Incubazul prepara ya su ‘despesque’ económico y tecnológico en Cádiz

El presente y el futuro están el mar

Emprendedores de tres de las 80 empresas emergentes aceleradas por esta incubadora explican sus proyectos y su experiencia en este gran estero económico y tecnológico que ya está dando frutos

Un tercio está ya facturando y un 31,8%, trabaja ya en fase de producto mínimo viable

Incubazul alcanza las 80 empresas en la Zona Franca de Cádiz

Incubazul de Cádiz es la mejor Iniciativa Emprendedora por el Clúster Marítimo-Marino de Andalucía

Cuatro de los emprendedores de tres de las ochenta empresas hasta ahora alojadas en Incubazul, en la sede del proyecto en la Zona Franca de Cádiz.
Cuatro de los emprendedores de tres de las ochenta empresas hasta ahora alojadas en Incubazul, en la sede del proyecto en la Zona Franca de Cádiz. / Julio González

España es el estado europeo que generó más empleos en el ámbito de la economía azul, según The Blue Economy Report 2022, un informe elaborado por la Dirección General de Asuntos Marítimos y Pesca de la Comisión Europea. Es, además, el primer país en creación de puestos de trabajo en sectores como el turismo marino y costero, con 634.580 empleos, y el de recursos biológicos marinos, con 118.709. España es también el primer estado miembro de la Unión Europea en generación de Valor Añadido Bruto (30.422 millones de euros) en este mismo ámbito, seguido de Alemania, con 29.992 millones, e Italia, con 23.799.

En Andalucía, la economía azul aporta en torno a 17.000 millones de euros, representando el 10,5% del Producto Interior Bruto, con la generación de nada menos que 300.000 empleos, solo por detrás de Cataluña en territorio nacional.

El punto central de la economía azul es transformar algo que está localmente disponible en algo que tendrá mucho valor agregado. Este es el verdadero motor de la economía, porque cuando tienes más valor agregado puedes vender bien, puedes generar empleo, puedes tener un multiplicador en tu economía. Eso es lo que la economía azul pretende ser”. Así lo explicaba a este periódico Gunter Pauli, creador del concepto, antes de participar en Innovazul, un evento organizado por la Universidad de Cádiz en 2022 en su segunda edición. El empresario y activista global contra el cambio climático dio la conferencia central en el reciente Blue Zone Forum, organizado por la Zona Franca de Cádiz. Este evento convirtió a la capital gaditana en el epicentro nacional e internacional de la economía azul el pasado mes de noviembre.

En todo este contexto se enmarca Incubazul, una incubadora de empresas emergentes (start-up), que impulsa ya en su cuarta convocatoria la Zona Franca de Cádiz y bajo cuya cúpula germinan y/o aceleran su crecimiento los proyectos de 80 firmas en una especie de estero de alta tecnológía que va estando cada vez más cerca de dar sus frutos, de su despesque económico y esperemos que de empleo. Un tercio de ellas está ya facturando y un 31,8%, trabaja ya en fase de producto mínimo viable (MVP)”. Muchas de ellas estuvieron presentes en el Blue Zone Forum.

Diario de Cádiz ha conversado con los responsables de tres de estas empresas emergentes, cada una en su particular etapa de crecimiento: Sarah Pérez, CEO [directora ejecutiva] de Gibraldrone Studios; Alberto Duro Aguilar y José Luis Rodríguez Aragón, cofundador y director financiero, respectivamente, de Archangelus Systems y Javier Jiménez de la Jara, director de Desarrollo Técnico de Canonical Green.

Gibraldrone Studios, filmaciones imposibles y marketing tecnológico

Gibraldrone Studios se define como una empresa pionera en el uso de drones, especialista también en realidad virtual y en otras nuevas tecnologías con especial protagonismo en el sector marítimo. “LLevamos funcionando desde principios de 2019. La empresa la tenemos dividida en dos: la parte industrial, desde la que hacemos trabajos para la economía azul y la de marketing tecnológico”, explica Sarah Pérez.

“Hacemos filmaciones aéreas con drones, por ejemplo, de aerogeneradores; y submarinas, con drones ROV (Remotely Operated Vehicle) [Vehículos tripulados remotamente] en inspecciones subacuáticas de estructuras para el Puerto de Algeciras”. Además, esta empresa con sede en San Roque añadió a finales del año pasado su propia agencia de marketing tecnológico, “con la que complementamos la parte industrial con nuestro conocimiento de las nuevas tecnologías”, explica la fundadora de Gibraldrone Studios. “Trabajamos con realidad virtual, con imagen 3D y 360º y todo lo que conlleva el marketing 4.0. Asesoramos a la empresa desde cero y le añadimos toda la parte tecnológica, que es nuestro fuerte”, añade Sarah Pérez.

La firma trabaja para organismos públicos, como la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras, pero también para empresas privadas en general y del sector médico, en particular. “Hace dos años entramos en el sector dental con un partner [socio] y acabamos de crear la primera clínica dental virtual del mundo, que ha roto los esquemas del sector [Soho Dental está en las Torres de Hércules, en Palmones, Los Barrios]. La hemos digitalizado y virtualizado y la estamos preparando para incorporarla en el metaverso, donde brindará servicios de teleodontología, que permiten consultas online con el dentista, reduciendo el número de visitas. Tambiñen hemos creado un market place [una plataforma de tiendas online], en la que cualquier proveedor puede entrar”.

Sarah Pérez, CEO [directora ejecutiva] de Gibraldrone Studios.
Sarah Pérez, CEO [directora ejecutiva] de Gibraldrone Studios.

"En Gibraldrone Studios hacemos grabaciones aéreas y subacuáticas y también creamos la primera clínica dental virtual del mundo”

Sarah Pérez

CEO de Gibraldrone Studios

Desde Gibraldrone Studios están en condiciones de digitalizar cualquier instalación industrial. “De hecho, Incubazul está digitalizada por nosotros”, aclara Sarah Pérez, que es diplomada en Economía, en la especialidad de marketing y finanzas. Confiesa que se crió “en una familia muy tecnológica y desde muy pequeñita desmontaba y montaba ordenadores”. Además, la CEO es piloto, instructor y examinador de drones y directora de su propia escuela. En este punto, Sarah Pérez alienta a acercarse a este mundo, “porque es una profesión muy demandada en muchos sectores a la vez que muy versátil”. Por unos 300 euros es posible recibir un curso de grado medio.

Cuando se le pregunta por la filmación con drones más difícil que ha afrontado, no lo duda: la de un dique exento en el Puerto de Algeciras, con una especie de pozos de hormigón de seis o siete metros de profundidad y un metro de grueso de pared. “Eran unos 250 pozos a lo largo de dos kilómetros que daban a la cara del mar donde rompían las olas”, recuerda. Los ingenieros de Gibraldrone Studios tuvieron que idear, diseñar y construir un dispositivo especial que permitiese volar a los drones dentro de ellos. “En unos cuatro días conseguimos un material gráfico de unos 300 gigas en 6K y en 360º”, precisa, “con lo cual parecía que estábamos dentro de cada uno delos pozos”. También fue la primera empresa que sobrevoló la frontera con Gibraltar por encargo de un cineasta británico para un documental.

En la empresa trabajan dos personas con carácter fijo, Sarah y un socio principal, que es ingeniero, y subcontratan según proyectos, pero esperan crear como mínimo dos puestos de trabajo más el año que viene. Gibraldrone Studios se autofinancia con fondos propios pero ahora están considerando incorporar inversión externa. “Vamos sacando beneficios y vamos reinvirtiendo en la empresa, que es nuestra filosofía”, apunta Sarah Pérez.

La CEO asegura que fue Incubazul quien les llamó, “sobre todo por nuestro perfil innovador y tecnológico”. En la incubadora de start-ups de la Zona Franca dice haber encontrado “mucho respaldo y nos ha permitido pulir algunas áreas de la empresa como las relacionadas con la organización y la comunicación, afianzar mucho nuestra agencia de marketing tecnológico y evaluar varios side projects [proyectos paralelos o secundarios] que teníamos ahí en el cajón, para ver si tenían viabilidad. Hemos hecho muchas pruebas de ensayo error”. No obstante, antes de fundar la empresa Sarah Pérez disponía ya de una amplia experiencia laboral en firmas internacionales como Vopak, dedicada la gestión y almacenaje de hidrocarburos presente en más de 80 países, en empresas británicas y en banca.

Llegar aquí no ha sido fácil porque el emprendimiento no siempre es un camino de rosas y yo, como mujer, estoy en un sector muy guerrillero, muy masculino. Pero querer es poder. También porque, al ser una empresa tecnológica, siempre tenemos que ir adaptándonos a los tiempos y por delante”.

Start-ups o el vértigo de un crecimiento rápido

Pero, ¿qué es exactamente una start-up? “Una empresa emergente, generalmente de base tecnológica y se diferencia de una empresa normal por la velocidad en el crecimiento a la hora de la financiación, de sacar el producto, de expandirse; es todo muy rápido y muy dinámico”, responde Alberto Duro Aguilar, cofundador de Archangelus Systems. “Eso tiene que suceder en solo dos o tres años, por lo vertiginoso de los mercados en los que operan y porque necesitan de una inversión fuerte”, añade José Luis Rodríguez Aragón, director financiero de la firma. “Suelen ser empresas tecnológicas muy pequeñas, con pocos empleados, que buscan ser lo más ágiles posible en el menor tiempo posible para expandirse lo más rápido posible y así intentar hacer frente a otras empresas del mercado”, contesta Javier Jiménez de la Jara, director de Desarrollo Técnico de Canonical Green.

La primera de las firmas se dedica a la aplicación de soluciones tecnólogicas avanzadas para mejorar la seguridad en situaciones de emergencia en el mar, acortando el tiempo que dispone una persona para salvar la vida en caso de catástrofe. Sus proyectos más emblemáticos son un sistema de luminarias y sonidos que agilizan la evacuación de una embarcación o de un recinto en caso de incendio, colisión o naufragio y lo que denomina el airbag del mar, un dispositivo de localización de embarcaciones, fundamentalmente pequeñas, no dependiente de internet, que recorta el tiempo de rescate del navegante. La empresa comenzó a fraguarse en 2019.

En Canonical Green fusionan la ciencia de datos con el compromiso de desarrollo sostenible. Su producto insignia es Green Navigation, que actúa como el Google Maps ecológico para el mar. Utilizando predicciones climáticas avanzadas y algoritmos de última generación identifica rutas marítimas que maximizan eficiencia y sostenibilidad. La firma se fue gestando a partir de 2021, pero se fundó el año pasado.“La principal ventaja que hemos encontrado en Incubazul es la posibilidad de que la formación sea a la carta cuando necesitas de un mentor o de una rama específica. Esa es la diferencia que hemos visto respecto a otras incubadoras”, explica Alberto Duro. “Nosotros tenemos un perfil bastante técnico; somos matémáticos, físicos e informáticos, y nuestro principal escollo es el financiero. En lo jurídico nos ha ayudado mucho Incubazul, como con el espacio físico de trabajo y en los eventos”, responde Javier. A los responsables de ambas firmas el Blue Zone Forum les brindó la oportunidad de reunirse con potenciales inversores privados El evento también propició contactos con otras firmas y profesionales del sector, publicidad a los proyectos e incluso formación respecto a la captación de inversiones.

¿A partir de qué mimbres económicos se monta una de estas empresas? En el caso de Archangelus, cada uno de los cuatro socios fundadores aportaron unos 30.000 euros y un quinto inversor, 50.000. En el de Canonical Green, partieron de unos 100.000 euros en concepto del tiempo dedicado a ella por sus tres socios durante un año, si bien disfruta de una ayuda pública, concretamente del Ayuntamiento de Valencia.

Pero hablemos ahora de la actividad concreta y de los proyectos de cada una de estas dos empresas.

Archangelus Systems, la luz que te guía en una catástrofe

Alberto Duro Aguilar y José Luis Rodríguez Aragón, cofundador y director financiero, respectivamente, de Archangelus Systems.
Alberto Duro Aguilar y José Luis Rodríguez Aragón, cofundador y director financiero, respectivamente, de Archangelus Systems. / Julio González

"En Archangelus Systems trabajamos en el ‘airbag del mar’ y en un sistema de evacuación de emergencia que salvará vidas”

Alberto Duro Aguilar

Cofundador de Archangelus Systems

La semilla de Archangelus Systems, con sede en el polígono exterior de la Zona Franca de Cádiz, brotó a partir del accidente del Costa Concordia el 13 de enero de 2012. “A raíz de aquello, mi compañero Carlos, que es marino como yo, diseñó un sistema para que en caso de que ocurriera un accidente en el mar, un sistema de luminarias sensorizadas nos sacaran al lugar más cercano seguro”, explica Alberto. El sistema lleva un software que reconfigura las vías de evacuación en función de que las circunstancias vayan cambiando. “Y un día nos preguntamos: ¿por qué solo en el mar? Esto funcionaría también en centros comerciales, hoteles, hospitales... en cualquier lugar que necesite de un plan de emergencia y de evacuación. De hecho, nuestra primera prueba piloto fue en un centro médico de San Fernando y pronto vamos a hacer un estudio para una mina”, añade. Entre una cosa y otra, cedieron de manera desinteresada el sistema a la Armada Española, que les otorgó un premio a la innovación en 2020.

Sin embargo, ese no fue el proyecto con el que ingresaron en Incubazul. Fue con otro que surgió a raíz de un suceso que les conmocionó como padres y como aficionados a los deportes náuticos: un accidente en el que perdió la vida una niña que participaba en una excursión en kayak junto con otros nueve compañeros más y su correspondiente monitor. “Entonces nos pusimos a trabajar en lo que hoy es el Sistema Tritón, una especie de baliza que puede ir en el chaleco salvavidas o en la embarcación, que no necesita internet para funcionar, y gracias al cual puedes tener geolocalizados por GPS todos los dispositivos”, explica Alberto. “Además, si alguien se aleja del máster o algo se acerca y puede colisionar, salta la alarma. Y si caes al agua, lleva un botón SOS que da posición al resto de los compañeros”, aclara. “Lo que queremos hacer nosotros es el airbag del mar y que esté al alcance de todos los bolsillos”, resume el cofundador de Archangelus Systems.

“Sí que hay en el mercado dispositivos con funciones parecidas, pero son muy tecnológicos y, sobre todo, muy caros. Como el sistema el que llevan los buques de la Armada. Estamos hablando de millones de euros frente a unos cientos de euros”. “Hoy lo que existen son las radio-balizas personales, que son dispositivos pequeñitos que puedes llevar encima pero que lo único que hacen es geolocalizarte”, añade José Luis. “Lo que buscamos es un dispositivo más completo, que integre muchas funciones, que esté al alcance de todos los bolsillos”.

La invención y la ventaja competitiva está en que no nos hace falta internet, en que en nuestro dispositivo usamos un sistema de comunicación de largo alcance, el LORAN [Long Range Navigation], que viene a ser vomo un bluetooth o una wi-fi”, resume simplificando Alberto. “Esto lo pueden utilizar los padres para tener vigilados a sus hijos desde la playa cuando vayan en kayak, pero es aplicable a embarcaciones neumáticas, a tablas de kitesurf, windsurf, paddle surf...”, apunta José Luis.

Aunque todavía no han sacado al mercado el sistema, sí que cuentan ya con el interés de los clubes de vela del entorno y de Centros Náuticos como el Elcano; de la mayoría de las empresas de embarcaciones de recreo de Sancti Petri y tienen invitaciones para darlo a conocer en Puerto Sherry, en Valencia y en un puerto pesquero gallego. Tanto el software como el hardware lo tienen ya listo y están en contacto con una empresa para que les haga un diseño funcional y atractivo de la carcasa. Una vez lo tengan, comenzarán con las pruebas de testeo y luego con los clientes. “Un problema es que la legislación va muy, muy, muy por detrás de la tecnología y estamos hablando de un sistema de evacuación que puede salvar vidas; por eso estamos pendientes de certificados y otros trámites legales”, explica Alberto.

Respecto al proyecto de las luminarias ya han mantenido contactos con Navantia. Ahora planean comenzar a trabajar con inteligencia artificial, pero en esto último prefieren ser muy prudentes y esperar a que se consolide una tecnología todavía muy incipiente.

Canonical Green proporciona la ruta náutica óptima

Javier Jiménez de la Jara, director de Desarrollo Técnico de Canonical Green.
Javier Jiménez de la Jara, director de Desarrollo Técnico de Canonical Green. / Julio González

"En Canonical Green ponemos en marcha el Google Maps ecológico del mar, capaz de reducir hasta un 10% el coste de combustible”

Javier Jiménez de la Jara

Director de Desarrollo Técnico de Canonical Green

“En Canonical Green lo que hacemos con Green Navigation es calcular la ruta óptima que debería tomar un barco en el mar”, explica Javier Jiménez de la Jara. “La ruta óptima la definimos como en la que se usa menos combustible, en la que se emplea menos tiempo o la que es más segura. Igual que en Google Maps, puedes elegir la ruta que cuesta menos dinero, la que tarda menos o la que más te convenga. Al fin y al cabo el mar también tiene sus propias carreteras. Y es que los datos meteorológicos o las corrientes específicas definen esas rutas óptimas”, aclara este joven ingeniero informático.

Utilizando este sistema podemos conseguir una reducción de entre un 5% y un 10% del coste del combustible y, por tanto, de sus emisiones. El combustible vale ahora unos 600 euros cada tonelada y supone un 60% del coste total de mover un barco de un sitio a otro. Además, desde el punto de vista ecológico, la industria naviera es una de las más eficientes, pero también de las que más combustible consume, de las que más contamina y de las más usadas para el transporte de mercancías. A partir de 2024, la Unión Europea va a comenzar a imponer unas tasas por cada tonelada de CO2 que se ha emitido. Así que llegará un punto en que servirá, no solo para reducir costes en combustibles y emisiones contaminantes, sino también las tasas que habrá que pagar”.

Canonical Green nace de la competición Ocean Hackathon, en 2021, en la que se alzaron ganadores de este desafío internacional de desarrollo de negocio en economía azul. Esto los motivó y a partir de ahí empezaron a desarrollar proyectos. Entraron en Incubazul en su primera convocatoria, a comienzos de 2022. Han sido seleccionados por “The Arch” como uno los 100 mejores proyectos para la transición ecológica a nivel europeo. Después fueron elegidos como los autores de una de las cinco mejores ideas y presentaron su proyecto en el Parlamento Europeo este mismo 2023. Su equipo lo componen actualmente tres personas del entorno académico y universitario, pero prevén incluir perfiles vinculados al negocio y al comercio.

“Las rutas más interesantes a la hora de experimentar todo esto son las transoceánicas, las más largas porque aparte de que te puedes encontrar con más casuística, al ser más largas también favorece que podemos optimizar más tramos de esa ruta”, argumenta Javier. “Ahora mismo lo hacemos todo simulado; tenemos ingenieros navales que lo han hecho y estamos comenzando una experiencia piloto real con la naviera Boluda. Ya hemos hecho pruebas con ellos. Sería en la línea de remolcadores, que aparte de las embarcaciones que trabajan en los puertos, tienen otros que hacen rutas muy largas, de una punta a otra del mundo a una velocidad muy lenta”·.

¿En qué momento está el proyecto? “Hasta ahora hemos estado desarrollando el producto y hemos tenido contactos con Navantia y con varias navieras pero de momento no tenemos nada cerrado”, responde el ingeniero informático.

¿Sería posible conseguir las cero emisiones en el transporte marítímo?Creo que sí, que se podrá llegar a las emisiones cero en el mar, pero dependerá de cómo evolucione el sector. Los combustibles ecológicos no producen CO2, pero sí otros gases dañinos para el medio ambiente. Hay otras opciones: proyectos de mover barcos con placas solares, con velas, incluso integrados en los que ya funcionan a motor. Hemos estudiado esto. Es complicado, sobre todo en los grandes buques, pero sí que se puede. También navegar más lentos podría reducir el consumo de los barcos. Lo bueno de nuestro proyecto es que siempre se puede ahorrar combustible o se puede aprovechar mejor el viento".

stats