Visto y Oído
Broncano
El buque-escuela retorna tras su XCIII Crucero de Instrucción
“Rinde viaje sin novedad nuestro buque-escuela, el más antiguo de los que navegan, en el que se aprende a convivir en la mar”. Con estas palabras iniciaba el periodista Emilio López su crónica sobre la bienvenida de Cádiz al Elcano. Eran realmente palabras del entonces almirante de la Flota, Santiago Bolíbar dirigidas a la tripulación del Juan Sebastián de Elcano a su llegada a Cádiz en julio de 2012 después del que fue LXXXIII Crucero de Instrucción.
Esta vez no pudo estar Emilio en la recepción pero lo que no faltó fue el buen tiempo, los besos al aire, las pancartas de bienvenida y los achuchones y abrazos que, por un día, y sin que sirva de precedente, no pudieron contenerse a pesar de las medidas que impone el covid.
Fue este virus el verdadero protagonista de este XCIII Crucero de Instrucción que este domingo se ponía fin en el puerto de Cádiz. Ha sido un crucero que se ha caracterizado por haberse desarrollado durante una pandemia mundial, lo que ha obligado a la dotación a mantenerse recluida en espacios confinados y reservados exclusivos durante todo el viaje, incluidas las escalas en puerto. Estas circunstancias, aparte de haber aportado un excepcional valor añadido a esta circunnavegación de la Tierra, ofrecen una muestra del extraordinario ejemplo de profesionalidad, superación y espíritu de sacrificio de la dotación de este buque-escuela que este domingo retornaba a su Cádiz con un pasajero excepcional aunque no nuevo en la cubierta del Elcano: el rey Felipe VI.
Fue este sábado por la tarde cuando el Elcano quedaban fondeado en aguas de la Bahía. Ahora tocaba prepararlo todo para la recepción del Rey y, como no podía ser de otra manera, preparar el buque, con un limpiado a fondo, el entubado de las velas, así como a toda la dotación para el regreso a Cádiz que les ha permitido pisar de nuevo firma después de permanecer diez meses sin poder bajar del buque.
Se convirtió en un barco burbuja y recibieron la primera dosis de la vacuna contra el covid el pasado 30 de mayo en la ciudad de Souda, al noroeste de la isla griega de Creta. Así que la segunda dosis de la vacuna que recibirán en algo más de una semana podrán recibirla cada miembro de la tripulación del Elcano en su propia casa, ya que hasta septiembre no tendrán que retornar a sus correspondientes destinos.
La palabra “héroes” fue, tal vez, la más repetida tanto por el público asistente como por las autoridades presentes en el puerto de Cádiz. No les hacen falta medallas ni títulos ni certificados. Todos ellos, tanto los 62 guardiamarinas como los 197 hombres y mujeres que han compuesto su tripulación vuelven a sus casas con los buenos y malos sabores que dejan en el paladar el que ha podido ser el viaje más difícil de este buque-escuela en su larga trayectoria.
Pero este domingo el sol lucía con más intensidad. Buena parte de la ciudad dejó un poco la playa de lado para acercase al puerto para darle la bienvenida a su buque más querido. Sólo mil personas, cuatro familiares por tripulante, pudieron acceder a las instalaciones portuarias para vivir en primera línea el amarre del Elcano así como el resto de simbolismos que le dieron un singular color y sonido a este domingo que quedará para todos en el recuerdo.
Fuera del Muelle fue inevitable una gran concentración de público procedente de distintos puntos de la provincia y, sobre todo, del resto de Andalucía, que entre pancartas, sombreros, abanicos y gorras para evadir al Lorenzo, aguantaron también como héroes las dos horas que duró la bienvenida al Elcano.
En esta ocasión, el Elcano entró en Cádiz con el Rey como pasajero de excepción. Fue la tarde de este sábado cuando accedió al buque hasta donde llegó a bordo de la fragata Victoria y donde pasó la noche “como uno más de la tripulación”. Así lo contaba Rebeca Correa, capitán habilitada, que destacaba que su majestad “creo que ha llegado a cruzar palabra con todos los miembros de la dotación”.
La presencia del Rey le dio un grado más de elegancia a un acto ya, de por sí cargado de emotividad. El Elcano se encontró en el puerto de Cádiz con el buque anfibio Galicia, que quiso dedicarle una bienvenida muy especial entre vítores dedicados tanto a España como al Rey.
El buque fue recibido bajo los sones de la banda del Tercio Sur de Infantería de Marina, que se encargó de interpretar el himno de España que tuvo que batirse en duelo con las más de 20 salvas que salieron tanto de babor como de estribor minutos antes de que accedieran a bordo algunas autoridades militares para mantener una pequeña reunión tanto con el Rey como el resto de autoridades de la Armada.
Minutos después, Felipe VI descendía por la escala del Juan Sebastián Elcano entre vítores y aplausos del numeroso público asistente y entre decenas de gritos de viva España y viva el Rey, que no dudó en acercase a las vallas de seguridad para saludar personalmente y dar las gracias a los familiares de la dotación del Elcano por haber prestado a esta heroica causa a sus hombres y mujeres de sus casas, que marcharon ese 24 de agosto desde La Carraca, casi a escondidas, por culpa del covid y que este domingo retornaban y podían abrazar a sus familiares y amigos convertidos en auténticos héroes que pasarán a la historia tanto de la Armada como del buque escuela.
El Elcano puso el domingo rumbo al arsenal de La Carraca, en San Fernando, donde tiene su base.
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