"La buena política es una urgencia"

Javier Anso · marianista ex director de san felipe neri

Humanista y dialogante. Llegó a Cádiz en los turbulentos años del final del franquismo y abrió San Felipe Neri a toda la sociedad y al diálogo

Javier Ansomarianista ex director de san felipe neri"La buena política es una urgencia" / Lourdes De Vicente
José Antonio Hidalgo

22 de abril 2018 - 11:24

CÁDIZ es un viene y va para Javier Anso. Nacido en San Sebastián en 1948, el gaditano colegio de San Felipe Neri ha estado presente en diversas épocas de su vida. Ahora retorna para clausurar, el próximo martes, los actos del 125 aniversario de los marianistas en Cádiz, abriendo un paréntesis en su estancia en Cuba, en la que se encuentra desde hace seis años.

-¿Qué tal por Cuba?

-He pasado cinco años en Camagüey y ahora me encuentro en Pinar del Río, conociendo un país hermoso con gente muy valiosa. Bien acogido porque, dicen, me dan el cariño que no te puede dar la familia ausente.

Estoy bien a pesar de que se vive una situación delicada, compleja, de cambio. Y en esta situación debemos estar cerca de la gente, siempre conscientes de que como extranjeros no debemos implicarnos en determinadas cuestiones .

El cubano es un pueblo admirable, muy resistente, aunque el bloqueo no ayuda a nadie.

-¿Cuál es su trabajo en la isla?

-Formar parte de la comunidad marianista. He sido delegado de educación católica y ahora estoy en el equipo diocesano. Desde 1961 no hay colegios católicos en Cuba, por lo que nos centramos en la educación no formal, desarrollando muchas actividades.

-¿Cómo vive la Iglesia Católica dentro de un régimen como el cubano?

-La relación se ha ido normalizando, aunque todavía hay espacio para mejorar. En Cuba hay libertad de culto, pero no tenemos todavía un espacio público dentro de la sociedad. La Iglesia no tiene acceso a los medios de comunicación públicos. Apenas se retransmiten por televisión dos a tres misas al año. Hay caminos que trazar y aunque todo va muy lento, vamos avanzando.

-Usted vivió la apertura de Estados Unidos respecto a la isla de Cuba en la etapa de Obama y, ahora, la marcha atrás con Trump.

-El 17 de diciembre (con el anuncio de la apertura de relaciones entre los dos partidos) fue maravilloso. Un día de alegría y esperanza. La Iglesia se unió a la alegría tocando las campanas.

Fue un auténtico gozo, la gente no se lo creía. Poco a poco se fueron dando pasos. Hasta que llegó Trump. Nadie se creía su elección, con la incertidumbre de lo que iba a pasar, con una marcha atrás que no ayuda a nada; ni tan siquiera la oposición lo considera bueno, porque es el pueblo el que sufre.

-Y ahora la isla está en pleno proceso de cambio, con la salida de los Castro de la presidencia del país.

-Miguel Díaz-Canel (el nuevo presidente en sustitución de Raúl Castro) está muy unido al propio Raúl, que sigue siendo el secretario general del Partido Comunista. Pero él creció tras la revolución, no es militar y aunque comparte la ideología supone un cambio generacional.

Si hay cambios se irán produciendo poco a poco. El propio Raúl era diferente a Fidel. Lo que sí es impensable es que se produzcan cambios radicales, con la aprobación de los partidos políticos. Para la gente es más prioritario el cambio económico, con la autorización de actividades privadas.

-¿Qué imagen tiene España entre los cubanos?

-Es muy querida. Aquí se habla de la madre patria y la gente habla de sus raíces españolas. A nivel económico durante años fue importante la presencia hotelera, ahora hay inversiones en cuestiones más técnicas, como energías alternativas. Y en los supermercados empiezan a llegar productos con el sello de España.

Cuba siempre espera la visita de los reyes. Cualquier iniciativa de aproximación entre los dos países será muy bien venida.

-Usted llega a Cádiz por primera vez en 1971 como subdirector del colegio mayor Chaminade. Estamos en la etapa final del franquismo, con lo que ello supone de movimiento social tras una larga dictadura.

-Cuando llegué a Cádiz me encontré una sociedad muy viva, con ganas de cambio, como ya lo había vivido en Madrid. En una situación general de ansias de cambio fue muy natural incorporarme al mismo. Además, al frente del colegio había un equipo que era también sensible a estos temas.

Pusimos en marcha un espacio de expresión, de reunión de diversos colectivos.

-Aquí se presentó la Platajunta Democrática en 1976, con la actuación de la Policía Armada.

-Fue un acto también de apoyo a la amnistía. Fue el acto más público, pero aquí había ya mucho trabajo. Yo escribí entonces un artículo en Diario de Cádiz con el título de 'Hospitalidad como deber cívico'. Era el preámbulo de la democracia y la gente necesitaba hablar, tratar sus diferencias. Era un deber para todos nosotros.

Recuerdo un acto que para mí fue muy importante. Llegaron aquí gente de la falange muy angustiados. Su líder nacional, Cantarero del Castillo, iba a dar una conferencia en la plaza de España pero le habían denegado el local. Acudieron a San Felipe Neri porque aquí vieron un espacio para acogerlos. Y así fue. Porque no teníamos ninguna línea política; era un espacio a favor de la democracia.

-¿Y sus superiores estaban de acuerdo con esta forma de actuar en Cádiz?

-La educación y el respeto es una norma de los colegios marianistas. Tras escuchar lo que hacíamos en el centro de Cádiz, vinieron, hablaron y vieron. Y no nos cambiaron nada.

-Esta apuesta de San Felipe Neri en apoyo de la democracia en tiempos tan complicados puede llamar la atención a quienes durante años han considerado a San Felipe como un centro elitista.

-Este ha sido un colegio de clase media, aunque en Cádiz han existido otros centros religiosos más populares, como La Salle o los salesianos. El obispo Calvo y Valero, que consideraba la educación como una forma de regeneración nacional, quería un colegio en Cádiz para la clase acomodada y pidió la llegada de los marianistas. Aquí vive una sociedad liberal, más mercantil, más igualitaria. Siempre hemos sido abiertos, con una importante política de becas.

La fama de pijo que nos pueden poner algunos puede que sea porque a lo mejor alguna vez hemos metido la pata. En 125 años de existencia hay luces y sombras; con más luces, y pidiendo perdón por las sombras.

-Ha conocido usted a los jóvenes gaditanos de los setenta y los que afrontaban sus estudios ya en la primera década de este siglo. ¿Cómo han evolucionado?

-La verdad es que soy muy poco analista. En los años setenta había mucha efervescencia. En 2006 (cuando retorna a Cádiz como director del centro) la juventud ya se notaba más pasiva. Sus padres y sus abuelos habían luchado por ellos para conseguir una sociedad más cómoda. Eso produjo jóvenes con menos ambiciones, sin ganas de comerse al mundo, con menos tensión por superarse.

A todo ello se le ha unido la crisis económica, que ha roto las expectativas de mucha gente. Por eso ahora queda mucho por hacer. Hay que ilusionar a los jóvenes pero con sentido de la responsabilidad. Necesitamos que la gente asuma su responsabilidad pero desde pequeños. Ahora vengo poco por España pero da la impresión de que no hay ilusión por el futuro, por lo que necesitamos seriedad y responsabilidad y luchar contra el efecto devastador que ha tenido la crisis.

-Usted ya hablaba en 2007 de que vivíamos en "una democracia de baja intensidad". La cosa no ha mejorado, sino que ha empeorado .

-Es cierto que se ha bajado más y que hay cosas que nos desmotivan. La buena política es una urgencia. Los políticos no son seres especiales. Hay que prepararles desde la cuna. Para que tengamos una estructura de honestidad y de valores hay que trabajar en construir la propia sociedad y no trabajar para destruirla. Porque la peor democracia se cura con más democracia, no con atajos y salvadores. Aquí la educación juega un papel fundamental. Y la familia, la escuela, la sociedad, la iglesia, las ONG. Es fundamental una sociedad unida que sea capaz de ver dónde estamos y qué hijos estamos dejando al mundo. No es tiempo de almohadas, es tiempo de estar despiertos.

-¿Y qué me dice del Papa Francisco? Está intentando cambiar cosas de la Iglesia, aunque le está costando.

-El Papa Francisco ha sido una sorpresa muy grande. Es una persona que está cercana a la realidad, que no la teme. Él no impone éticas a nada ni a nadie, no condena. Ha sido capaz de despertar un ambiente de confianza, aunque poner en práctica todo lo que dice es más complicado.

Lanza un mensaje de fraternidad que escuchan también otras religiones. Él es una gran ayuda que hemos recibido en tiempos que nos hacía falta.

-El próximo martes habla usted de 'La presencia marianista en Cádiz' (a las seis de la tarde en el salón de actos del colegio San Felipe Neri) .

-Los marianistas tenemos muchos motivos para estar reconocidos a Cádiz, que en dos ocasiones salvó la continuidad del colegio. Ahora he hablado con miembros de la comunidad aquí en la ciudad, todos ellos de otros puntos del país. Y todos coinciden en decirme que, a lo largo de toda su carrera y estancia en todo el país, nunca han estado tan bien acogidos como en Cádiz (ciudad que ha otorgado el título de hijos adoptivos a destacados marianistas).

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