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“Gracias a la economía azul y al Cei-Mar, desde Cádiz miramos a un mar lleno de oportunidades”

darío bernal casasola. coordinador general del cei-mar/ arqueólogo

Por primera vez en diez años, un catedrático de humanidades abandera el Campus de Excelencia Internacional Global del Mar, un potente motor de investigación y desarrollo abierto a la sociedad

"El Cei-Mar es algo que hay que cuidar, que está por encima de las instituciones, es una herramienta que ha costado mucho crearla y todos los equipos rectorales lo han mimado"

"Mis objetivos son mantener la velocidad de crucero, relanzar la identidad y fortalecer los lazos entre los patronos”

El nuevo coordinador del Cei-Mar, Darío Bernal, en la sede administrativa del campus en el Centro de Transferencia Empresarial, El Olivillo, de la UCA. / Lourdes De Vicente
J. M.

08 de mayo 2022 - 06:00

Cádiz/–Es usted catedrático de Arqueología y el primer coordinador general del Cei-Mar de humanidades ¿Qué puede aportar al campus de excelencia desde esta rama del saber?

–Lo más importante respecto a la decisión del patronato de nombrar un coordinador general del área de las humanidades es que santifica la importancia que ellos conceden, desde el ámbito de las ciencias marinas, a todos los temas de carácter cultural. Y eso es resultado de dos cosas: la primera es que cuando se presenta la memoria inicial a finales de 2009 y principios de 2010 al ministerio para optar a la mención de campus internacional, entre las áreas de especialización estaba el valor cultural del mar. Y los informes que hicieron los evaluadores en aquel momento concedieron especial importancia a que se hubieran integrado las ciencias sociales y las humanidades en un área que historiográficamente está más enfocada al ámbito de las ciencias experimentales, de la biología, la ecología marina, entre otras disciplinas. Así que los patronos no sólo lo entienden, sino que lo tienen metabolizado: Da igual de donde vengas y a lo que te dediques siempre que hagas ciencia marina de calidad. Por otro lado, las humanidades, al final, es un ámbito del saber con naturaleza propia en el que terminan recalando muchos investigadores a lo largo de su vida, se hayan dedicado a la química, la física o la biología. Son un espacio desde donde se puede reflexionar, donde hay serenidad, donde hay cultura. Y eso es algo que a la sociedad le hace mucha falta, con la aceleración a la que vamos y a la tremenda producción y productividad a la cual en el mundo académico nos tienen sometidos los órganos de evaluación. Creo que eso es importante para todos. Las humanidades tienen, por un lado, esa debilidad, que da la impresión de que no son ciencia de primera, de gran potencial. Pero, por otro lado, cuando hay problemas, cuando hace falta serenidad, tranquilidad, poso, al final se recurre a la gente de humanidades. Recuerdo en nuestra Universidad de Cádiz al rector Mariano Peñalver, catedrático de Filosofía, que fue un ejemplo maravilloso de este tipo de decisiones.

–¿Qué investigaciones hay en marcha en este área?

–El Cei-Mar cubre todos los ámbitos del saber. Son seis áreas de especialización y el valor cultural del mar es el de las humanidades. Ahí entra cualquier actividad científica que tenga que ver con temas marinos o marítimos. Hay filólogos, porque hay muchos que están estudiando aspectos del lenguaje marinero, del de los pescadores, de muchos ámbitos relacionados con lo marítimo; están los historiadores, con muchas tesis doctorales en las siete universidades que forman parte del Cei-Mar que tienen que ver con marinos ilustres, con científicos que han hecho campañas oceanográficas, con pescadores, con marineros, con barcos, con navegación...; entran los arqueólogos, con el foco en todo ese patrimonio cultural subacuático, que es tan importante, y en todo lo que está en la interfaz marítimo-terrestre, en todo el patrimonio litoral, que tanta relevancia tiene para la recuperación de la identidad de las sociedades que nos han precedido. Hoy en día, en nuestro entorno, gracias a la economía azul, buena parte de la sociedad está volviendo a mirar al mar porque lo ve como un nicho de oportunidades, laborales y de mercado, entre otras. Pero hasta hace poco tiempo, buena parte de la sociedad que ha vivido cerca del mar, paradójicamente ha vivido de espaldas al mar... Recuerdo haber ido como parte de delegaciones del Cei-Mar y de la propia Universidad de Cádiz a varios países a lo largo de los últimos años a cursos de alta especialización en ciencias marinas y el Campus de Excelencia Internacional Global del Mar ha contribuido, en España y fuera de ella, a que se sienta cómodo cualquier investigador que trate temas que tengan que ver con el mar en el sentido más amplio posible.

–¿Cuáles son exactamente las funciones del coordinador general?

–Como sabe, la dirección del Cei-Mar corresponde a un patronato del que forman parte siete universidades como patronos natos, que son las cinco universidades andaluzas de las provincias litorales y las dos universidades que están en el entorno amplio del Estrecho, que son la del sur de Portugal, la del Algarve, y la del norte de Marruecos, que es la Universidad Abdelmalek Essaadi. Luego tiene a siete patronos que tienen una especialización, total o mayoritaria, en ciencias marinas: CSIC, IEO [Instituto Español de Oceanografía], IFAPA [Instituto de Formación Agraria y Pesquera], de la Junta de Andalucía, Real Observatorio de la Armada, Instituto Hidrográfico de la Marina, IAPH [Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico], a través del Centro de Arqueología Subacuática, con sede aquí, en La Caleta, y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, de Cartagena, un museo estatal, de los más importantes en España. Luego hay cinco empresas integradas a todos los efectos dentro de nuestra estructura: Endesa, Telefónica, Cepsa, el Banco de Santander y la Confederación de Empresarios de Andalucía, porque siempre intentamos aunar la administración y la empresa. En ese esquema de quíntuple hélice nuestro objetivo fundamental es catalizar positivamente la formación, la investigación, la transferencia y la internacionalización en ámbitos marino-marítimos en nuestra zona.

–¿Quién lo elige? ¿Durante cuánto tiempo ejercerá el cargo?

–El coordinador lo nombra el patronato y el cargo no tiene una duración definida. Eso está bien porque no hay presión ni para ellos ni para el que está aquí. Yo tengo mi investigación y mi vida hecha. Eso quiere decir que yo estoy aquí porque creo en el Cei-Mar. Un profesor universitario sufre cuando no te dejan hacer lo tuyo. Usted sabe que hay muchos profesores que no quieren saber nada de gestión, que están en sus investigaciones. Lo que pasa es que yo creo en el Cei-Mar y cuando me proponen hace unos meses ponerme al frente, decidió que sí por dos motivos: Primero porque es uno de los pocos campus de excelencia que en España han sobrevivido durante todos estos años y porque es verdaderamente un dinamizador importante y hay que cuidarlo. En el mundo europeo en el que vivimos, si no te singularizas, terminas absorbido por todas las grandes instituciones y organismos que hay en otros países. Y ¿por qué somos nosotros singulares? Por el mar, por la navegación, por el tránsito de mentalidades, de ideas, por la tecnología, que siempre ha llegado por vía marítima, hasta la Revolución Industrial. Y en eso debemos especializarnos. Y en eso es lo que la blue economy y el Cei-Mar han ayudado y van a seguir ayudando. También por seguir reforzando el papel de las humanidades. No se trata de hacer hueco. Estamos perfectamente integrados. Da igual que el coordinador sea arqueólogo, como es mi caso, o químico analítico, siempre que sea una persona con una trayectoria consolidada y que tenga ilusión y ganas de trabajar.

Dario Bernal, coordinador general de Cei-Mar. / Lourdes de Vicente

–¿Cuáles son los principales logros conseguidos hasta ahora?

–Sobre todo, aglutinar intereses de instituciones y de empresas que trabajan por separado. Al final uno se debe a su institución, al organismo en el que trabaja. Nos llaman continuamente, por ejemplo, cuando hay convocatorias europeas buscando socios para ver de qué manera el propio campus puede participar como socio: porque tiene una estructura muy apetecible, porque somos 19 instituciones público-privadas y eso tiene mucho peso a la hora de pedir proyectos europeos. Pero sobre todo lo que hacemos es interconectar instituciones, profesores, particulares, gente de empresa... El otro día estuvieron aquí los compañeros del Clúster Marítimo-Marino de Andalucía, que es un grupo de más de cien empresas andaluzas, para que les conociésemos a fondo y para ellos enterarse de nuestros grupos de investigación y ver de qué manera, en formato transversal, podemos colaborar. Creo que el Cei-Mar es un elemento importante que está ayudando a que la blue economy hoy día esté en todos sitios en Andalucía. El hecho de que Andalucía, hable, invierta y apueste en la economía azul, en parte es resultado de toda su trayectoria en estos diez años de estar luchando y peleando por la investigación y la transferencia en el ámbito marítimo.

–¿Qué retos se plantea en esta nueva etapa?

–Yo no soy político. Soy un firme convencido de que cuando las cosas funcionan no hay que cambiarlas. Y desgraciadamente, los políticos lo primero que hacen cuando llegan a un sitio es dejar su sello, hacer cosas nuevas para que se note que están ellos. Son tres los objetivos que me planteé cuando me nombró el patronato, porque yo estoy lo maduré mucho: El primero, mantener la velocidad de crucero que tiene el Cei-Mar porque si es el campus de excelencia de mayor reconocimiento de nuestro país, es por algo. Eso quiere decir que funciona y que hay que mantener el plan propio de actividades que tenemos, reforzándolo. En segundo término, creo que es un momento importante para relanzar la identidad del Cei-Mar. Porque hemos cumplido nuestro décimo aniversario hace unos meses y de vez en cuando hay que abrir ventanas y puertas, que la gente entre y salga y hacer actividad para recordar a la sociedad que sigue estando aquí y las cosas que hacemos. El tercero es fortalecer las relaciones entre los patronos. Porque somos muchos y estamos en Cádiz, en toda Andalucía y fuera de Andalucía. Entonces , intentaremos hacer actividades de hermanamiento, de colaboración, al menos una vez al año con cada uno de los patronos para que estrechemos los lazos.

–¿Cree que el ciudadano de a pie conoce suficientemente qué se hace en el Cei-Mar?

–Creo que es una marca consolidada. Me consta. No me sorprendió que ayer [por el jueves], cuando estuvimos en Diverciencia, en Algeciras, que había muchísimo público preuniversitario, la gente supiese lo que era el Cei-Mar. Por eso decía que lo importante es reforzar su identidad. Eso no quita que haya que hacer campañas de sensibilización y de fortalecimiento de la imagen, que eso siempre ayuda [...] El mar es algo que a todos nos gusta, que a todos nos afecta en la vida cotidiana de una manera o de otra. Que haya un consorcio con su coordinación en Cádiz encargado de impulsar los estudios marino-marítimos es un instrumento que interesa a la sociedad y a cualquier ciudadano. El mar es un potencial de desarrollo económico territorial notable y, por tanto, es un instrumento que hay que cuidar [...] En una región como la nuestra, con poco tejido productivo, se ha demostrado desde hace muchísimo tiempo que el mar es una fuente de recursos inagotable. Y muchas poblaciones costeras en España, en Europa y en el mundo no aprovechan el gran potencial que tienen en el mar. Este concepto de blue economy estoy seguro de que va a dar muchas posibilidades de desarrollo económico, social y laboral en las próximas décadas.

–Ha sido usted director de una veintena de proyectos de investigación y contratos de I+D+I y de decenas de ellos internacionales. Ha trabajado en Pompeya, en Siracusa, en Lixus, en Baelo Claudia, en Iulia Traducta... ¿Con cuáles ha disfrutado más?

–Los arqueólogos somos como los curas, en el sentido de que tenemos vocación. Disfrutamos con lo que hacemos. Y eso no está pagado [...] Si no te gusta tu trabajo, al menos un tercio de tu vida lo estás desaprovechando. Para mi lo más importante es la pasión y disfrutar con lo que haces [...] Más que un proyecto o un contrato, lo que sí destacaría es el éxito de la recuperación del garum. Fue un proyecto que empezó en Pompeya en el año 2008, que continúa en Baelo Claudia, en el que los arqueólogos hemos trabajado con ingenieros químicos y con tecnólogos de los alimentos y que ha permitido que hoy en día usted pueda ir a un supermercado o a una tienda especializada y comprar garum, Flor de garum. O ir a un restaurante aquí en Cádiz o en otro sitio y degustar un plato con garum, que es un producto rescatado de la investigación arqueológica. Y eso, en ciencia es normal, pero en humanidades es muy difícil. Dar ese salto a que algo que haces llegue a la sociedad y que haya habido empresas que hayan conseguido generar beneficio de todo eso representa un modelo interesante de cómo las humanidades, bien enfocadas, pueden generar también recursos.

–¿Cómo lograron descubrir la receta del garum?

–Estudiamos la arqueología de la alimentación en todas esas fábricas de salazones que están dispersas por todo el Mediterráneo occidental. Trabajamos en Pompeya, mucho en Baelo Claudia, en Siracusa y en Lixus [Larache, Marruecos] Excavamos en esas piletas donde ellos maceraban el atún y hacían esta salsa fermentada. Con mucho cuidado, con lupa, como los detectives, haciendo análisis de todo lo que aparecía. Se detectaron los ingredientes, se reprodujeron en laboratorio con el protocolo de fabricación que se sabía por recetas antiguas cómo podía haber sido. Todo eso nos ha permitido recuperar, no la receta del garum, sino la del garum que hemos investigado en algunos sitios. Porque el garum era como la paella, que hay quinientas maneras de hacerla. Pero la relevancia del garum fue como la del vino, muy importante por su valor cultural, como elemento de prestigio, de socialización. Fue un producto que se consumió en el Mediterráneo durante más de 1.500 años y que se había perdido en nuestra gastronomía. Igual que el Cei-Mar se propone recuperar los valores marineros-marino-marítimos de la sociedad y utilizarlos para el desarrollo de la misma, con el garum tratamos de recuperar productos de nuestra gastronomía perdidos en el tiempo, desde la primera presencia islámica en la Península Ibérica.

-¿Quedan más productos antiguos que recuperar?

-Muchísimos. Hacemos investigaciones interdisciplinares. Cuando estudiamos el garum tuvimos que investigar con qué especies hicieron ese producto. Y esto llevó a los biólogos a descubrir que especies que hoy en día no están en el Mediterráneo, hace 2.000 años, sí que estaban. Nosotros tenemos un proyecto del programa estatal de I+D+I que se llama El papel de los mamíferos marinos en la cadena operativa pesquero-conservera antigua. Hemos buscado restos de ballenas. Porque el romano que divisaba desde Baelo Claudia los cardúmenes de atunes y veía tres rorcuales, no los dejaba pasar, todo iba a la cazuela. Hemos investigado qué restos de cetáceos aparecen en fábricas de salazones para demostrar que se procesaba todo lo que se capturaba. Y como normalmente las ballenas se despiezaban en las playas, quedan muy poco registro óseos, pero han aparecido algunos huesos. Y al hacer el ADN antiguo de estas especies nos han aparecido algunas especies como la ballena franca (Eubalaena glacialis), que hoy en día sólo está en el Atlántico Norte y en el Pacífico. Y eso a mis compañeros biólogos les ha interesado horrores y hemos publicado algún paper en una revista de biología porque son especies hoy en día extinguidas en el Mediterráneo. Quizá por eso hayan pensado en mi perfil, porque yo soy de humanidades, pero trabajo con biólogos, con geólogos con físicos con químicos con geomorfólogos. De hecho, lo de Valcárcel lo hicimos con geomorfólogos. Son humanidades interrelacionadas con otras cosas

-¿En qué situación está España en ciencia marina respecto al resto del mundo?

-Creo que estamos bien posicionados. Entre las ocho líneas de investigación que considera nuestro país que conviene potenciar a medio plazo para desarrollar socioeconómicamente España, están las ciencias marinas. Hace un mes se presentó en Cartagena un Plan estratégico de ciencias marinas porque se entiende que las ciencias marinas no sólo son investigación, sino también desarrollo. Las energías renovables marinas, la acuicultura, con todo el potencial alimenticio que tiene... Las ciencias marinas son un nicho para el desarrollo socioeconómico importantísimo para España, Europa y el mundo. Y la coordinación de ese plan complementario, la Junta quiere que en Andalucía la haga el Cei-Mar. Eso demuestra cómo se ve: cómo algo por encima de las instituciones, algo neutral, con mucho potencial y con una capacidad de aglutinar y de catalizar positivamente las cosas.

-Descubrió usted el gigantesco testaccio [vertedero de ánforas] que se ocultaba aquí, bajo El Olivillo, evidencia del poder económico y mercantil de la Gadir fenicia, y confirmó científicamente en Valcárcel la tesis de Ponce Cordones sobre el canal que separaba Erytheia y Kotinoussa, hallando pruebas de la existencia de un puerto fenicio-púnico... ¿Cuánto queda por descubrir en Cádiz?

-Usted sabe que en Cádiz se levanta un adoquín y sale algo. Cádiz es una ciudad de las más ricas que hay en nuestro país en materia arqueológica. Pero al mismo tiempo es una ciudad histórica que tiene ocho ciudades, una encima de otras, de manera que es muy compleja. Cádiz, además, fue un archipiélago y hoy en día es una zona continentalizada. Entonces, gracias a la generosidad de la Universidad de Cádiz, se han podido hacer estas investigaciones. Porque lo que hay aquí abajo es una cripta que la Universidad de Cádiz ha recuperado sin estar en el proyecto planificada. Se hicieron las excavaciones, se dio la entidad que tenía esto,se hizo una exposición, se publicaron varios libros y se vio que era algo importante para Cádiz ¿Qué se hizo? Se remodeló el proyecto, con todo lo que cuesta eso, en dolores de cabeza, en dinero y en nuevos trámites, para crear un mueso. Eso es un ejemplo de cómo la Universidad también se implica con la sociedad. Cuando se abra esto, se sumará a los pocos museos de arqueología que tiene nuestra ciudad, que son el Teatro Romano, la Factoría de salazón del Teatro Andalucía y el Museo de Cádiz. Y lo van a disfrutar miles de alumnos y cruceristas, que vendrán aquí antes de ir a tomarse una tapa. El conocimiento arqueológico de Gadir-Gades ha avanzado mucho, pero queda muchísimo por conocer de una ciudad que fue la Nueva York de la antigüedad: Fue progreso, novedades, riqueza... así se veía Cádiz en época fenicia y romana. Era el Eldorado, el mito de lo lejano, un lugar de oportunidades, un lugar de comercio privilegiado, un lugar de tránsito. Porque el comercio se hacía navegando. Y este es el sentido del Cei-Mar. Uno se enteraba de que había muerto el emperador en el puerto, cuando veía que habían cambiado las monedas... Los puertos tienen que estar integrados en la ciudad... Y los cientos de investigadores que participamos en el Cei-Mar vamos a colaborar de manera directa o indirecta en el desarrollo de ese proyecto que es la integración de puerto y ciudad en Cádiz. Somos un referente en todos los proyectos que tengan que ver con el papel del mar como elemento dinamizador de la vida cotidiana. Desde el puerto de Algeciras al de Cádiz [...] El Cei-Mar es algo que hay que cuidar, que está por encima de las instituciones y es una herramienta que ha costado mucho crearla y todos los equipos rectorales lo han mimado a lo largo de los doce años que llevamos y han permitido que crezca. Todos nos tenemos que sentir parte del Cei-Mar y cualquier ciudadano puede venir aquí para preguntar si puede colaborar, para plantear una iniciativa de transferencia de conocimiento o de internacionalización. Las puertas de la oficina del Cei-Mar en el Centro de Transferencia de El Olivillo están abiertas a cualquier empresa, institución o particular para presentar proyectos, colaborar y traer ideas a las que podamos aportar.

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