Encarnación Álvarez Ruiz: 35 años siendo la farmacéutica de Puntales en Cádiz

Entró a formar parte de la Junta de Gobierno del COF en 1997 donde ha llegado a ostentar el cargo de vicepresidenta

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Encarnación Álvarez, a la derecha, junto a su hija Marta, en la farmacia que regentan en el barrio de Puntales..
Encarnación Álvarez, a la derecha, junto a su hija Marta, en la farmacia que regentan en el barrio de Puntales.. / Julio González

A sus 71 años no ha querido dar el paso de jubilarse a pesar de que su hija Marta ha dado ya sobradas pruebas de estar perfectamente capacitada para tomar el testigo.

Ella, Encarnación Álvarez Ruiz, sigue apareciendo cada día unas horas en su farmacia del barrio de Puntales, a cuyo frente lleva ya 35 años. Casi nada.

En días pasados, el Colegio de Farmacéuticos de Cádiz (COF) quiso rendirle un merecido homenaje por la cantidad de años que lleva desempeñando algún cargo dentro de este organo colegiado.

En los 26 años que lleva colegiada en Cádiz ha sido vocal de Investigación y Docencia, secretaria e incluso vicepresidenta, durante las presidencias de Antonio Morillo, Francisco García Villanueva,

Felipe Trigo y Ernesto Cervilla.

Afirma sentirse una profesional muy activa y reivindicativa. “En las asambleas me llamaban la respondona”, pero es de las que piensan que lo más fácil es esperar a que los demás den la cara por tí, “pero así no se avanza”. Reconoce esta farmacéutica de Puntales que tantos años ocupando cargos de responsabilidad en el Colegio “desgasta mucho”. “Somos 1.500 colegiados y cada uno tiene unas necesidades, unas inquietudes y unos problemas que hay que tratar de solucionar”.

Sobre si estar tantos años dando la cara por la profesión le ha llegado a quitar el sueño, Encarna afirma que “muchos me dicen que si estoy ahí es porque me gusta, pero sé que es más cómodo quedarse en casa esperando que los demás te solucionen tus problemas. Tiene que haber gente que se implique para que todos avancemos”.

Esta popular boticaria no cuenta con antecedentes familiares en la profesión aunque sí herederos farmacéuticos, ya que su hija Marta es la persona que se ha quedado al frente de la farmacia de Puntales, y su hijo Nacho ejerce la misma profesión, pero en Málaga.

Encarnación Álvarez hizo la carrera en Granada, donde posteriormente ejerció como profesora de la facultad, pero cuando trasladaron a Cádiz a su marido, el conocido neurocirujano José Antonio López López, se vino con él. ”Cuando llegué yo no sabía ni dónde estaba Puntales”, pero una compañera le habló de la posibilidad de comprar en este barrio gaditano una farmacia que se encontraba entonces en venta “y me arrojé”. Reconoce que fue una decisión más que arriesgada peronunca se arrepintió de haberla tomado. Dice sentirse muy querida por la gente de su barrio y “he visto crecer a buena parte de los jóvenes del lugar, igual que ellos han llegado a ver aquí a mi hija Marta, en la farmacia, con siete u ocho meses”.

“Me siento más de Puntales que mucha gente que vive en este barrio” a pesar de que no ha vivido nunca allí.

En cuanto a la profesión afirma Encarnación que ha cambiado mucho en estos más de treinta años:“Me gusta más la imagen del farmacéutico de hoy día. Tiene una formación más profunda y cuenta con más medios para poder contestar a sus pacientes. Internet es una fuente inagotable y ahora tenemos mucha información a nuestro alcance y respuestas a casi todas las preguntas”.

Puntales lleva ya muchos años más integrado en la ciudad, pero cuando Encarnación Álvarez compró la farmacia hay quien lo consideró una locura, “pero yo lo que quería era trabajar y me salió bien la cosa.

A la pregunta sobre si Cádiz está bien surtida de farmacias a día de hoy, Encarnación, que tiene los datos muy al día, cree que ahora mismo la ciudad tiene más farmacias que las que realmente necesita su poblacion. “Y más ahora que cada vez la población se ve más reducida y más envejecida. Pero el papel del farmacéutico es el de ser una persona cercana a sus pacientes y esa ha sido siempre mi forma de ver esta profesión”.

“Buscar mascarillas para nuestros pacientes nos llegó a quitar el sueño”

Encarnación Álvarez recuerda con pánico la época del confinamiento a pesar de que a ella le pilló recién operada de la espalda y estaba de baja. ”Realmente fue mi hija Marta, la pobre, la que lo sufrió más en primera persona. Ella me mandaba fotos y vídeo y yo sufría mucho”. Recuerda como en esos días el público no podía entrar en la farmacia y “tuvimos que poner una mesa en la puerta para poder atender a nuestros pacientes. Fue todo muy complicado y la tarea de buscar mascarillas, guantes e hidrogeles, e incluso alcohol mismo, nos llegó a quitar el sueño”. Pero cree que esa experiencia engrandeció la profesión “y nos hizo a todos más fuertes”.

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