Juvencio Campo Fernández, un médico entregado a los demás en Cádiz
Retrato de otra época
El padre del arquitecto Alberto Campo Baeza compaginó su trabajo como coronel médico en el Hospital Militar con el consultorio del Seguro de Enfermedad en el barrio de La Viña
Fallece el doctor Juvencio Campo Fernández a los 104 años
En este Retrato de otra época hoy recorremos la biografía de un vallisoletano que se hizo gaditano por su profesión, Juvencio Campo Fernández, conocido por muchas generaciones como don Juvencio, padre del arquitecto de renombre internacional Alberto Campo Baeza.
Nació en Nava del Rey en 1908, y vivió en Cádiz, donde alcanzó los 104 años y donde está enterrado en el columbario de la iglesia de San Francisco.
Juvencio, con una cabeza privilegiada desde pequeño, era el menor de ocho hermanos, hijos de unos estupendos labradores de Castilla, Paulino y Cipriana. Estudió Medicina en Valladolid, donde, tras una brillante carrera con 19 matrículas de honor, acabó siendo profesor ayudante del catedrático de Anatomía Ramón López Prieto.
Decidió hacer oposiciones a medico militar y las ganó, por lo que tuvo que ir a Madrid a recibir el curso de adaptación en 1936. Fue destinado a Cádiz, adonde llegó en 1949. Se incorporó como el primer cirujano con plaza oficial del ministerio. Le acompañaría su mujer María Teresa Baeza, hija del arquitecto municipal de Valladolid, y tres de sus cuatro hijos: José, Ana María y Alberto. En sus comienzos viviría en la calle Cervantes hasta que en 1950 se trasladó al Campo de las Balas, cuyos pabellones inauguró.
El Campo de las Balas, al borde de La Caleta, era un lugar privilegiado: Unas viviendas militares en dos pabellones de tres plantas cada uno, con doce pisos en total, construidas por el general Bouzo y el ingeniero militar Lucini. Allí conviviría con las familias Arbolí, Sotomayor, Martín Baena, Suárez Cantón, Díaz Domínguez, Maira Paradela , Álvarez Cantos y Sánchez del Álamo, entre otras. Entre las casas y el Hotel Atlántico se encontraban los campos de deporte, en los que se podía practicar tenis, hockey sobre patines, baloncesto y fútbol. Estos años siempre los recordaría como los más felices de su vida, tanto por la ciudad, como por la familia, como por la etapa que le tocó vivir.
Ya en los años 60 se traslada a vivir con toda su familia a la plaza del Falla, al pabellón del cirujano del Hospital Militar hasta su jubilación. El hospital era llevado por las monjas de las Hijas de la Caridad, con sus tocas de alas blancas: Sor Adriana cantaba; Sor Trinidad Serrano (hermana del Padre Serrano, párroco de San Antonio) era la superiora; Sor Encarnación Jiménez de Corella estaba al frente del quirófano; Sor Emilia, en infecciosos, Sor Feliciana, en la cocina y Sor Francisca de Umbrete, en el costurero. Juvencio Campo las trataba a todas ellas como a su segunda familia.
Don Juvencio compaginó su trabajo en el Hospital militar con el del consultorio del Seguro de Enfermedad del barrio de La Viña y el del Seminario de San Bartolomé. Tras quedarse viudo se casó con Emilia Marco, que acompañaría al doctor Campo hasta su fallecimiento.
Los domingos por la tarde su casa era frecuentada por los canónigos de la Catedral de Cádiz, porque don Juvencio era también el médico del obispo de Cádiz y Ceuta.
Se jubiló en los años 80 del siglo pasado y falleció en el año 2012 con 104 años. Al cumplir los cien años recibió un homenaje del Colegio Médico de Cádiz, siendo el presidente Ricardo Miranda. Fue una persona de una gran profundidad religiosa que le transmitió a sus hijos y perteneció a la Adoración Nocturna.
Agradecimientos al hijo del protagonista de esta página, Alberto Campo Baeza, por su colaboración y por las fotografías.
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