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Merino y su cerveza 15&30

Fermenta en botas envinadas con oloroso, lo que consigue que la bebida tenga un ligero sabor al vino, aunque conserva todas las características de la cerveza.

Merino y su cerveza 15&30
Pepe Monforte

18 de diciembre 2015 - 12:17

Su color es un poco más oscuro de lo habitual pero lo que más llama la atención es la impresión final que deja en el paladar, menos amarga que una cerveza normal y con un recuerdo a los olorosos jerezanos. La sensación tiene sus motivo y es que la cerveza artesana 15 & 30 ha fermentado, durante varios meses en barriles que contuvieron (envinado se le llama en al argot) vino oloroso.

Es el “invento” del grupo Merino, una empresa con sede en El Puerto de Santa María y dedicada a la venta y distribución de vinos y también al equipamiento de hostelería. Su idea, de alguna forma, es poner en el mercado una cerveza artesanal “con alma de jereces”. Francisco Galán, director técnico de la firma, señala que “llevamos dos años trabajando en esto. La idea se nos vino a la cabeza hablando del mundo de los whiskis de calidad, que también se crian en botas que antes han tenido vinos de Jerez. Nos pareció interesante hacer lo mismo con una cerveza artesana y empezamos a experimentar.

Junto a Galán, han trabajado en el proyecto Alvaro Merino, el responsable de Distribuciones Merino y la enóloga Eva Espinosa, responsable de la selección de productos de la firma. Ya han puesto a la venta una primera producción de 3.000 botellas “con la que queremos fundamentalmente testar el mercado” señala Galán. “Como hemos visto que ha gustado se va a realizar una segunda tirada”.

El proceso comienza como el de una cerveza artesanal. Para su elaboración se utiliza malta de cebada y la novedad viene una vez que ha terminado su elaboración. En vez de pasar a un depósito para la fermentación, este proceso, que dura varios meses, se lleva a cabo en botas de vino que antes han contenido oloroso de Jerez. Esto hace que la cerveza adquiera luego, en el paladar, algunas notas del vino.

Una vez que ha terminado este proceso de fermentación, que no tiene un tiempo fijo, ya se le añade azúcar “candy”, un azúcar de gran calidad, y se realiza una segunda fermentación en botella. Esta es la que le aporta el “carbonatado” (las burbujitas) a la cerveza. Galán destaca que “todo el proceso es natural. Sólo utilizamos agua, malta de cebada, levadura, lúpulo y el azúcar”.

La cerveza, que tiene ocho grados de alcohol, estaría encuadrada en lo que se conoce como “belgian dubbel” o cervezas de abadía, bebidas con una graduación alcohólica superior a lo habitual (8 grados) y con un sabor más intenso. Tanto Eva Espinosa como Francisco Galán resaltan que “es una cerveza muy buena para tapear, pero lo que nos ha sorprendido mucho es lo bien que acompaña a las carnes. Hemos visto que unas carnes a la brasa acompañadas con esta cerveza van muy bien. Creemos que estamos ante una bebida que es muy buena para comer, lo que abre el campo de las cervezas”.

Para realizar estas primeras pruebas “hemos colaborado con una empresa catalana. En sus instalaciones, donde hemos llevado las botas de roble gallego envinadas con oloroso durante un año, se han reproducido las condiciones de húmedad y temperatura habituales de una bodega del marco de Jerez”.

“Nuestra intención –destaca Galán– es que si el producto gusta ya utilizar una bodega del marco de Jerez para realizar todo el proceso, desde la elaboración de la cerveza, a su maduración en barril y en botella”.

El diseño del producto también se ha cuidado. Han elegido el nombre de 15 & 30 en alusión a las arrobas de vino que se introducen en una bota. La presentación ha sido desarrollada por el diseñador gráfico José Luis Pinteño, un especialista en el diseño de etiquetas de jereces. De hecho la etiqueta recuerda a la de los jereces tradicionales. En ella se hace referencia a 15 & 30 como una “Sherry Cask Beer” (cerveza de barril de jereces) y se destaca que ha sido madurada en bota de roble previamente envejecida con vino de Jerez.

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