Cuando la Ford hacía coches en Cádiz
Una fábrica en la Segunda Aguada
Hace ahora un siglo la empresa americana abrió en la Segunda Aguada su primera fábrica en Cádiz
Cien años después la zona ha terminado su reurbanización
Mañana hace cien años. Henry Ford, uno de los pioneros del automóvil, mandó a varios de sus técnicos a Europa a la búsqueda del lugar idóneo donde montar una fábrica que iniciase la expansión de su firma por el viejo mundo.
En España, los enviados del empresario americano le pusieron sobre la mesa dos alternativas: Barcelona o Cádiz, ambas con excelentes comunicaciones marítimas necesarias para el transporte de las piezas, primero, y de los coches ya mobntados, después.
Barcelona, a pesar de su relevancia como ciudad y su proximidad al resto de Europa, quedó descartada. La excusa: la conflictividad laboral y las continuas huelgas de sus trabajadores. Así, Cádiz, por una vez, ganó a la capital catalana. El 9 de septiembre de 1919, el empresario dio el visto bueno a la operación.
La llegada de la fábrica en Cádiz se hizo al amparo de los beneficios fiscales que suponía contar con el Depósito Franco, el precursor de lo que años más tarde será la Zona Franca de Cádiz.
En su libro ‘Historia de Ford en España’, Manuel Martínez Cordero ubica las instalaciones de la nueva empresa en los locales conocidos como la Fábrica de Cervezas en la Segunda Aguada. La misión en Cádiz era "armar y montar coches automóviles con las piezas sueltas que reciba de su fábrica en los Estados Unidos del Norte de América y construir las carrocerías, con los materiales que adquiera en España".
Cádiz se situará al mismo nivel que las fábricas que Ford abrirá en Manchester, París, Odessa, Fiume y Copenhague.
El lugar elegido era, junto al astillero, la única zona con un cierto carácter industrial en la ciudad. Allí funcionaban, desde el siglo XIX, diversas naves utilizadas, en buena parte, por firmas como Lacave y Abarzuza relacionadas con el comercio del vino. Hay que tener en cuenta que en aquella época este terreno estaba casi pie de la Bahía, con un pequeño muelle para facilitar las labores de carga y descarga, además de contar con una parada del ferrocarril en la Segunda Aguda.
Tras el desmantelamiento de estas industrias y el soterramiento de la vía del tren, las viejas naves se transformaron en viviendas. Curiosamente, coincide la celebración del centenario de la llegada de la Ford a Cádiz con el final de la urbanización de las viviendas de Abarzuza. La explosión de 1947 provocó la destrucción de la artística fachada de las oficinas de la empresa.
La fábrica gaditana de la Ford comenzó a ensamblar los primeros coches ya en 1920, a una media de treinta vehículos al día. El primero matriculado, el 2 de febrero de ese año, era un modelo Sedan con el número 300; el primer camión fue para la empresa Pedro Domecq y Cia, apenas un mes más tarde y con la matrícula 307. El último fue un coche de la marca Torpedo, con el número 1.050 y matriculado el 28 de febrero de 1923. Cuando la fábrica cerró se habían montado más de 10.000 automóviles.
En Cádiz también se montarán los Ford T, una revolución en el incipiente mundo del automóvil de la época, así como tractores que se vendían especialmente en Irlanda. El más caro era el Sedán, que salía por 6.175 pesetas. El turismo sin arranque se quedaba en 3.575 y el tractor Fordson, 4.260 pesetas.
Aunque en un principio las instalaciones contaron con personal especializado llegado de otras plantas de la Ford, pronto fueron contratando a obreros gaditanos, hasta llegar a 300 trabajadores.
Aunque la producción de la fábrica cumplía las expectativas de la compañía, la conflictividad laboral era nula y la firma proyectaba nuevas ampliaciones en la Segunda Aguada, un conflicto financiero entre la Ford y el Depósito Franco de Cádiz provocó el cierre de las instalaciones.
El Ministerio de Hacienda reclamó a la empresa el pago de una serie de derechos al considerar que los coches montados en Cádiz debían abonar impuestos similares a los que llegaban directamente de los Estados Unidos.
El conflicto se fue agudizando a pesar de la intervención de políticos y empresarios gaditanos. Ante esta situación, la Ford decide marcharse de Cádiz en 1923 y trasladarse a Barcelona, donde, curiosamente, el gobierno central no pondrá ninguna traba económica.
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