"A Martín de Mora e Irigoyen no se les ha hecho justicia en Cádiz"

Ciudadanos de Cádiz

Paco Perea. El periodista gaditano, mítico jefe de Deportes del Diario, está acabando de escribir un libro sobre la vida de Mágico González y su vida y anécdotas en su época del Cádiz.

"A Martín de Mora e Irigoyen no se les ha hecho justicia en Cádiz"
"A Martín de Mora e Irigoyen no se les ha hecho justicia en Cádiz"
M Muñoz Fossati

15 de noviembre 2015 - 01:00

LA casa de Paco Perea es de esas casas acogedoras que uno desearía encontrar siempre en el centro de Cádiz. Ahí, en la plaza de las Viudas vive, retirado pero activo, el que fue una figura indiscutible del periodismo deportivo gaditano, en los años aquellos en que el Cádiz vivió su época más gloriosa. Se decía que Paco era capaz de quitar y poner jugadores con la influencia que ejercían sus comentarios. Ahora escucha a Vivaldi mientras repasa los originales de un libro que está acabando y de próxima aparición. Como tantos, la familia de Perea vino a Cádiz a buscarse una vida mejor a finales de los años 50.

-Paco, podríamos empezar con la tuya propia.

-Vale, yo nací en Villamartín. Mi madre tenía tres hijos, Antonio, Loli, que ya falleció, y yo. Mi padre había muerto, con 38 años, cuando yo tenía dos. Mi madre entonces se planteó qué iba a hacer, si quedarse con tres niños chicos en el pueblo o venirse a Cádiz. Mis abuelos se habían venido antes, mi abuelo albañil y mi abuela zapatera... Mi madre decidió venirse y alquiló un piso en la calle Sacramento, 41. Dijo que no pensaba ponerse a servir a señoritos. Ahí puso una pensión de comida, que tuvo un éxito tremendo. En la planta de arriba arregló además un dormitorio con dos camas para alquilarlos. Con la vida que había en Cádiz entonces...

-¿De qué año hablamos, Paco?

-Eso sería a mediados de los cincuenta, yo era un chiquillo... Cádiz era entonces un bullicio de estudiantes, y había bofetadas por coger una habitación o un plato de puchero que le pusiera. Mi madre llegaba a dar cincuenta o sesenta comidas al día. Mi hermana y yo íbamos a comprar el pan por sacos, y a hacer cola para comprar carbón, petróleo para los infernillos. Mi madre fue una gran trabajadora, un animal trabajando. Para mí fue un gran ejemplo de tenacidad, de coraje. Nosotros la ayudábamos en lo que podíamos, a pelar chícharos, a pelar las papas, mi hermana sirviendo las mesas,fregando... había colas para comer. Mi madre, Isabel, se hizo famosa en Cádiz por lo bien que daba de comer.

-Tu infancia, entonces, fue en el casco antiguo de Cádiz.

-Bueno, a medias. Yo tenía dos casas, porque mis abuelos estaban de guarda en un huerto de las monjas detrás de la iglesia de San José. Con unas historias de aquellas... el cura vendía la leche en polvo y el queso de bola que le daban los americanos para repartir... las monjas que abusaban de mi abuela, porque no le pagaban los zapatos tan buenos que les hacía... eran unas hijas de...

-Tú estudiaste en ese colegio de las monjas me han dicho.

-Estudié, sí... pero me echaron. Me echaron porque le pegué a una con un tintero. A sor Pilar, una monja que era muy guapa. No sé lo que me hizo, me riñó o yo que sé, y le tiré un tintero de los que estaban entonces metidos en las mesas... total que a la calle. Tendría yo ocho años. Y de allí pasé a los Salesianos, que también me expulsaron.

-Paco, vaya carrera escolar.

-Porque había un cura, don Francisco, muy delgadito pero con mucha fuerza, que tenía la costumbre de, a la hora de castigar a un niño pegarle en la palma de la mano, pero no plana sino así, de canto, para que doliera más. Un día que me tocó a mí, yo le puse la mano izquierda y, cuando hizo el gesto para darme, cogí la regla con la derecha y le di en la cara. Le hice una raja y todo.

-Eso tendría consecuencias

-Mira, lo bueno es que mi abuela, cuando llegué a casa me dijo: "Pues has hecho muy bien". No me echó la bronca ni nada. Ahora, eso sí, cuando mis abuelos intentaron meterme en San Felipe Neri, no me dejaron con mis antecedentes. Pero mi abuelo conocía a un profesor, don Eduardo Rodríguez, que era capitán de Caballería, que luego fue capitán de la Policía Local. A ese hombre, que tenía una clase con una docena de alumnos, le debo todo lo que sé.

-Casi entonces entraste ya en el Diario.

-Pues todavía no había cumplido yo los 14 años. Recuerdo que el mismo día que vino a buscarme mi tío Ildefonso para decirme que entraba de aprendiz en el Diario había habido un ciclón enorme que derribó un árbol gordo que no nos mató de milagro...

-Ya estaba tu tío en el Diario.

-Sí, y mi hermano en el fotograbado. Yo entré de chico de los recados. Aparte mi tío se buscaba la vida sacando la hojilla con los resultados del fútbol, itinerarios de procesiones... yo iba a repartirlas y cobrar y a la vez fui ascendiendo la oficina. A mí no me gustaba el trabajo administrativo, todo lo contrario que mi hermano, que era un monstruo en eso, y llegó a ser administrador de los tres diarios de los Joly en la provincia.

-¿Tú pediste salir de administración?

-No, pero yo jugaba al fútbol, aunque muy mal, y un día don Federico Joly Hohr, dueño del Diario, me dijo que empezara a escribir crónicas de partidos. Sustituí a Enrique Márquez. Recuerdo que uno de esos primeros días, don Federico,que tenía un gran carácter, me llamó, me entregó una cuartilla y me dijo: "Pasa esto al castellano, Perea". Era un artículo de Balbontín, que escribía muy rápido e impulsivo. Lo repasé y lo debí hacer tan bien, que el propio Balbontín a partir de ese día me decía "toma, repasa esto".

-Yo recuerdo una página tuya de música que llegó a ser mítica.

-¡Sí! Se la propuse yo a don Federico. Entonces una página de música sólo la hacían en España el diario Pueblo y El Noticiero Universal de Barcelona. Una página entera, en color, los domingos ¡fua! con su publicidad de Parodi y Elisia. Mi hermano hacía las críticas de discos y yo los comentarios, las entrevistas...

-Entonces érais unos modernos.

-¡Fuuu, aquello era...! El rock, el pop, y lidiando con la censura. Al poco me quedé solo con la página porque mi hermano pasó a Administración. Hasta que ya me integré más a fondo en Deportes como redactor y con los desplazamientos y el trabajo no pude llevarla. Entonces le pedí ayuda a Jesús Collantes, que sabía mucho de música. Terminó llevándola solo, y mucho mejor que yo.

-Y ese ambiente te dio para conocer a muchísimos artistas.

-Muchísimos. Recuerdo a Julio Iglesias jovencísimo comentándome que Isabel estaba embarazada a la vez que mi mujer, a Teddy Bautista con Los Canarios, que me dedicó un concierto en el Cortijo de Los Rosales mientras mi mujer estaba a punto de dar a luz. Por cierto, ya es hora de que se le reconozca, con una calle a su nombre, la gran labor que hizo Martín de Mora trayendo a Cádiz a lo más granado de la música de entonces. Y a Miguel Ríos, que yo lo acompañaba a Isecotel cuando actuaba. Una noche tuve que cortar las copas y le dije que me tenía que levantar temprano para ir a jugar un partidillo en Conil con el equipo del Diario, y me dijo: "Pues yo mañana me voy a jugar con vosotros", y se vino.

-Rocío Jurado fue muy amiga tuya.

-Muy amiga. Yo fui a la boda de ella con Pedro Carrasco. Recuerdo cuando fue pregonera del Carnaval, y esa noche estaba ya agobiada de gente y me dijo "¿Tú no tenías una casa cerca de aquí? Pues vámonos". Y allí que nos fuimos con un guitarrista, Chiquetete y ella a mi casa, que entonces estaba encima del Diario, en la calle Ceballos. Y ahí empezó a cantar, y eran las diez de la mañana y la calle se llenó de gente para escucharla. Se bebieron todo lo que yo tenía, eso sí. Desde entonces, la amistad fue enorme. Tanto que la convencí para que fuera la imagen de un concurso que hizo el Diario entonces y fue un éxito, 'El bingo de la alegría'.

-También tuviste algún 'problemilla' con tus crónicas

-Bueeeno. Lola Flores me echó con gritos y violencia de su camerino porque se me ocurrió preguntarle que con lo bien que cantaba cómo llevaba a un guitarrista tan malo, El Pescaílla, que era su marido, y no veas. El hermano de Karina se peleó conmigo a golpes porque la había puesto mal en su actuación. El mismo Martín de Mora se cabreó conmigo porque anuncié la actuación de Basilio como "el cantante que más desafina del mundo". Lo arreglé diciéndole que el propio Frank Sinatra admitía que él era el que más desafinaba porque era el que más actuaba, jaja

-Cuéntame aquella entrevista tuya con Charlton Heston

-¡Mira, eso fue...! Yo iba conduciendo por el Paseo Marítimo cuando veo que una limusina se para delante de Isecotel. Frené inmediatamente y vi que salía del coche un gigante de no sé cuántos metros, Charlton Heston, con su mujer. Esperé y pregunté en recepción en qué habitación se hospedaba. Subo, llamo y abrió él. Menos mal que él chapurreaba español bastante bien. Me presenté como del Diario y que quería hacerle una entrevista. Se disculpó diciéndome que su señora estaba indispuesta, que si no me importaba venir al día siguiente a desayunar con él. Fíjate, y por la mañana le hice la entrevista. Había estado la Semana Santa en Sevilla y nadie lo había cazado, y venía a Cádiz expresamente a ver los murales de Goya de la Santa Cueva. Eso me dijo. Un hombre muy amable. Y recuerdo también a Anthony Quinn, que vino a rodar a Cádiz algunos episodios de Aris, una serie sobre la vida de Onassis. Lo entrevisté en la casa Lallemand, que tenía pavos reales...

-Pero el Perea realmente famoso en Cádiz fue el que era jefe de Deportes.

-Sí, me hicieron redactor jefe cuando iba a salir en Cádiz 'El Periódico del Guadalete', para que no me fuera con ellos. Y yo viví la etapa más gloriosa del Cádiz, con don Manuel Irigoyen, que tampoco se le ha hecho justicia a ese hombre...

-Tú eras muy amigo de él.

-Pero muy amigo. Recuerdo que cuando se iba a presentar a presidente le pregunté a un banquero si tenía tanto dinero como decían. Y me lo confirmó con creces... pues lo perdió todo, por culpa del Cádiz. Hacía unos fichajes... y sin embargo la gente lo criticaba. Fue muy maltratado.

-Y fue una época gloriosa realmente.

-!Fuuu! ¿Tú sabes lo que es diez años en Primera División? Y yendo por todos los mejores campos. Yo viajaba con el Cádiz, con unas historias... Me acuerdo que en un desplazamiento a Barcelona, se me acercó en el aeropuerto un conocido confitero de Cádiz y me dice "Perea, la noticia en Cádiz el martes voy a ser yo". Nos quedamos intrigados, pero salimos de dudas el siguiente martes, cuando apareció ahorcado en su casa. ¡Qué cosas! Resulta que por la mañana había ido al Bazar Inglés y se había comprado una soga. "Dámela gordita, que me voy a ahorcar", dijo al dependiente. Luego, en su tienda, le dijo a alguien que cuando viniera no sé quién a cobrar le dijera que fuera a buscarlo al fondo, al almacén. Efectivamente, así hizo, y el pobre hombre se lo encontró colgado.

-Vaya historia ¿no?

-Pues sí, y no vea el partido que le saqué en la necrológica, porque conté todo eso, desde que lo iba anunciando...

-Y como entonces se hacía de todo, también escribiste de Carnaval

-¡Hombre! Yo me inventé una sección que se llamaba 'El fallo del Falla, a examen', encuestando a la gente en la calle todo el tiempo que duró el concurso, y tuvo un gran éxito.

-Varios años haciendo Carnaval

-Sí, las crónicas del Concurso las hacía Agustín Merello, con una finura y una calidad. Creo que ha sido uno de los mejores periodistas que ha habido en el Diario, si no el mejor, sin hacer daño a nadie. Yo no, yo era muy hijo de... escribía como sentía, y eso me costó algún disgusto, como aquella tarde que se coló en el Diario el Catalán Chico, queriéndome pegar por una cosa que yo había escrito, la que se lió.

-La gente del Carnaval...

-Muchas veces, peor que la del fútbol. Recuerdo aquella vez que Antonio Martín con 'Capricho andaluz' le ganó a las 'Estampas goyescas' de Paco Alba, la que se lió. A Paco Alba le sacamos unas declaraciones en una casapuerta, en las que prometió que nunca volvería a sacar una comparsa. Y lo cumplió.

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