"La medicina se ha hecho más compleja y con más responsabilidad"
Luis Miguel Torres| Jefe de Anestesia del Hospital Puerta del Mar
Aunque ha cumplido los 65 años, no entra en sus planes jubilarse
Cádiz/Luis Miguel Torres Morera es el director de la Unidad de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario Puerta del Mar. Ha sido presidente de la Sociedad Andaluza de Anestesia y ahora es el presidente de la Sociedad Andaluza del Dolor. También es director del Departamento de Cirugía de la Universidad de Cádiz. Es de los jefes de servicio más antiguos del hospital gaditano y el único que queda con su plaza ganada por oposición. También es aficionado al deporte y muy activo en las redes sociales.
–¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser médico?
–Yo iba a ser biólogo, porque me daba miedo el tema de los cadáveres y la sangre. Saqué buena nota en la Selectividad y podía hacer lo que quisiera en aquel momento, pero cuando iba a elegir Biología, de pronto dije: "No. Voy a ser médico, que era lo que yo quería ser". Y gracias a Dios acerté porque es una profesión que me encanta y soy superfeliz siendo médico. O sea, que me hubiera equivocado si hubiera hecho otra cosa, porque me encanta la medicina, me encanta enseñar a los residentes y a los alumnos, y mi vocación es una vocación asistencial como médico y docente.
–¿Y por qué la especialidad de Anestesia?
–Elegí Anestesia por pura casualidad. Me invitaron a ir a un quirófano en Almendralejo, un pueblo de Extremadura, cuando estaba allí haciendo la mili, porque yo conocía al cirujano y me dijo: "Lávate conmigo y me ayudas". Empecé a ayudarle y de pronto vi a un señor que estaba escondido detrás de la cabeza del paciente haciendo cosas, y me empezó a interesar lo que hacía. Entonces, me puse a su lado. Yo había acabado la carrera y él me empezó a enseñar lo que era la Anestesia. Durante un mes me enseñó muchísimas cosas a nivel práctico, y entonces ya me examiné del MIR, saqué una plaza muy buena y pude elegir lo que quería hacer. Yo quería irme a Madrid a hacer la Residencia, pero me enamoré de una chica de Almendralejo y ella me dijo: "Si te vas a Madrid yo no te espero", así que entre Madrid y mi novia, me quedé con mi novia. Por eso hice la especialidad en Badajoz.
–En los últimos años se ha centrado en aliviar el dolor de los pacientes en la Unidad del Dolor.
–Ya en Badajoz empecé a interesarme mucho por el dolor crónico. De hecho, monté allí la Unidad del Dolor Crónico y descubrí que mi vocación, además de la Anestesia, era el tratamiento del dolor. Tanto el postoperatorio como el crónico grave. Y cuando llegué aquí, ya había un germen, había una pequeñita unidad no muy bien estructurada y yo, como tenía tanta ilusión por ese campo, me esforcé mucho por mejorarla, por ampliarla y por incorporar nuevos profesionales y nuevas técnicas. Y eso lo he estado haciendo en todo este periodo de tiempo. De hecho, es una unidad multidisciplinar, en la que hay anestesistas, neurocirujanos, rehabilitadores, y hemos ido incorporando cada vez más técnicas, de forma que ahora prácticamente no hay ninguna técnica en el mundo que no hagamos nosotros. También tuve mucho interés en organizar el dolor postoperatorio, porque es algo a lo que la gente le da poca importancia pero hicimos encuestas y vimos que los pacientes sufrían, entonces, montamos una unidad en la cual todos los pacientes que se operan en el hospital los revisamos nosotros y les ponemos un protocolo analgésico.
–¿Cómo ha cambiado la medicina desde que comenzó usted a ejercer hasta ahora?
–La medicina ha cambiado muchísimo en dos aspectos. Uno, tecnológicamente. En este sentido ha dado un salto impresionante. Cuando yo empecé, no había monitores, entonces, solamente tomábamos el pulso con la mano, con el fonendoscopio, y ahora parece que estamos en un avión. Tenemos un montón de controles, controlamos todos los parámetros. Y luego ha habido un cambio de concepto por parte de los pacientes. Hace 30 ó 40 años, los pacientes aceptaban siempre lo que el médico decía, sin discutir, sin preguntar, era una medicina muy paternalista; y ahora los pacientes vienen mucho más informados, tienen muchísimos más derechos y exigen por tanto más resultados. Entonces, la medicina se ha hecho más compleja y con más responsabilidad. De hecho, cuando yo empecé no había demandas prácticamente ninguna y ahora hay muchas demandas judiciales. Y volviendo a la tecnología, la anestesia y la cirugía en general han avanzado muchísimo en eficacia, en medios, pero sobre todo, en lo que hemos avanzado realmente ha sido en seguridad. La seguridad está ahora en unos niveles impresionantes a pesar de que los pacientes se han hecho mucho más complejos porque son mayores y se operan de todo.
–Esta profesión le habrá dado muchas satisfacciones, ¿alguna que recuerde especialmente?
–Pues mira, te voy a decir lo que me dijo un paciente en la última consulta que tuve el pasado miércoles. Me dijo: "Doctor, es usted lo mejor que me ha pasado en mi vida, porque me ha quitado el dolor que yo tenía. Mi vida era un infierno y ahora no me duele gracias a usted". Entonces, con este tipo de cosas te quedas... Y luego, por supuesto, tengo muchísimas anécdotas en la cirugía, de operar a pacientes muy graves, que se están muriendo por hemorragias, traumatismos graves, partos supercomplicados, y la gente te lo agradece muchísimo, y todo eso te llena de satisfacción. Otras veces, a lo mejor el paciente no se ha dado cuenta de que tú has hecho una cosa muy bien, muy importante, y tú mismo te vas diciendo: "Fantástico lo que he hecho, ¡qué trabajo tan bueno!".
–¿Y momentos duros?
–Cuando ves que no eres capaz de sacar adelante a un paciente en un quirófano porque está sangrando y no se consigue controlar la hemorragia y se muere. También he tenido momentos duros con pacientes a los cuales yo seguía el tratamiento del dolor periódicamente pero era una enfermedad oncológica y yo sabía que se iban a morir. Me acuerdo ahora mismo de un paciente joven que estaba en la fase terminal. Yo me iba de vacaciones una semana y estaba con la pena de que se iba a morir estando yo fuera. Lo llamaba por teléfono, él me llamaba, y efectivamente se murió estando yo fuera, y me dio pena no poder estar con él en ese momento. También hay momentos que te equivocas: equivocas un diagnóstico, equivocas un tratamiento y sabes que lo has hecho mal y el paciente por ese problema tuyo sufre. Gracias a Dios son pocas veces, pero tú sufres cuando eso pasa.
–Usted es muy activo en las redes sociales, ¿cree que son buenos instrumentos para la divulgación?
–Yo creo que las redes sociales son un instrumento nuevo superpotente y, como siempre, estas cosas tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Si se usan mal pueden ser horribles a todos los niveles, pero si se usan bien, de forma adecuada, creo son un medio muy bueno para difundir información. Yo las uso esencialmente para difundir educación médica, educación en salud, porque creo que los pacientes deben ser responsables de su propia salud; las uso para pasar sobre todo información que no sea corriente, que esté muy bien contrastada, que sea cierta, porque hay mucha información falsa por las redes. Promuevo mucho la actividad física, la nutrición adecuada, comer bien, que creo que son pilares básicos de la vida saludable, y un uso racional de los medicamentos. Pero no me meto en temas políticos o temas personales, quitando nada más lo que es el deporte.
–También es profesor en la Facultad de Medicina, ¿han cambiado mucho la carrera y los alumnos en los últimos años?
–Por su puesto. Yo creo que los estudios de Medicina han mejorado muchísimo. Piensa que los alumnos de Medicina son los mejores de España porque son los que tienen la nota más alta de corte. Yo siempre le digo a los alumnos cuando empiezan la carrera que tienen la suerte de hacer una de las carreras más bonitas que se puede hacer, que es curar a los demás. Eso es algo impresionante. Entonces, ahora mismo tenemos unos alumnos fantásticos. Es verdad que la Facultad tiene que mejorar porque hay carencias y hay alguna dificultad en la integración de los hospitales públicos con la Universidad. Los hospitales tienen muchísima carga asistencial y dedicar tiempo a la docencia no está bien reconocido. Creo que lo que está fallando ahora mismo es el reconocimiento de los tutores, los médicos que están en los hospitales que tienen que dar las prácticas a los alumnos. Ese trabajo no está pagado económicamente, no está bien reconocido y hace que muchas veces no se atienda a los alumnos como se debe. Pienso que eso hay que mejorarlo porque la docencia de medicina esencialmente tiene que ser práctica, sobre todo los últimos cursos los alumnos tienen que estar haciendo prácticas, viendo a los pacientes, y creo que ahí todavía tenemos mucho por mejorar.
–Ahora son las elecciones a Rector en la UCA y usted se ha incorporado a una candidatura, ¿qué le ha llevado a tomar esa decisión?
–Porque en mi persona se unen dos vocaciones: la médica y la académica como docente. Entonces, al conocer muy bien los problemas desde las dos partes, creía que podía aportar esa experiencia doble en mejorar la docencia de la medicina, que creo que todavía hay muchas cosas por hacer. Miguel Ángel Pendón, que es uno de los candidatos, me pidió si quería asumir esta responsabilidad y me pareció una oportunidad muy buena para ofrecer ideas realistas que mejoren la docencia que, te digo, todavía se puede mejorar muchísimo; sobre todo la integración en las prácticas es fundamental, y también el aumento del número de profesores. Cada vez hay menos profesores porque los sueldos no son atractivos, hay unas incompatibilidades muy fuertes y la gente deriva a la práctica privada en lugar de a la práctica académica. Entonces, las dos medidas fuertes son: hay que potenciar la figura del profesor, darle su peso y su reconocimiento económico y social, y luego mejorar la figura de los profesores de prácticas, que son los médicos del hospital, que yo creo que habría que reconocérselo incluso económicamente, o por lo menos en su carrera profesional, en sus baremos, en sus bolsas.
–Es gran aficionado al deporte, compite en carreras y casi siempre gana, ¿es para usted una necesidad hacer deporte?
–Yo el deporte lo inicié por salud, porque empecé a tener sobrepeso y para perder peso me puse a correr; y vi que era bueno, que ganaba carreras. Eso me hizo adicto a la competición y ahora compito regularmente en mi categoría corriendo, nadando, haciendo triatlones, pero siempre lo intento enfocar como salud. Por supuesto que no soy profesional, y lo que intento en la medida de lo posible es ser un ejemplo para que la gente haga deporte por salud.
–Con tanta actividad, entiendo que no entra todavía en sus planes jubilarse, aunque tenga edad para ello.
–No, no. Puedo jubilarme ya. Cada año por mi cumpleaños recibo una carta de la Universidad diciéndome que he cumplido los años y si me quiero jubilar. Y yo contesto que no, que voy a seguir otro año más. Me quedan todavía cinco años hasta los 70, con lo cual, espero que Dios me dé salud para seguir trabajando porque en mi trabajo disfruto muchísimo, no me pesa para nada.
Un jefe que valora a su plantilla
Luis Miguel Torres nació en Sevilla en 1953. Estudió la carrera de Medicina en su ciudad natal e hizo la Residencia en Badajoz. Su tesis doctoral fue la primera de la Facultad de Medicina de Badajoz. Participó en la elaboración del nuevo hospital de esta ciudad extremeña pero no pudo estar en la inauguración porque ese año (1987) consiguió por oposición la plaza de jefe de Servicio de Anestesia y se vino a Cádiz. Aquí organizó las unidades de Cirugía Pediátrica y Cirugía Vascular. Posteriormente puso en marcha la Unidad del Dolor y Reanimación. Como jefe, le da mucha importancia a los miembros de su plantilla y los cuida porque "si ellos son felices y funcionan bien, el paciente va a estar mejor". Afirma que a sus alumnos de la Universidad intenta inculcarles humanidad, comprensión y cariño hacia los pacientes. Con sus dos nietos ha descubierto lo "maravilloso" que es ser abuelo.
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