"En Cádiz no se aprovecha gran parte del patrimonio"
José Ramos Muñoz. catedrático de prehistoria de la UCA
El profesor e investigador valora los hitos de la UCA en importantes investigaciones como la cueva de Ardales, que hace unos días apareció en medios de todo el mundo
José Ramos (Málaga, 1960) participa en la actualidad en nombre de la UCA en una trascendente investigación que tambalea los manuales de la prehistoria y adelanta hasta en 20.000 años el origen del arte a cargo de los neandertales. El catedrático de Prehistoria narra el hallazgo publicado en medios de todo el mundo y otros de su relevante carrera en Cádiz.
-¿Qué le trajo a Cádiz?
-Una plaza de profesor en la UCA, en la facultad de Filosofía y Letras. Estudié en Málaga Historia y me doctoré en la Universidad de Sevilla con el doctor Enrique Vallespí. Trabajaba en Prehistoria y con el Instituto Arqueológico Alemán, en la Axarquía de Málaga y en Porcuna, Jaén, con el profesor Juan Arteaga, que ha sido catedrático de Prehistoria en Sevilla. En el año 88 salió una plaza en la UCA, me presenté y la gané. Al estar en Cádiz y ver el potencial que había quise quedarme.
-Desde entonces ha compaginado la labor docente con el trabajo de campo. ¿Con qué se queda?
-Creo que para un profesor es imprescindible investigar porque no te adocenas y te mantienes al día. Y al dar las clases piensas en lo que estás trabajando. Además, lo interesante al trabajar con los alumnos es que es intergeneracional. Si se une la veteranía del mayor con la fuerza de la juventud esto es imparable, como ocurre en Alemania y Francia, que funciona mejor que aquí, que trabaja gente de mi edad de 60 años, jóvenes ya consolidados en torno a 40 años y jóvenes que empiezan las tesis, y esto ya es una maquinaria de hacer historia. Por eso me gustan las clases, pero soy investigador.
-¿Y cómo ven sus alumnos el futuro?
-Hay de todo. Puede haber visiones muy agoreras hacia la juventud porque no lo tienen fácil. Vivimos en una sociedad competitiva y quien hace esto no se hará rico, pero si le gusta, será feliz. Encontramos a gente despistada pero a mucha gente buena, muchachos y muchachas con mucha vocación, que llega con idiomas, gente muy válida.
-Con usted al frente, la UCA codirige uno de los descubrimientos más importantes realizados en el ámbito de la Prehistoria. Se adelanta el origen del arte en 20.000 años. ¿Cómo ha vivido este mediático hallazgo?
-El hallazgo es seguro, encima del arte se deposita calcita y esto se puede datar por uranio-torio, que es como un reloj biológico tan fiable como el carbono 14. Nos ha dado 20.000 años anterior a lo que se conocía tradicionalmente. Ahora nos han pasado el resultado de 36 dataciones más que se suman a las primeras 54, y lo convierten en incontestable. Es algo muy potente que conlleva a que van a cambiar los manuales de Prehistoria: son manifestaciones gráficas que indican que grupos humanos han cogido ocre y han hecho signos de comunicación. La humanidad actual nos consideramos descendientes de los homo sapiens, y los neandertales se quedaron en el camino, y la historia la cuentan los vencedores. Ahora se ha humanizado la visión del neandertal. El hombre moderno es el autor del gran arte, pero estos grupos humanos tienen manifestaciones y de ahí el interés que ha suscitado a nivel internacional, en toda la prensa, a raíz de publicarse en Science. Y todo desde una universidad pequeña como es la UCA, así que es una gran satisfacción saber que se pueden hacer cosas desde Andalucía pese a que aquí tenemos más dificultades.
-¿Puede decirse que la UCA es un referente fuera de España?
-La UCA claramente suena fuera. Aparte de estos trabajos hay varios proyectos internacionales. Proyectos como el de Benzú pudo poner a esta región -parte de Cádiz, de Málaga, de Ceuta y el norte de África- en el mundo de la Prehistoria, que antes no existía, con yacimientos que están en las mejores revistas.
-¿Nuestros jóvenes encuentran entonces más obstáculos que los de otros países europeos?
-Todos los jóvenes de otros países tienen sus becas y aquí nos falta mucho por recorrer. Los franceses, los alemanes y los ingleses lo tienen mucho más fácil, pues sus gobiernos ayudan mucho más. Aquí se consigue gracias a que tenemos una estructura tribal de familia que apoya a la gente de forma tremenda. Pero, sin duda, el Estado y la Junta deberían invertir más en ciencia. Hay que salir al extranjero para formarte, pero lo ideal de un país es que sus alumnos se reintegren en las mismas universidades, consejos y museos. Debería haber un pacto nacional por la ciencia para evitar fugas de cerebros pues las instituciones europeas en el ámbito de la arqueología están llenas de jóvenes españoles. Es un lujo que no se debería permitir.
-¿Cuáles han sido sus hitos en el campo de la arqueología?
-Empecé en Jerez, en las terrazas del Guadalete, con estudios de las ocupaciones prehistóricas en la zona de las marismas; desarrollé colaboraciones con Francisco Giles de El Puerto, con José María Gutiérrez, del Museo de Villamartín y con Rosalía González, del Museo de Jerez. Pero mi primer proyecto propio y fuerte fue a primeros de los 90 en la banda atlántica de Cádiz. Comenzamos un proyecto de prospección y excavación en una batida que duró diez años por los términos municipales de San Fernando, Medina, Chiclana, Jerez, Barbate y Tarifa, y documentamos 186 sitios prehistóricos.
-Ya no se hacen este tipo de proyectos tan ambiciosos.
-Bueno, éste ocupó una década, salieron varias tesis doctorales y un libro muy bonito para la prehistoria de Cádiz. Se excavó el Estanquillo en San Fernando, el Dolmen de Alberite en Villamartín, que es una de las joyas de la provincia; la Mesa y la Esparragosa en Chiclana, que son poblados neolíticos muy ricos; en Algeciras el Embarcadero de Palmones, con una arqueología históricamente muy interesante. Y con María Lazarich también excavé en el Retamar, en Puerto Real.
-Otro de sus grandes proyectos fue Benzú.
-Eso fue en los 2000, que supuso un salto junto al profesor Darío Bernal. Vimos las relaciones con el Estrecho e hicimos la carta arqueológica del Norte de Marruecos gracias a la AECID (La Agencia Española de Cooperación). Hemos prospectado yacimientos entre Tánger y Tetuán. En paralelo, al ser de origen de Málaga, he mantenido estudios en las cuevas de Ardales, del arte, de prospección y ahora este último proyecto general de investigación con el Neanderthal Museum.
-¿Queda Ardales para rato?
-Sí, seguimos excavando hasta el año que viene. La clave es publicar en revistas internacionales y en monografías y generar libros en castellano. La arqueología se tiene que publicar porque excavar en parte es destruir, y tienes que documentar y publicar. Los arqueólogos no tenemos que tener ni una piedra, lo que estudiamos va a los museos.
-Lo cierto es que la arqueología despierta mucho interés en esta ciudad. Pero, ¿explotamos lo suficiente nuestro patrimonio?
-La arqueología interesa mucho porque es nuestro pasado y puede ser uno de los puntos fuertes para la industria cultural, pero en Cádiz no se aprovecha gran parte del patrimonio y no se le saca ni el diez por ciento de beneficio. Hay muchas formas de integrarla y en una zona con los problemas económicos que hay aquí no se hace. El ejemplo lo hemos tenido claramente en Ardales, un pueblo de 2.000 habitantes, donde la gente se apunta diariamente a visitar las cuevas. Hay que montar rutas y aunque se hagan jornadas de divulgación, la cultura hay que pagarla, a precios populares, pero hay que pagarla pues genera una industria.
-¿Por qué vendemos gratis nuestro patrimonio?
-Nada más que en Cádiz ciudad hay protohistoria, prehistoria, fenicios, romanos... ¿Cuántas rutas se podrían montar? Fácilmente quince o veinte sitios visitables. Pero falta dinámica de las administraciones que deberían aprovechar y aunar los hombros. En otros muchos sitios con mucho menos les sacan mucho más.
-¿Y qué rutas propone?
-Hay prehistoria en Concepción Arenal, el entorno de la Caleta con un yacimiento paleolítico que es musteriense y neandertal; en el Olivillo hay paleolítico y neolítico, toda la zona del casco antiguo cercano a la Viña y a la Caleta se ha excavado y construido, pero hay fórmulas para poner paneles, pequeñas vitrinas e integrarlo en la ciudad para rutas culturales con complementos como son los centros de interpretación y museos, que tendrían que estar interconectados. Le unen la riqueza fenicia, la riqueza romana y la historia medieval tan desconocida.
-¿Qué avances tenemos en el campo de la arqueología?
-Grandes avances técnicos hacia una arqueología preventiva. Por un lado la geoarqueología, que es muy útil para la arqueología urbana, que hace perforaciones pequeñitas y con diez centímetros permite conocer una estratigrafía geoarqueológica de hasta seis metros. Se está haciendo en San Fernando, por ejemplo, y se hizo en Cádiz. El georadar es muy bueno también y la UCA atesora este equipo y permite interpretar sin excavar. También existen unas cámaras térmicas que miden temperaturas y está siendo fundamental trabajar con estaciones total, que es como un aparato de topografía que ubica cualquier lítico pequeño en planta. El escáner láser también es importante. Pero hay que tener en cuenta que todas las técnicas tienen que estar al servicio de la historia. Los historiadores tienen que hacer las preguntas y usarlas bien.
-¿Qué excavaciones han marcado su trayectoria?
-El Dolmen de Alberite, el Retamar y le guardo un cariño tremendo al Estanquillo en San Fernando. Y Ardales, en el que llevo desde el 85 y sigue dando grandes sorpresas.
Una vocación que descubrió en su pueblo
José Ramos tuvo la suerte de descubrir su vocación de arqueólogo en el yacimiento Cerro del Mar y Toscanos, en su pueblo natal, Torre del Mar. Tenía apenas 18 años cuando el Instituto Arqueológico Alemán y los profesores Schubart y Arteaga lo acogieron como estudiante. "Primero empecé lavando cerámica, luego siglando y dibujando y con 18 ya sabía que quería ser arqueólogo". Junto a este equipo realizó otros muchos trabajos, aunque también ha tenido mucha influencia en su carrera profesional el profesor Enrique Vallespí. "Ha sido un sabio, ha dinamizado el Paleolítico en Andalucía y ha generado muchas vocaciones como la mía", reconoce el catedrático.
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