Las pioneras del vino en Cádiz de Magerit brindan tesoros embotellados en su nueva web
Comercio
Josefina Armental e Isabel Fernández cumplen 20 años difundiendo cultura desde su tienda de la Alameda, reconocida como una de las cien mejores de España, y estrenando página en internet
Cádiz/Jereces muy viejos y raros, ya descatalogados; el XC Palo cortado de ida y vuelta, de González Byass, que navegó a bordo del Juan Sebastián de Elcano en su última circunnavegación; exquisitos brandis de los que quedan muy pocas botellas; Pétrus, Pingus y hasta una bala de champán (The Bollinger & 007 Collector Bullet) con una magnum Grand Année 1999 de la que sólo se pusieron a la venta 207 botellas...
Estos y otros muchos tesoros embotellados –junto con más de 3.000 referencias de calidad muy escogidas y a precios asequibles– pueden encontrarse en la nueva web de Magerit, una tienda que, capitaneada por Josefina Armental e Isabel Fernández, cumple veinte años. Veinte años vendiendo y difundiendo la cultura del vino desde esa escuela que mantienen abierta en la Alameda Apodaca de Cádiz desde 1999. Siempre entre las 100 y las 150 mejores de España, según publicaciones de tanto prestigio como la Guía de Vinos Gourmets, Mivino, Restauradores o el Aula Marqués de Arienzo.
Josefina prefiere mirar más al futuro que al pasado, pero la ocasión requiere recordar cómo fue que una de las sumilleres más reconocidas de la época –entonces sólo eran tres mujeres– decidiese volver a Cádiz, a su ciudad, justo cuando la distribuidora que regentaba con su socia en Madrid ya se había hecho con una reputación en el difícil e hipermasculino mundo del vino de finales de los 90.
Podríamos decir que Magerit nace por prescripción médica: “El doctor me dijo que me tenía que tomar la vida con más tranquilidad. Y me dije: ¿a dónde voy a ir? Pues a mi tierra”, recuerda Josefina. “Los bodegueros opinaban que estábamos locas. Dimos con este local marchándonos ya... Daniel Mcpherson fue muy amable y muy considerado con nosotras... La obra la hicimos sin saber, preguntando, y así levantamos esto. Y poco a poco hemos ido mejorando, siempre dentro de nuestras posibilidades. Porque en el negocio del vino, los que ganan dinero son los bodegueros y los que abren las botellas... Esto tiene que ir poquito a poco. Y ya llevamos 20 años...”.
Llevamos ya veinte años viviendo de la gente de Cádiz, que es lo importante”
Isabel Fernández
Copropietaria de Magerit
Isabel es la mujer de los números, quien se ocupa de la relación con las bodegas, quien sabe dónde está cada una de las botellas y quien atesora toda la historia de la tienda. “Había que apostar. Y apostamos. No era de locos. A las pruebas me remito: Veinte años llevamos ya viviendo de la gente de Cádiz. Esto no es una tienda enfocada al turismo, sino a la gente de aquí, que es lo importante”.
Magerit fue pionero en explicar la cultura del vino. Primero, a través de unas tarjetas que incluían la denominación de origen, el tipo de vino, la crianza, el maridaje... “Todo, para que los clientes –hombres en un 99,9%– no se sintiesen incómodos preguntándome”, recuerda Josefina.
¿Coleccionar vinos? No, no, para eso están los anticuarios. El vino existe para disfrutarlo”
Josefina Armental
Copropietaria de Magerit
Luego vinieron las catas, que atrajeron a centenares de personas de toda la provincia. También fueron pioneras en asesorar, no solo a restaurantes, sino a bares en general. Y llegaron los grandes contratos como los de Montenmedio y Sotogrande. Y los viajes de búsqueda y asesoramiento a Francia y Estados Unidos. “Con aquello podíamos haber ganado mucho dinero, pero tendríamos que haber cerrado la tienda. Pero es que esto era la base, que el gaditano dijese: ¡qué bueno que esto esté aquí! De hecho, han querido contratarme en varios sitios como sumiller y nunca he aceptado”, dice contenta de su decisión.
Vino propio en una finca de Ferran Adrià
La pasión por el vino de Josefina y e Isabel llega a tal punto que elaboraron el suyo propio. "Ferran Adrià tuvo un proyecto en Cataluña, compró unas tierras y nos propuso unas pequeñas parcelitas, a un precio ridículo. Teníamos chardonnay, tempranillo, cabernet suvingon y merlot", cuenta Josefina. "Eran solo unas 20 cepas de cada una. Pero fue una forma bonita de que la gente a la que nos gusta el vino pudiésemos hacerlo de nuestras propias uvas. Hicimos un blanco, un blanco crianza, un tinto y un tinto crianza. Les pusimos Magerit y se los regalamos a nuestros amigos. Yo me traje hasta una cepa de allí".
Enamorada del vino, pero sobre todo del champán excepcional, no deja de buscar los mejores grand cru y premier cru para traerlos aquí, a Cádiz. “¿Coleccionarlos? No, no, el vino no se colecciona: para eso ya están los anticuarios. El vino existe para disfrutarlo”.
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