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Fallece el padre Luis Muñoz, fraile dominico

OBITUARIO

José A. Hernández Guerrero

03 de noviembre 2015 - 01:00

A punto de cumplir los 89 años, se nos ha ido discreta y elegantemente el padre Luis Muñoz, un fraile dominico que, tras una dilatada, generosa e intensa vida entregada a la predicación del Evangelio y a la administración de los sacramentos, ha pasado los últimos años sumido en un progresivo silencio y en una permanente oración. Sacerdote bueno, prudente y respetuoso, que ha sabido envolver en modestas apariencias y en formas sencillas el tesoro de su fe cristiana y la grandeza de su ministerio sacerdotal, nos ha legado el patrimonio del amor a Jesús, de la fidelidad a la Iglesia, de la lealtad a sus hermanos los frailes dominicos y de un generoso servicio a los fieles. En sus diferentes ministerios nos ha transmitido un mensaje de serena esperanza apoyado en la confianza sin límites en las palabras, en la vida y en la verdad de Jesús de Nazaret y en la entrega cotidiana a las misiones confiadas por sus superiores.

En estos momentos de dolor, evoco aquellas conversaciones que mantuve con él en los primeros días de su estancia en la residencia de San Juan de Dios, en las que, reiteradamente, le preguntaba sobre la "predicación" y en las que, una y otra vez, él me repetía que, más que en la elocuencia de las palabras, el dominico ha de ocuparse en testimoniar a Jesús viviendo a ras de tierra y conviviendo con los humildes: "Para explicar el Evangelio -me decía-, más que subir a los púlpitos hemos de recorrer las calles y las plazas, sabiéndonos enviados a sanar los corazones rotos, a consolar a los tristes, a revivir el ejemplo del Maestro manso y humilde de corazón".

Hace escasos días, su compañero, el padre José María López, me descubría las claves de este "estilo" tan peculiar de concebir y de vivir la vocación de "predicador": su seriedad, su responsabilidad, su delicadeza, su amabilidad y su sonrisa permanente hunden sus raíces -me explicó- en su singular perfil humano y, sobre todo, en su profunda convicción de que el cauce más directo para la comunicación pastoral es la finura de trato y los esmerados modales o, en otras palabras, la buena educación como fórmula inicial e imprescindible para "conectar" hasta con los más ariscos.

No es extraño, por lo tanto, que en las múltiples tareas que ha desarrollado en diferentes conventos de España, en países de misión como el Congo e, incluso, en sus funciones como prior y, por dos veces, como provincial de la Orden, Fray Luis Muñoz, suave de gestos y elegante de formas, moderado y discreto, fuera siempre el arquetipo del sacerdote de educación exquisita y de trato cortés. Evitó siempre la aspereza, la ironía y el autoritarismo de quien pretende dominar y mandar, y supo revestirse de la fuerza que proporciona la delicadeza, la bondad y la alegría. A sus familiares, al padre provincial, al prior del convento y todos los frailes dominicos les transmitimos nuestro pesar. Que descanse en paz.

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