La Laguna, del paraíso a la masificación
CÁDIZ, BARRIO A BARRIO
El barrio de la Laguna ha pasado de ser casi un paraje natural allá por los años 50 a convertirse en una zona totalmente colmatada de viviendas, sin apenas espacios libres para el ciudadano y con una carencia absoluta de zonas verdes. En el polo opuesto, se trata de un barrio con mucha vida y que cuenta con todo tipo de servicios. La profunda mejora a la que fue sometido en la época del PP ha quedado frenada en seco en los últimos años.
Derribado en La Laguna uno de los chalets más antiguos de Cádiz
Hay quienes llegaron a afirmar hace unos años que La Laguna era el barrio con mayor densidad de habitantes por metro cuadrado de Europa. Evidentemente, dicha afirmación deberíamos tomarla tal vez como una exageración, aunque sí nos vale para reafirmarnos en un dato que condiciona en gran medida la vida de sus habitantes. Y es que La Laguna es, a día de hoy, el barrio de Cádiz más densamente poblado.
Teniendo en cuenta esta premisa, es fácil imaginar que su carencia principal sea la falta de espacios libres y zonas verdes. En el polo opuesto, sin embargo, puede presumir de contar con todo tipo de servicios e incluso con equipamientos carentes en otros barrios.
Pero el presente de La Laguna nada tiene que ver con su pasado, al menos el que se vivía hace apenas medio siglo. Por aquel entonces, en cierto modo cercano, las construcciones que predominaban eran chalets, que contaban incluso con pequeños terrenos o jardines dentro su parcela, especialmente entre las actuales calles Pintor Ribera y Velázquez.
Aquellas pequeñas construcciones veían como “gigantes” los bloques del patio de Santa Teresa, los cercanos de la Luz y el Agua, los de la calle Sorolla o los de la Plaza Madrid, que fueron de los primeros que se construyeron. Luego llegarían nuevas promociones en el entorno de la calle Santa Teresa, considerada el límite de La Laguna hacia el norte, y Pintor Zuloaga. El boom inmobiliario de esta zona se produjo, sin embargo, entre mediados y finales de los años 70, fecha en la que Martínez del Cerro construyó tres grandes bloques, con nueve portales, en la calle Goya. A partir de ahí, el derribo de los chalets fue cada vez más frecuente para dar paso a grandes bloques de viviendas.
A paso acelerado se fue perdiendo ese encanto que tenía La Laguna, donde raro era quien no conocía incluso por su nombre al propietario de cada chalet.
Los partidos de fútbol en la calle ya no eran tan fáciles de jugar. Los coches lo interrumpían cada vez con mayor frecuencia. Eso sí, todos pasaban lentamente porque la inmensa mayoría de las calles no estaban asfaltadas, sino que eran de tierra y con un estado de mantenimiento lamentables. Los días de lluvia, el balón se cambiaba por sentarse en un escalón para advinar qué y cuántos coches se iban a quedar atascados en los enormes charcos. Curiosamente, una de las últimas calles en asfaltarse es hoy en día la vía principal de La Laguna, como es Pintor Zuloaga.
Antes de entrar en el presente, es obligado rerferirse al lugar más emblemático del barrio, el estadio Carranza. En aquella época, que va de los años 70 a los 90, el estadio sólo servía para dos cosas. Por una parte, obviamente, para los partidos que disputaba el Cádiz. Ypor otra, para aparcar en los alrededores, especialmente en la zona de preferencia y fondo sur. Y poco más.
No hay que olvidar que el Carranza estaba encajonado entre la vía férrea y la Telegrafía sin Hilos y que en sus bajos no había comercios, como sí sucede ahora.
El aparcamiento y el tráfico fueron, precisamente, de los primeros problemas que tuvo que soportar el barrio. No hay que olvidar que, debido al alto nivel freático, la mayoría de bloques de viviendas carecen de garaje subterráneo, algo impensable en la actualidad.
Y en cuanto al tráfico, el problema era más por el deficiente estado de sus calles, con muchas sin asfaltar, que por la cantidad de coches que por allí transitaban.
Pero tras años de abandono, el barrio sufrió en un corto periodo de tiempo una gran transformación. Ya en la época de Carlos Díaz (PSOE)se dieron los primeros pasos, aunque fueron claramente insuficientes. La verdadera mejoría llegó con Teófila Martínez (PP).
En apenas unos años, y en una primera etapa, el barrio avanzó a pasos agigantados. Se renovaron prácticamente todas las calles principales y algunas secundarias (Velázquez, Pintor Zuloaga, Plaza Esquivel, parte de Murillo y Santa Teresa, Alonso Cano, Miramar...), se construyeron nuevos parques (Reina Sofía, Pintor Menéndez...), se ordenaron decenas de aparcamientos en diferentes calles e incluso se puso solución,en parte, a uno de los grandes problemas del barrio, la falta de aparcamientos subterráneos.
En este apartado, aunque pudiera parecer un mal menor, el nuevo parking de la Plaza Reina Sofía, cuyas obras por cierto fueron eternas, trajo consigo importantes y beneficiosos efectos colaterales.
Fue una operación a tres bandas. En primer lugar, el propio parking, que permitió quitar de las calles 325 vehículos mediante la venta de plazas de aparcamiento en concesión por 75 años.
En segundo lugar, porque en su superficie se construyó el que hoy en día sigue siendo casi el único parque de La Laguna, que incluía una zona de juego infantil.
Y en tercer lugar, porque esta operación permitió la construcción del Centro de Salud de La Laguna, que hoy en día atiende a una amplísima población con unas más que dignas instalaciones.
En esta importante mejora del barrio tuvieron mucho que ver dos nombres: Arturo Prada y Rafael Barbieri, dos de los presidentes que ha tenido la Asociación de Vecinos de La Laguna.
Pero las mejoras no quedaron ahí. Aún quedaban por llegar, de la mano del equipo de Gobierno del PP, dos importantes operaciones más para el barrio.
La primera de ellas fue el soterramiento, que transformó por completo la forma de vida de una buena parte de sus vecinos. De estar encajonados entre la vía del tren y la avenida principal se pasó a contar no sólo con nuevas vías de entrada y salida, sino también a recibir un importante flujo de personas procedentes de Loreto y Puntales, que le dieron aún más vida al comercio de la zona.
La segunda gran operación que sucedió a la mejora inicial fue la construcción del nuevo estadio Carranza, hoy llamado Nuevo Mirandilla. El diseño, obra de la oficina técnica del Ayuntamiento de Cádiz, fue un acierto total. La posibilidad de contar con locales comerciales y cientos de plazas de garajes bajo el mismo le han dado vida a toda la zona. De ser un espacio casi muerto, se ha pasado a una frenética actividad diaria en la zona, que agradecen tanto los numerosos bares de la zona como los comercios. Sin olvidar además que el nuevo estadio permitió acabar con las constantes inundaciones que se producían en la zona cada vez que llovía, por poco que fuera.
Pero la Laguna sigue teniendo muchas carencias aún. Para colmo, el proceso de mejora que estaba experimentando se ha visto frenado desde hace años, coincidiendo con la llegada al poder del equipo de Gobierno liderado por José María González. Las únicas actuaciones llevadas a cabo en los últimos años se han visto limitadas a eliminar algunas barreras arquitectónicas y poco más, pero han quedado otras muchas, como sucede por ejemplo en la calle Sorolla, en la acera donde están situados numerosos garajes. A día de hoy, es quizás la que necesita una reforma más urgente. Los coches que aparcan en batería invaden la acera y en algunos tramos resulta imposible pasar, más aún si es alguien con silla de bebé o silla de ruedas, porque además hay obstáculos en forma de escalón en el tramo más cercano al estadio.
Las escasísimas zonas verdes (parque Reina Sofía principalmente) presentan un aspecto lamentable por falta de riego y cuidado, los pasos de peatones ya ni se pintan, hay numerosas aceras en mal estado, algunas de ellas con lozas de hace más de 50 años, y la limpieza es muy deficiente.
Lo mejor
Casi todo al alcance de la mano
La Laguna es, por si sola, lo que ahora están denominando “ciudades a 15 minutos”. Incluso podría decirse que es una “microciudad a 5 minutos”. Casi todo está al alcance de la mano: comercios, alimentación, grandes supermercados, farmacias, bares, restaurantes y hasta centro de salud propio. Por tener, tiene hasta un estadio con mucha vida, que genera un enorme movimiento de gente en la zona. Su cercanía a la playa es otra ventaja añadida, al igual que lo es disponer de todo tipo de viviendas, incluidos algunos chalets que aún se mantienen en pie y habitados. Dos líneas de autobús (1 y 5) comunican el barrio con el centro, aunque es cierto que se echa en falta una parada más en la zona de la avenida principal.
Lo peor
Los escasos espacios libres
La Laguna tiene de todo, incluidas muchas carencias. En este sentido, lo que más se echa en falta son espacios libres y parques o zonas verdes. Las plazas son escasas (Reina Sofía y Pintor Clemente de Torres son las que tienen más vida). En cuanto a los parques, el principal es el Reina Sofía, pero su estado es lamentable. El césped ha desaparecido casi en su totalidad por falta de riego y la zona de los niños está muy descuidada. Algunas calles necesitan una profunda remodelación, como Sorolla, el principal punto negro del barrio, con una de las aceras casi inaccesible. Y se echan en falta aparcamientos subterráneos o en altura, como el que se podría hacer en la parcela libre de Aguas de Cádiz.
Las claves del barrio
Sin espacio para mejoras
La Laguna apenas cuenta con espacios libres para emprender alguna mejora y eso es un hándicap de difícil solución. La única opción es intentar mejorar lo que hay y, sobre todo, realizar un mantenimiento que ahora deja mucho que desear.
Una alta densidad de habitantes
Según destaca la AVV de La Laguna, en menos de 5 hectáreas hay 4.000 viviendas, alcanzándose en determinadas zonas las 278 viviendas por hectárea, que supone casi el 400% de lo que determina la ley del suelo. Residen unas 15.000 personas.
Dos niveles diferentes
La Laguna cuenta con calles en perfecto estado pero también con otras que necesitan una reforma urgente. El tramo de Velazquez más cercano a la avenida de la Sanidad Pública, la calle Sorolla, Pintor Ribera y Goya, entre otras, son tareas urgentes para acometer.
Un parking como alivio
El parking subterráneo de la plaza Reina Sofía, con 325 plazas, fue en su día un gran alivio. Un parking en altura en la parcela libre de La Martona podría ser una solución. Los vecinos rechazan la zona azul, naranja o verde porque entienden que eso no crea nuevas plazas.
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