Muere Gabriel Delgado, el cura de los más necesitados
Obituario
Sacerdote obrero, puso en marcha varias fundaciones para atender a los migrantes
En 2001 recibió la Medalla de Andalucía
Gabriel Delgado, delegado del secretariado de migraciones de la Diócesis de Cádiz, ha fallecido a los 74 años de edad, según informaron fuentes de la iglesia gaditana. Con su marcha la Diócesis y toda la sociedad de la provincia pierde a uno de los grandes luchadores por los derechos de los migrantes, a los que acogió y a los que dedicó buena parte de su vida pastoral.
Su apuesta por estos colectivos, entre los más necesitados de la sociedad, fue tal que siguió intocable al frente del secretariado, sin afectarle los numerosos cambios efectuados por el obispo Rafael Zornoza en la Iglesia gaditana tras la marcha del obispo Antonio Ceballos, que lo nombró para este puesto.
Gaditano de nacimiento, formó parte de los curas obreros que, en los últimos años duros del franquismo y en los años de las luchas laborales, apostaron por salir de las iglesias y apoyar a los colectivos más desprotegidos.
Esta apuesta suya la trasladó a los migrantes, con especial fuerza desde mediados de los años 90. Creó dos fundaciones, Cardijn y Tartessos, en las que acogió a estas personas, las formó y les ayudó en su integración en la sociedad gaditana. A la vez, a través de Tierra de Todos impulsó una institución volcada también en el conjunto de los jóvenes de la provincia.
Sobre los inmigrantes, el padre Delgado decía que agradecía que se tuviera muy en cuenta a quienes proclaman el mensaje de que "los inmigrantes son personas, por encima de todo. Se habla de ellos como moneda de cambio, como si fueran un problema, pero sólo son personas e hijos de Dios".
Cabe recordar que hace siete años, el Papa Francisco recibía de manos del sacerdote gaditano un peculiar regalo: una pequeña patera cargada de simbolismo, historias y personas. En aquel entonces declaró que: "Pude saludar al Papa Francisco, entregarle la pequeña patera y agradecerle su servicio, su testimonio y ejemplo, manifestándole que la Diócesis de Cádiz y Ceuta está muy sensibilizada y comprometida con la inmigración".
Siempre fue reacio a las entrevistas y a ser protagonista en los medios de comunicación. Solo salía en ellos cuando necesitaba el apoyo para obtener de las administraciones ayudas para sus objetivos de atención social. Tanto es así que no escatimaba en reconocer que "quienes me conocen saben que nunca he buscado protagonismo y que, si alguna vez he salido a la arena pública, ha sido para denunciar las injusticias y para defender las causas en las que creo".
Su labor fue reconocida con una de las Medallas que otorga la Junta de Andalucía en 2001. Pero sobre todo, por el enorme cariño, respeto y admiración que todo Cádiz le tenía.
Precisamente, tras conocer la decisión de la Junta, Gabriel Delgado declaró a este Diario que "agradezco este gesto, pero no puedo dejar de sentirme abrumado, porque considero que hay personas que tienen muchos más méritos que yo para obtener este premio. Yo no me lo merezco". Esta era su filosofía y modo de enfrentarse al mundo que le rodeaba.
En esa misma entrevista subrayó que él vivía su trabajo desde "la cercanía hacia las personas, el silencio y la sencillez, intentando seguir el ejemplo de Jesucristo".
Así, Delgado recibió el 28 de febrero de 2001 la distinción en Sevilla, y, de manera inmediata, la entregó en el Centro de Atención de Inmigrantes de Tarifa (CAIT), entonces coordinado por José María Pérez León.
El alcalde de Cádiz, José María González, lanzó a través de las redes un mensaje de reconocimiento de la figura de Delgado: "Apenado y dolido por la muerte de Gabriel Delgado, alma de Tierra de Todos y sacerdote especialmente comprometido con las migraciones. Ejemplo de solidaridad y fe desde la defensa de los Derechos Humanos. El mundo era mejor con él, que ha humanizado nuestra frontera sur".
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