García Montero: "Si Arequipa iba a estar en Cádiz, Cádiz tenía que estar en el Congreso de la Lengua de Arequipa"
Evento internacional
El director del Instituto Cervantes habla con 'Diario de Cádiz' sobre la próxima presencia de la ciudad en la cita internacional en Perú, de la responsabilidad social del periodismo y de su desaparecida compañera Almudena Grandes
García Montero: "Cádiz estará presente en el Congreso de la Lengua de Arequipa de 2025"
Congreso de la Lengua de Cádiz: Las palabras que se llevó el viento
Cádiz/No es un secreto que fue Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, una de las voces que más alto y claro apostó por Cádiz como sede del Congreso Internacional de la Lengua, tanto en el apoyo a su candidatura para aquel deseado 2025, como en el empuje para hacer de este rincón del sur la ciudad que salvó la edición de 2023 tras las revueltas sociales y políticas en Perú que impidieron la celebración del IX Congreso en Arequipa. Por eso, y porque su visita a Cádiz siempre trae buenas nuevas, la presencia del también escritor este viernes en la inauguración de las II Jornadas Periodismo con Ñ era muy esperada.
–’El español en el periodismo’, ¿cuál era su disposición para participar en esta jornada?
–Son unas convocatorias muy destacadas porque la reflexión sobre el periodismo es interesantísima en toda la cultura democrática, y abordarla desde el idioma también es importante para el Instituto Cervantes. De qué manera el periodismo y el idioma están unidos y de qué manera un idioma, que es el segundo del mundo en hablantes nativos y uno de los idiomas de cultura más importantes, pueden consolidar la información y la comunicación de la cultura española en el mundo es algo relevante.
–A no pocos retos se enfrenta el periodismo en la actualidad: transformación de la industria, inteligencia artificial, la manera de comunicarnos en las redes... ¿Son peligros también que acechan a nuestro idioma?
–En lo que planteas, el uso del idioma em las redes sociales facilita la entrada de neologismos, la reducción de palabras... Es verdad, pero creo que el idioma español es lo suficientemente fuerte como para resistir y, además, los hablantes enseguida tienen una idea del contexto y saben que algunas fórmulas que utilizan en un whastapp no se pueden utilizar en un artículo o en una conversación en público. Por otra parte, la historia de la filología nos ha enseñado que, al final, el que se impone es el idioma. En el siglo XVIII había una preocupación por la fuerza del francés, y había quien protestaba porque se utilizasen palabras como peluquería o peluca. La lógica, al final, nos dice que las palabras que tienen poco lugar desaparecen y se quedan aquellas que sirven para nombrar algo que enriquece nuestro idioma, y las hacemos nuestras. Hay que comprender que el idioma está vivo, que pertenece a los hablantes y que los hablantes pertenecen a un contexto determinado y, a partir de ahí, respetar eso pero esforzándonos por que se mantenga la unidad del idioma. Lo que sí me parece muy importante es el tema de la transformación digital porque tenemos que aprender a aprovecharnos de todo lo que nos ofrece, pero siendo muy cuidadosos porque la historia también nos ha enseñado que los avances técnicos y científicos se pueden volver en contra, y lo mismo que pueden dignificar la vida, pues pueden desembocar en una cámara de gas o en un medio de manipulación. Me parece que la cultura democrática tenemos un debate en torno al periodismo pendiente. El valor del periodista, el que puede certificar una información, contrastar una información, es insustituible por una máquina o por un teletipo controlado por una IA.
–Más allá de las máquinas, la labor del periodista también se ha puesto estos días el foco alrededor de todo lo que ha ocurrido con el presidente del Gobierno. ¿Es hora de apelar a la responsabilidad social del oficio?
–Creo que estamos en una situación muy difícil y que apelar a la responsabilidad del periodismo es fundamental porque es un eje importantísimo en la democracia. En mi opinión, abrir la puerta a cualquier tipo de censura es muy peligroso, así que más que normas de Gobierno, tendría que haber conciencia profesional de los periodistas, que sean los que defiendan un uso decente de su trabajo y de su formación. Por desgracia, estamos viendo que hay dinámicas que son muy pocos decentes. Ahora se pueden crear periódicos, bueno, más bien, pseudopuntos informativos, con dos ordenadores y tres amigos que se juntan y pueden llegar a llenar las redes de pseudoinformación y pseudoperiodismo y si, además, para ensuciar y enfangar el debate consiguen subvenciones de un tipo o de otro pues se mezcla la tarea profesional con la mentira y el bulo. Estaría bien, abrir un proceso informativo sobre ese pseudoperiodismo, es decir, preguntarse sobre esas cabeceras que aparecen si tienen plantilla, cuántos periodistas tienen, quién las subvenciona y cuál es su grado de organización profesional, porque ahí, quizás, nos enteremos que hay gente cobrando subvenciones sin tener una plantilla ni un cuadro personal, y eso sí es preocupante.
–Las Jornadas Periodismo con Ñ se crearon como antesala del Congreso de la Lengua del pasado año. ¿Qué opina que ha quedado del Congreso de Cádiz?
–Pues de aquí salieron iniciativas que luego hemos mantenido en otras actividades. Este mismo tema del periodismo, que ya salió en Cádiz, lo mantuvimos en Centroamérica en el festival Cuenta que dirige Sergio Ramírez. Es que las reflexiones que salieron en Cádiz fueron pioneras para ponernos a trabajar en la cultura democrática. La actividad de la ciudad durante el Congreso fue muy muy importante y las conclusiones agradaron a todo el mundo. A los académicos, a los escritores invitados, a los asistentes... Cádiz apoyó mucho al Congreso y el Congreso está muy agradecido a la ciudad. La ciudad se organizó para recibir a una cita que iba a celebrarse en Arequipa y que por motivos políticos no puedo celebrarse y nos lo planteamos como un viaje de ida y vuelta...
–¿Eso quiere decir que Cádiz estará presente en Arequipa?
–Claro, había que agradecerle su compromiso y nos dijimos que si Arequipa iba a estar en Cádiz, Cádiz tenía que estar en Arequipa. Estamos trabajando para ello y tengo prevista una reunión (que se celebró ese mismo viernes) con el Ayuntamiento de Cádiz y con gente de la cultura de la ciudad para ver qué presencia tendrá Cádiz en el Congreso que celebramos en el 2025 en Arequipa, en Perú.
–¿Y alguna idea inicial de cómo se articulará esa presencia?
–Bueno, pues aparte de que la presencia cultural de Cádiz es muy importante por su tradición literaria y musical, el flamenco, que está muy unido a la cultura española y desde fuera, desde nuestra red internacional, se nos pide con mucha frecuencia. Y, por supuesto, todas las reflexiones sobre la democracia, sobre el Derecho, desembocan en el punto de mira de la Constitución de 1812, la Constitución de Cádiz.
–No sé si perdimos esta oportunidad del Congreso para fortalecer más lazos con ustedes, con el Instituto Cervantes.
–Ahí lo que ocurre es que el plan de actuación del Instituto Cervantes es sobre todo en el exterior y, en ese sentido, sí se puede llegar a acuerdos para que Cádiz, su cultura y su ciudad puedan estar presentes en nuestras redes en el exterior. Pero, aunque eso sea lo principal, cualquier tipo de colaboración interna, cultural, pues también es posible. Todo lo que sea reforzar nuestra presencia colaborando con actividades que puedan tener repercusión desde Cádiz pues siempre contará con apoyo de mi parte y del Instituto Cervantes.
–¿Cuesta venir a Cádiz sin Almudena?
–Sí, pero va pasando el tiempo... Acabo de publicar un libro, Almudena, que ha sacado Tusquets, que es una colección de mis poemas y en ella voy contando 30 años de convivencia y amor y, después, el paso del tiempo que te hace abrir las puertas y encontrarle sentido a la vida. De un dolor muy fuerte, se pasa a un duelo y luego a una convivencia con el recuerdo y a comprender la suerte que ha significado convivir con una persona y los grandes momentos que hemos tenido en la Bahía de Cádiz que era como nuestro territorio. Almudena madrileña, yo granadino, pero la tierra del nosotros, desde que empezamos a vivir juntos, siempre ha sido la Bahía de Cádiz.
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