"Gracias al Carnaval somos un referente para los turistas"
Vicente Cabrera 'El Melli'
Se mantiene en la Plaza como último bastión del negocio discográfico a pequeña escala, soportando como puede la piratería y la crisis económica.
N I Michael Jackson ni Los Beatles, el que más discos ha vendido en la historia de la música es Vicente 'El Melli'. En su página de Facebook puede leerse 'Metro Goldin Melli', aunque el único león que allí ruge es uno de los que están en Correos. Allí, en las afueras del Mercado Central, lleva más de 30 años ofreciendo música, principalmente de Carnaval. Desgrana sus recuerdos junto a su hermano mellizo, José León, que se suma a la entrevista como 'apuntador' de vivencias para paliar la mala memoria de Vicente.
-Se dedica usted a vender discos. ¿Está loco o quiere morirse de hambre?
-Se le tiene un cariño especial a la música. Pero seguimos aquí porque ahora tenemos la música como complemento. Hemos recortado las compras. Creo que nos hemos dado cuenta a tiempo de que teníamos que cambiar el chip. No podíamos depender de la música. La tecnología se ha puesto por encima de la venta del producto físico del disco. Por eso vendo otros productos, sobre todo souvenirs. Sigo teniendo música, pero en reducidas cantidades y sin equivocarme mucho en los stocks. El exceso de mercancía no se puede devolver y eso son pérdidas, pero eso no lo sabe el público. No es para tirar cohetes, pero como están los tiempos nos tenemos que dar con un canto en los dientes. Aquí seguimos.
-¿Cuántas veces ha pensado en cerrar para siempre?
-Ufff, muchas veces. Hubo un momento, cuando se hizo la obra del Mercado Central y todas las molestias que causaba a los que estábamos fuera, que si no hubiera sido por mi mujer, hubiera tirado la toalla. Ella, que es muy positiva, me animó a seguir. Eso sí, tuvimos que cerrar la tienda de la calle Sacramento después de 20 años abierta. La obra estuvo a punto de acabar con todo. Fueron más de tres años y era muy molesto venir a la Plaza a comprar. Perdí la ilusión, pero la recuperé gracias a mi mujer. Y en esta nueva ubicación estamos muy bien. Con menos metros, pero mejor ubicado que antes. Nos mantenemos, que no es poco, con tres personas en plantilla: los dos Melli y mi sobrino Blas.
-Y menos mal que vienen los cruceros, ¿no?
-Hay gente que dice que no dejan dinero, pero ha sido una ayuda para ciertos comercios. Ayuda a sostener meses malos. No para hacerse de oro, pero no nos podemos quejar con lo poquito que venga. Jamás. Por muy poco que gaste un crucerista, si ese crucero no viene a la ciudad ese dinero no entra en caja. Quizás haga falta agudizar el ingenio para que esos cruceristas que todavía se marchan a Jerez o Sevilla se queden aquí.
-¿Qué le entra por el cuerpo cuando escucha a alguien cecir que se ha descargado un disco por internet?
-Lo he asimilado ya. Al principio me costó, porque el tema de la tecnología es muy fuerte. Pero hay que adaptarse a los tiempos. De qué nos sirve quejarnos.
-¿Puede cuantificar cuánto han bajado las ventas?
-El mercado del disco ha bajado un 60 por ciento. Además de las descargas y la piratería, hay que sumarle la crisis. Hay consumidores que creen que porque esto sea un negocio familiar tienen que sacar el disco hasta más barato que lo que me cuesta a mí. Hay que tener un poco de consideración con los negocios familiares. Cuando cerremos las puertas, se acordarán de nosotros.
-¿Qué tiene que decir a quienes defienden que la música es cara?
-Que no ven lo que cuesta verdaderamente hacer un disco. Las tarifas que me ponen a mí las compañías discográficas son las mismas que hace seis o siete años. No han subido. Ahora nos parece caro porque es fácil encontrar los discos gratis. Cuando no existían las descargas, nadie decía que la música era cara.
-Usted y su hermano heredaron el negocio de su padre.
-Mi padre regentaba una tienda vendiendo muebles y máquinas de coser donde mismo tuvimos Discos El Melli, pegada a la Plaza. Hacía compra, venta y cambio. Y vendía objetos según la temporada: verano, Navidad, Carnaval... Nos sacaron del colegio para trabajar con él. Yo no quería, porque creía tener aptitudes para estudiar. Pero eran unos tiempos difíciles y teníamos que ayudar en casa. Con 16 años empecé a ayudar a nuestro padre, ya José León estaba con él. Con 18 años me propusieron regentar un chiringuito en verano en la playa Victoria. Cogí ese trabajo y luego estuve en la mili, en el norte, en Vitoria, que uno de 'Los Pecos' era compañero mío. De los dos, el moreno. Luego me enviaron a Estella (Navarra). Allí estuve 15 meses y me busqué la vida para ser cocinero sin tener ni idea. Pero lo conseguí. Había que hacer cualquier cosa para librarse de las maniobras, que eran una paliza, de cazadores de montaña. A mí eso no me gustaba. Me camelé a un brigada de Canarias, un malage, al que le caí en gracia y le aficioné al Carnaval.
-¿Cómo nace Discos El Melli?
-Al volver de la mili mi hermano José León se había quedado solo al frente del negocio. Estaba la cosa muy mal, pero con lo poco que ahorré de la mili invertí en dos giradiscos. A base de lucha y mucho trabajo sacamos adelante la tienda. Empezamos en 1976 con un mueble que poníamos fuera, con cassettes que comprábamos a Rafael Izquierdo y a Almacenes Soriano. Vimos que eso se vendía. A la vuelta de la mili ya nos decididimos a vender sólo música. Y nace Discos El Melli, ya como tienda exclusiva a principios de los 80. Nos fuimos profesionalizando y dando confianza a las compañías. Cometimos errores, pero no muchos. Y había que arriesgarse. Intuíamos el riesgo con ciertos cantantes y solíamos acertar.
-¿Los primeros pelotazos en ventas?
-Por ejemplo, Enrique y Ana. Y una época muy buena vendiendo cassetes de chistes de Arévalo, Paco Gandía, la Esmeralda de Sevilla... poníamos los chistes y la gente se paraba alrededor del puesto a escucharlos. Los domingos por la mañana, sobre todo, poníamos las cintas. La gente la escuchaba enteras y luego nos las compraban. Cuando empezó fuerte el vinilo, lo de la película 'Grease' fue espectacular. Vendimos la banda sonora como los churros. Estaba de moda. En esa edad hasta a mí me gustaba vestir como John Travolta. Eran tiempos de Abba, José Luis Perales... empezaron a surgir los singles y maxisingles. Y empecé a profesionalizar en el mercado de las discotecas y los pubs, abarcando toda la provincia e incluso Sevilla. No tenía tiempo ni para comer. Me llamaban los disc jockey para pedir consejo y yo iba a las discotecas con las novedades para probarlas allí. Más de una noche acabé siendo pinchadiscos. Era joven y estaba con mis colegas. Lo pasaba bien. Fueron años dorados que echo de menos.
-¿Qué le ha dado el Carnaval?
-A boca llena tengo que decir que muchos me conocen gracias al Carnaval. Siempre tuve buenos vínculos con la gente del Carnaval. Si no es por esta fiesta, el turista, el forastero no conocería El Melli. Estando de vacaciones en Nueva York con mi mujer y mi hija me reconocieron el acento gaditano unos chavales visitando el Empire State. Me preguntaron si sabía algo de Carnaval y cuando les dije quién era no se lo podían creer. No eran de Cádiz, pero me habían comprado música de carnaval por internet. Se hicieron hasta una foto conmigo. Hay mucha gente que viene a Cádiz y de paso, al Melli. Eso es para mí un orgullo. Un pequeño negocio familiar que es referente en la ciudad. Y todo gracias al Carnaval.
-La tecnología, que tanto daño hace a la industria del disco, le habrá abierto otras puertas, ¿no?
- Es verdad. Hemos abierto el mercado con nuestra página web y vendemos a toda España. Antes de la crisis, teníamos más de 2.000 clientes a los que servíamos Carnaval desde internet. Hay que contar con esta venta para mantener el negocio. Algunos de los clientes compran todas las referencias más importantes. Nos compra, a través de un familiar, Alejandro Sanz. Y por aquí han venido Arturo Pérez-Reverte, Kiko Veneno, Ruibal, Javier Cansado, Carlos Herrera... muchos famosos enamorados del Carnaval.
-Otra locura. Sigue produciendo discos de agrupaciones de Carnaval.
-Muchos menos que antes. Colaboraba con 15 agrupaciones. Les grabábamos. Eso no puedo hacerlo ahora. No se venden tantas referencias. Además, era muy arriesgado apostar por agrupaciones sin saber cómo iban a quedar en el Concurso. Eso lo hemos hecho durante muchos años. Era una locura, una temeridad. Lo que no se vende, te lo comes con papas. Son pérdidas.
-¿Cuál es la agrupación superventas?
-Hay varias. 'Los yesterdays', 'Los piratas', 'Los palomos', 'Los enteraos', 'Lo que diga mi mujer'...y la última más vendida fue 'Las pito-risas'. A raíz de aquí nos dimos cuenta del daño de las descargas, de la piratería. Antes los aficionados compraban más referencias, pero ahora, principalmente el público de fuera, confían solo en los premios. No quieren rebuscar más. Sota, caballo y rey.
-Y a nivel general, ¿cuál es el disco de oro de El Melli?
-La banda sonora de 'Grease', por ejemplo. 'El guardaespaldas', de Whitney Houston, fue un bombazo. Y 'Thriller', de Michael Jackson. Y de los primeros que vendimos masivamente, cassettes de María Jesús y su acordeón. En la época fue muy novedoso. También he vendido mucho flamenco.
-¿Alguna anécdota en todos estos años?
-En el Carnaval 81 hicimos unas camisetas de varios colores, de publicidad, con la leyenda 'Carnaval 81'. Resulta que vino a Cádiz un barco cubano y vendimos a la tripulación unas 200. Al tiempo llegó a la tienda un gaditano que estaba embarcado diciendo que se había emocionado en altamar cuando con unos prismáticos divisó un barco que llamaba la atención porque los tripulantes iban con camisetas de muchos colores. Cuando se fijó más de cerca, vio que ponía 'Carnaval 81. Discos El Melli' . El hombre no daba crédito a lo que había visto.
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