Michael Robinson, el británico que decía que era gaditano
Obituario
El ex futbolista y presentador era Hijo Predilecto de la ciudad, la escuela de fútbol llevaba su nombre, fue consejero del Cádiz y Rey Mago en la cabalgata del año 1999
Cuando el Cádiz penaba por la Segunda B entre el anonimato mediático nacional, había un tipo británico que cada lunes hacía una mención al equipo que lo cautivó años antes en la sección 'Lo que el ojo no ve' de su programa El Día Después. Michael Robinson no podía olvidar la imagen de unos aficionados del Cádiz corriendo en la grada siguiendo los movimientos del juez de línea en un partido con el Palamós. Fue el año del descenso y el equipo amarillo hizo el ridículo toda la temporada pero aquello le cautivó.
Hombre que fue capaz de crear un estilo comunicativo nos dejó aquello del 'Beckenbauer de la Bahía' para referirse a Carmelo Navarro en los años en los que el Cádiz era el equipo milagro. Esa simpatía generó en un seguimiento hacia el equipo amarillo generó también en una profunda amistad con el entonces consejero Miguel Cuesta.
Robinson empezó entonces a frecuentar la ciudad y a empaparse de cadismo, tanto que llegó a dejarnos frases como que "la gente piensa que soy inglés pero en realidad soy gaditano". Que alguien tan mediático como él tuviera ojos para un equipo que penaba por la Segunda B recordando todavía sus tiempos gloriosos en Primera era una inyección de autoestima. También dejó otra perla con aquello de que "Al octavo día Dios creó el Cádiz".
Esos continuos guiños hacia los amarillos hizo que fuera el presentador del Trofeo Carranza en el año 1997 y que, incluso, gracias al propio Miguel Cuesta, encarnara al rey Baltasar en la cabalgata de Reyes Magos del año 1999.
Esa relación pasó a ser compromiso y Antonio Muñoz lo nombró consejero del Cádiz en los años más complicados del Cádiz, donde incluso se rozó la desaparición. Pero en un mes de junio de 2003, en el estadio del Universidad de Las Palmas el Cádiz volvía al fútbol profesional. En aquel partido hay una imagen de Michael Robinson, este británico gaditano, abrazado y llorando con Antonio Muñoz en el palco del estadio canario.
Robinson se convirtió en un personaje en Cádiz y en ese proyecto de ir recuperando poco a poco al Cádiz, la entonces alcaldesa Teófila Martínez decidió que el nombre de la escuela de fútbol llevara el nombre de Michael Robinson, algo que todavía permanece. A pesar de todas las simpatías que generaba este ex futbolista y comunicador, la decisión causó cierta polémica porque parte de la afición entendían que había habido futbolistas en Cádiz que merecían ese honor, tales como Pepe Mejías o el propio Mágico González.
Michael Robinson no había sido un tuercebotas, ya que fue campeón de Europa con el Liverpool en 1984, en la final que se resolvió en los penaltis ante la Roma. Sin embargo, la relación con el Cádiz había venido a través de la pantalla de televisión y en los despachos y no en el terreno de juego. Años después de aquella final fichó por el Osasuna y siempre contaba que por más que buscaba en el mapa Osasuna, no encontraba la ciudad.
En España no dejó demasiada huella como futbolista pero sí como comunicador, primero retransmitiendo los partidos de la liga inglesa con ese acento y esos errores gramáticos que le acompañaron toda la vida pero que también sirvió para crear una marca.
La salida de Antonio Muñoz del Cádiz sirvió para enfriar un poco las relaciones con la ciudad pero de vez en cuando seguía lanzando guiños a un equipo por el que sentía pasión. En el año 2018, el Ayuntamiento de Cádiz decidió nombrarlo Hijo Adoptivo de la ciudad junto a otros nombres como Alejandro Sanz. Esa decisión se tomó un día después de que anunciara que tenía cáncer y cuando lo recogió estaba sometido al tratamiento de una enfermedad que finalmente le ha vencido. Sin embargo, en Cádiz dejó su impronta y para siempre llevará el nombre de una escuela de fútbol. Descanse en paz.
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