“El 70% o 80% de los bares y restaurantes de la provincia de Cádiz están abocados a cerrar”
Coronavirus | Cádiz
El economista y asesor de empresas Nicolás Lucero alerta de una situación dramática, sobre todo a partir de abril, cuando tengan que empezar a pagar el capital de los ICO
La hostelería gaditana embarranca dentro de la tormenta perfecta del Covid-19
Cádiz/Toque de queda, restricciones de aforo y horarias, limitaciones en el servicio a domicilio, tensión en la exigencia del cumplimiento de las medidas preventivas, cierres perimetrales; las calles casi vacías; los alquileres, que no bajan, salvo admirables excepciones; facturas y más facturas, impagos, deudas que crecen como una bola de nieve; embargos implacables. Pero sobre todo miedo, mucho miedo, a que siga creciendo la cifra de contagios y víctimas y a entrar en el ranking de los municipios con toda la actividad no esencial parada. Miedo entre los empresarios, incapaces de ver la luz al final del túnel, y miedo entre los trabajadores, a punto ya de ponerse una tercera mascarilla, por no terminar llevando la ruina a casa, ya sea en forma de positivo o de despido.
Después del confinamiento la hostelería le puso proa al tremendo temporal en el que se adentraba, invirtiendo, formándose e implementando medidas preventivas. Pero el temporal se ha convertido ya en una tormenta perfecta dentro de la que ha embarrancado el sector y en la que, desgraciadamente, van a naufragar muchos negocios. La mayoría resisten y resistirán todo lo que puedan. Otros ya no aguantan más.
“La situación es dramática. Entre el 70% y 80% de los negocios de hostelería de la provincia se van a ver abocados a cerrar”, vaticina Nicolás Lucero, asesor de unas cuarenta empresas en la provincia de Cádiz, entre ellas, una decena con alrededor de medio centenar de empleados cada una. A estas alturas, ya no hablamos de causas, de diagnósticos ni de remedios, sino de fórmulas para afrontar de la mejor manera posible lo inevitable y de estar en situación de volver a empezar en algún momento.
“Lo que siempre les aconsejo y les pido a los empresarios es que sea una salida ordenada. La ley concursal prevé, tanto para las sociedades como para las personas físicas, unos procedimientos. Porque en muchas ocasiones se da lo que yo llamo una espantada: cierran la baraja y ya está. Y cuando quieren volver a trabajar se encuentran que tienen embargos por todos lados”, advierte.
"La situación es dramática. El cierre de las empresas debe hacerse de manera ordenada, conforme a la ley concursal”
Nicolás Lucero
Economista y asesor de empresas de hostelería
“Ahora mismo hay instrumentos como el mecanismo de la segunda oportunidad para las personas físicas, o el concurso de acreedores para las sociedades limitadas. A través del Registro Mercantil o de la Cámara de Comercio se solicitan unos mediadores concursales. El mecanismo de la segunda oportunidad consiste en llegar a un pacto con los acreedores para no tener que cerrar. Se trata de alcanzar un acuerdo extrajudicial de pagos. Es decir, si ustedes me permiten una quita del 50% y que yo se lo pague en tres o cuatro años, no cierro, y doy más garantía de poder pagar. No es una fórmula muy en uso, pero hay que recurrir a ella. Porque los empresarios nos podemos caer, pero tenemos que levantarnos. El funcionario sabe que va continuar siempre en su puesto, pero el que tiene toda la carne en el asador de una actividad económica, puede tenerlo muy difícil a la hora de recuperarla. Y para eso hace falta tener toda la documentación al día, todos los impuestos presentados y todos los papeles necesarios”, subraya el economista.
"Y las personas jurídicas, que se planteen preconcursos o, llegado el caso, concursos de acreedores”, recomienda Lucero. “A esto están obligadas aquellas empresas que caigan en situaciones de insolvencia, bien cierta o inminente. Acudir al Juzgado de lo Mercantil es abrir una puerta a una solución de futuro porque cabe la posibilidad de que el juez dictamine que el concurso no sea culposo. Es decir, que el empresario, aun teniendo buena fe, ha llegado a esa situación. Porque muchos de los pequeños y medianos empresarios van a ir a la ruina, no por mala fe ni porque hayan obrado mal, sino por causas mayores. Y qué causa mayor que una pandemia como esta...”
"Para el empresario esta pandemia es un problema de salud y económico y no sabe cuál le va a matar antes”
Nicolás Lucero
Economista y asesor de empreas de hostelería
“Para el funcionario, esta pandemia es un problema de salud, pero no económico. Pero el empresario tiene un problema de salud y otro económico y no sabe cuál lo va a matar antes”, sentencia Lucero, que a la vez que asesor fue hostelero y directivo de Horeca, además de hijo de hostelero. “Insisto en hacer una llamada a los empresarios en general, y a los de hostelería, en particular, a que hagan una salida ordenada. No pueden ustedes dar un portazo e irse. Utilicen los mecanismos que la legislación concursal les permite”.
Pero el problema no acaba, en el mejor de los casos, con el perdón judicial de las deudas contraídas del hotelero. “Esto plantea un segundo problema, y es que los proveedores se van al carajo. Se genera un efecto dominó. Detrás de bares y restaurantes, caen también carniceros, pescaderos, distribuidores... Llega un momento en que es un sálvese quien pueda... Si todos saliesen de manera ordenada, cabe la posibilidad de que algunos en verano puedan reiniciar su actividad. Pero si no, me temo que no podrán hacerlo”, opina Lucero.
En este contexto, las empresas medianas, con más personal y, por lo tanto con más obligaciones y gastos, están sufriendo con más fuerza esta crisis las más pequeñas, las familiares, asegura el economista. “La microempresa echa la baraja y el empresario puede sobrevivir comiendo mortadela los próximos cuatro meses. A las empresas con más de 50 trabajadores, incluso los ertes no les benefician tanto como a las pequeñas. En esta segunda fase creo que tienen entre cinco o diez puntos de la Seguridad Social que no les bonifican, por el hecho de ser grandes”.
¿Y las escasísimas ayudas? ¿Han servido para algo? “Los créditos ICO se han dado de una manera muy laxa, sin pedir muchas garantías”, explica Lucero, sin detenerse en las paupérrimas ayudas al alquiler. “Han tenido una carencia que termina ahora en abril. Hasta entonces sólo se están pagando intereses. Cuando llegue abril y haya que empezar a devolver el capital, más de uno se va a ver en los bloques del Campo del Sur. Yo espero y confío en que el Gobierno amplíe la carencia de las devoluciones de principal de los ICO. Y creo que lo va a hacer, sostenido por la Unión Europea. Quien haya pedido 100.000 euros, a lo mejor está pagando solo 100 al mes de interés, pero a partir de abril van a ser 3.000 o 4.000 todos los meses, a cuatro años vista... Me consta que en los bancos están ya preocupadísimos y andan preguntando que harán los clientes en abril, si van a pedir una carencia. El banco no cuenta que el Estado vaya a asumir nada. La carencia la darán en forma de novación del préstamo y a los empresarios les costará 3.500 euros, por ejemplo. La gente los pedirá y como mucho estará un año más sin pagar...”
“Esta es la tremenda situación que nos ha tocado vivir”, concluye Lucero. “Nuestros abuelos vivieron una guerra civil, nuestros padres, una posguerra y nosotros, esta pandemia extraordinaria, sin parangón, frente a la que no hay recetas. Estamos aprendiendo de lo que nos equivocamos... Dicen que los buenos economistas son los que mejor predicen el pasado... Ahora, viendo lo que está sucediendo, el uno de diciembre yo habría dicho: señores, aquí no hay fiesta. A las seis todo el mundo a su casa y a ver Los Morancos por la noche hasta el 30 de enero... Nos hubiesen matado, pero no estaríamos como estamos...”.
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