “más efectiva”, aunque también señalan que en caso de optar por donaciones en especie “es muy importante preguntar antes qué se necesita” si de verdad se pretende que la colaboración sea lo más efectiva posible.

La elección de la ayuda en metálico como más efectiva que la de alimentos u otros productos la explica Antonio Jiménez muy gráficamente: “Podemos entregarle alimentos a una familia, pero si le han cortado la luz no puede cocinar”. Lo que este trabajador de Cáritas quiere trasladar es que con la donación en metálico “podemos cubrir una atención más global a la familia que se ayuda”.

Y además, desde Cáritas se insiste en su lucha por la “dignificación de la ayuda”, que es también muy importante. Que la familia pueda ir a la tienda a por alimentos y pueda elegir qué comer, y no recibir una bolsa que obliga a comer lo que el donante quiere.

“Las entidades que ayudamos tenemos mucha responsabilidad en eso, para ser discretos y confidenciales con la ayuda”, explican. Algo muy distinto a las imágenes que se han visto estos días en la ciudad y que ciertamente llaman la atención en el siglo XXI.

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