Historia del Carnaval cantada a tenor
cádiz norte, cádiz sur. José Silva Navarro, Comparsista de tronío
Tiene en su haber nueve primeros premios de comparsas
Mantiene vivo el recuerdo de aquel mítico grupo en la peña Nuestra Andalucía
Algunos parroquianos, entre ellos El Purri, tocan las palmas mientras se arranca José Castellón 'El Pellejo'. Una pataíta corta, aunque resultona. La peña Nuestra Andalucía dista mucho de ser lo que fue, pero aún guarda cierto duende. Tras la barra, un veterano comparsista sonríe. Señala al Purri y dice con autoridad que "ese ha sido el mejor, el más artista de todos los carnavaleros". Quien lo asegura sabe de qué habla. Es Pepe Silva, tenor de referencia en legendarias comparsas. "Hoy me he puesto guapo para la entrevista", explica mostrando un jersey Gant y unos tenis Adidas. Empiezan las cargas por la impecable indumentaria. Así son las mañanas en Nuestra Andalucía.
Antes de llegar a la barra de la peña como socio de la misma, Silva tenía detrás una historia plagada de gloria carnavalesca. Después de algún flirteo con chirigotas infantiles de su barrio, el Mentidero, salió con Ricardo Villa en 'Los piratas', de finales de los 50. Ahí se paró su trayectoria. Años después, y ya viviendo en su domicilio actual de la calle Regimiento de Infantería, comenzó a frecuentar en La Viña los templos carnavalescos como El Gavilán, en la plaza de la Cruz Verde. Era un gran aficionado que incluso -hoy sería impensable- iba a los ensayos de 'Los porteños' a grabar el sonido. Y fue ese año cuando Antonio Trujillo 'Catalán Grande', al que conocía de parar en El Gavilán, le propuso salir para 1972 en 'Los playboys' de Pedro Romero. Un segundo premio fue su primer logro. Al año siguiente buena parte del grupo se fue con Antonio Martín para sacar 'Capricho Andaluz', una comparsa histórica. Silva vivió la noche de la final en la que Paco Alba, que sacaba 'Estampas goyescas', salió llorando del Falla. "Estábamos ya en la calle y el público nos hizo volver. Lo cantamos todo y finalizamos con el 'Charlot'. Más que abuchear a Paco Alba gritaban para que volviésemos a escena", afirma. Fue el primer 'uno' de Silva. Luego vendrían ocho más, siete de ellos con Pedro Romero (la mayoría con Aurelio Real de músico) y uno, en 1988, con 'Al compás de mi cepillo', de José Manuel Prada. El mítico grupo ganó entre 1974 y 1981 siete de los ocho concursos que disputó. Casi nada. Entre aquellas comparsas, la legendaria 'Nuestra Andalucía', precisamente la única que no ganó. "Cantamos en mitines de todos los partidos", evoca. El grupo recorrió España entera. "Estuvimos hasta en la fiesta del 75 aniversario del Atlético de Madrid", apunta.
Habla del mítico conjunto de la peña y llegan las lágrimas. Dice Pepe que no ha superado la ausencia de tantos amigos, que se fueron relativamente jóvenes. Pepe El Bombista, Carlos Brihuega, Jesús Monzón, Carlos Peña, Habichuela, Juanaco, Pedro Romero o El Piojo. "No puedo hablar de esto. Fue toda una vida con ellos", dice. A comienzos de los 80 vino el declive de esta comparsa, aunque para ellos los malos tiempos significaban ser 'solo' finalistas. Con 'Los califas' (1982), 'Grandes genios' (1983) y 'Requiebro' (1984). Esta fue la primera de Martínez Ares. "No teníamos autor y llegó a la peña con su padre, Pepe Martínez Prats, a ofrecernos su autoría. Recuerdo que nos metimos unos cuantos en la oficina y nos cantó el pasodoble. Nos gustó y decidimos tirar para adelante", dice. Para el año siguiente, Ares tenía ya la idea de 'Zombies'. "Quería que perdiésemos peso porque no era plan sacar zombies gordos. Nosotros no queríamos hacer eso y cada uno tiró por su lado", apunta.
Tras el primer premio de 1988 con 'Al compás de mi cepillo' y una buena etapa con Joaquín Quiñones y Pepito Martínez en 'Mississippi Club (1990) y 'Anónimo gaditano' (1991), Silva se coloca en Tabacalera de peón y al año siguiente se va a trabajar con una contrata de mantenimiento también a Tabacalera, pero en Valencia. Allí, ya de encargado, estuvo siete años. Al volver animó a algunos de los suyos a sacar 'Arrieritos semos' en 1998.
Fue su última aparición en la escena. Echa la vista a trás y, humilde, se sincera: "Soy uno más, solo que he tenido la suerte de salir en ese grupo. Mejor que yo ha cantado mucha gente, pero no han podido salir en un grupo bueno, o tan bueno como el que tuvimos. Mi suerte fue parar en El Gavilán y que el 'Catalán Grande' me ofreciera salir".
Asegura que no quiere el Antifaz de Oro, que no lo tiene a pesar de su impresionante historial. "Los aficionados saben lo que yo he hecho. Y soy muy aprensivo. A los tres días de ponerme el Antifaz me veo en el cajón", añade entre risas.
La peña, que se creó en 1978 y cuya primera sede estuvo en el bar Las Murallas de los Callejones -poco después se trasladó a María Arteaga, donde permanece- sigue uniendo el pasado con el presente. Mantenerla abierta es un reto plagado de nostalgia. "Cerraré cuando ya no pueda más", sentencia con esa voz de tenor gorda que aún cantiñea con clase. Porque el que tuvo, retuvo.
De la buena cosecha del 43
En pocos días cumplirá 75 años este gaditano nacido el 23 de abril de 1943 en la plaza del Mentidero. "Soy de la generación del 43 como Carlos Brihuega, Carlos Peña, Jesús Monzón o Aurelio Real", dice nombrando a grandes amigos y compañeros en la comparsa. El tercero de cuatro hermanos. Jesús, Encarna, él y Juan. Estudió en la Academia Cervantes y en los colegios Celestino Mutis y San Rafael antes de meterse a aprendiz de mecánico dentista. Poco después empezó a trabajar con su padre, que era pintor. Este oficio le acompañó hasta su jubilación. Está casado con Ana Chanivet y es padre de cinco hijos (Jose, Carlos, Juan, Jesús y Ana) que les han dado nueve nietos. Carlos, Juan y Jesús siguieron sus pasos carnavalescos. Así como sus nietas Alba, Nora y Maira. Tres generaciones de carnavaleros. Casi nada.
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