Coronavirus en Cádiz: Manos a la obra
Crónica del día
La construcción retoma su actividad en la capital gaditana con la vuelta al tajo en diversas obras
El reparto de mascarillas se realiza con cuentagotas por la falta de usuarios en los autobuses
El regreso de gente al trabajo no trae consigo más gente ni movimiento en las calles
En la plaza de San Antonio hay dos albañiles sentados en un banco tomando su bocata mañanero. Cada uno está en una esquina guardando la distancia. Era una escena habitual pero en el último mes ha brillado por su ausencia. Este lunes han vuelto al tajo y como ellos otros muchos empleados que no pueden realizar teletrabajo.
En la calle Manuel Rancés, 18 se está haciendo una importante obra de rehabilitación en una antigua casa palacio para convertirla en un edificio con apartamentos turísticos. Hay ajetreo de obreros en el interior, más de una decena, todos ellos con mascarillas. Uno de los albañiles se encuentra consultando el móvil fuera de la obra en un momento de descanso mientras que otro asoma por la puerta con su mascarilla y bromea con los derechos de imagen que va a recibir por salir en el Diario. Por la calle Antonio López pasa una hormigonera que denota que hoy es un día distinto. Se ha levantado la mano para algunas actividades de las consideradas no esenciales, aunque las calles siguen casi desiertas.
En Veedor sí que hay jaleo del bueno, Dos camiones, uno de ellos una hormigonera, ocupan la calle esquina con Vea Murguía. La rehabilitación de la casa palacio de Veedor ha vuelto a la actividad y hay un ruido ensordecedor por la maquinaria. Entre tanto silencio ambiental, el sonido de la obra se amplifica. En la plaza de Las Tres Carabelas se está realizando una bajada de fachada y tres albañiles se encuentran sobre los andamios repartidos a varias alturas y con metros de separación entre ellos.
Era el día de la vuelta a la actividad al ralentí, con precauciones y poquito a poco. En la parada de autobuses de la plaza de España, el principal punto de salida de los autobuses urbanos, está la Policía Local, Protección Civil y varios voluntarios repartiendo las mascarillas para los usuarios del transporte público. Entre los que se encuentra entregando este material está el concejal del equipo de Gobierno, Paco Cano.
Estas mascarillas las ha entregado el Gobierno central y a la provincia de Cádiz Gobierno centralle han correspondido 276.000, de las que 44.000 se quedan en la capital. Desde las siete de la mañana se encuentran haciendo este reparto de unas mascarillas de las del tipo quirófano. Pero si van a ese ritmo da la impresión de que se van a tardar mucho en repartir. No es por falta de voluntad, que la hay y mucha, sino porque hay muy pocos usuarios que estén haciendo uso del transporte público urbano y más ahora que se está haciendo la recomendación por parte del Gobierno de que se realicen los desplazamientos en coche privado, moto, bici o, incluso, andando. En una ciudad como Cádiz donde las distancias se abarcan sin problemas, el uso del mismo puede quedar para cuando no quede más remedio.
No obstante, desde Protección Civil se quería también ir pasando con un vehículo por distintas paradas y repartirlas a los usuarios que estuvieran esperando. Siempre se ha dicho que la gente muere por algo gratis en Cádiz pero en este caso la responsabilidad y el miedo es muy superior a cualquier otra cuestión. Una de las voluntarias asegura que casi todo el mundo a la que se le ha ofrecido la mascarilla, la ha cogido, "salvo dos o tres". En Cádiz no era el único punto en el que se ha llevado a cabo este reparto sino que también se ha hecho en la estación de trenes y en la de autobuses interurbanos para aquellos que salían o llegaban de la capital gaditana.
Por cierto, la mayor parte de los receptores de mascarillas ya llevaban puesta una. Es raro encontrar a gente sin esta protección por la calle.
Un hombre que pasa por allí se queja. "Esto es un lavado de imagen, es querer quedar bien con nosotros". Considera que el Gobierno está dando "palos de ciego" mientras que otro que espera allí el autobús le comenta que mejor recibir esto que nada. El debate no se acaba.
En la otra punta de Cádiz, en el recinto fiscal de la Zona Franca nada hacía presagiar que fuera un día distinto del que hemos tenido en las últimas semanas. Dos empresas auxiliares de aeronáutica han vuelto al tajo, IntecAir y Aerointer, que tenían las puertas abiertas de sus respectivas naves. En la primera se han hecho tres turnos de trabajo para mantener las distancias de seguridad y además entre unos y otros se procede a una limpieza a fondo para evitar los contagios. En el mismo recinto fiscal, un operario anda por la parte superior de unos depósitos de combustible que se encuentran en el recinto, más cerca de la zona donde se ubica la central eléctrica y Harinera Vilafranquina.
La pregunta del millón. ¿Tenían ganas de volver? En algunos casos se produce un encogimiento de hombros. Están preocupados por el riesgo que pueden correr pero también porque deben muchos días a las empresa que creen que va a ser imposible ponerse al día. Otros sí querían volver al tajo antes de que pudieran sufrir algún recorte en sus empleos. En cualquier caso, lo que quieren es tener las medidas de seguridad y protección adecuadas y no en todo los casos se produce.
En el recinto fiscal la flota de las motos de alquiler Muving está repartida por distintos puntos de la Zona Franca. Paradas y esperando que el decreto de alarma se acabe y creciéndoles los hierbajos y jaramagos a su alrededor. En la Zona Franca hay tranquilidad absoluta y, salvo estas dos aeronáuticas y algún ejemplo más, las empresas que estaban abiertas ya lo estaban la semana pasada, e igual para las que se encuentran cerradas.
En el polígono exterior el panorama tampoco ha cambiado. Los concesionarios de coches se encuentran todos cerrados al público, aunque la baraja del taller de la Renault-Dacia se encontraba medio abierta. La Policía Local, mientras tanto, no baja la guardia. Sigue haciendo sus controles a la entrada de la ciudad y una patrulla también daba vueltas por el polígono exterior para controlar que nadie estuviera abierto sin tener que estarlo.
Pese a que se pudiera temer que es una relajación en el confinamiento, el ambiente en la ciudad no ha cambiado. Las colas en las farmacias y en los establecimientos de alimentación es lo único que humaniza el paisaje. Ahora se ha unido la construcción. Manos a la obra.
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