Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Pasan los días tras el adiós del verano y llega la hora del balance. Temida para algunos, pues nunca es fácil pasar página. Ilusionante para otros, sobre todo cuando uno esta en posición de imaginar nuevos capítulos. Es el caso de Música del Mar Cádiz, el ciclo de conciertos que hemos podido disfrutar desde el pasado julio en nuestra ciudad y que ha cerrado una primera temporada que ya quisiera firmar el propio Messi en ese PSG donde acaba de aterrizar.
Y es que los números, benditas matemáticas, no se equivocan. Alrededor de una treintena de espectáculos, más de 45.000 espectadores y tres conciertos que colgaron el cartel de “no hay entradas”, a cada cual más esperado en la provincia: Vetusta Morla, Kase.O e Izal. Claro que no fueron estos los únicos directos en llamar poderosamente la atención de gaditanos, gentes de alrededor y, por supuesto, turistas. La programación de Música del Mar Cádiz se ha revelado en apenas dos meses no solo en un oasis en tiempos (todavía) pandémicos para el público local, sino también en un excelente reclamo más de la Tacita de Plata a la hora de captar nuevos visitantes. Bastaba echar un vistazo a su cartel el día de su presentación, el ahora lejano 29 de junio, para vislumbrar que se avecinaba un verano de aúpa y que Cádiz, desde ese día, podía presumir de un encanto turístico extra en sus calles. Así ha sido, gracias a un plantel de estrellas rutilantes como, entre otros, Celtas Cortos, Xoel López, La M.O.D.A., M Clan, Sidonie, Juanito Makandé, Miss Caffeina, Antílopez, El Kanka, Carlos Sadness, Fuel Fandango o los tres artistas mencionados unas líneas más atrás. Invitados pues de excepción que, no solo llenaron la platea, sino que mostraron una comunión increíble con la misma. Cádiz gusta a los artistas, eso es innegable, y Música del Mar no ha sido una excepción, acaparando elogios de los propios protagonistas por ese apoyo incondicional -tanto al evento en sí como a la ciudad que le daba vida- a la frase que todos deseábamos oír este verano: “El espectáculo debe continuar”.
Y todo espectáculo, además (como la cultura, no lo olvidemos), genera riqueza. Así lo avalan también otras cifras del balance de esta primera edición de Música del Mar Cádiz que no debemos pasar por alto: más de 100 puestos de trabajo directos ha generado el festival en la ciudad, un evento que ha contado además para su producción con más de 20 empresas proveedoras. Sin lugar a dudas, todo un revulsivo económico para el sector cultural no solo de Cádiz capital, también para toda la provincia. Ya lo vaticinaba la propia concejala de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad, Lola Cazalilla, en aquella presentación celebrada en el Espacio de Cultura Contemporánea de Cádiz: “Música del Mar será un baño de música, lo que faltaba a un verano que será muy completo”. A la espera de conocer si así ha sido finalmente el verano, de lo que sí podemos tener certezas, y absolutas conociendo sus cifras, es de su cita más refrescante, que hemos podido disfrutar cada fin de semana en el solar junto a la antigua estación de tren. Ésa ha sido otra de las grandes virtudes de Música del Mar: con un recinto ubicado en plena ciudad, el festival ha sabido dialogar con la misma. Cero incidencias en una convivencia digna de elogio. Como muestra, un botón (quizás de ancla, para hacer honor al nombre del festival): la terraza Mírame desde el Mar, un aliciente añadido que, lejos de estigmatizar este tipo de iniciativas como irresponsables, se ha convertido en todo un referente en el ocio nocturno de la ciudad. Una oferta de diversión tan deseada, sin duda, como segura. Y un éxito también descomunal de público, capaz de rivalizar con sus colegas de escenario, ya fueran conciertos como los arriba citados o shows destinados a arrancarnos carcajadas como los de Martita de Graná y Comandante Lara.
Hablando de risas, y de dialogar con la ciudad, Música del Mar Cádiz también ha tenido el maravilloso detalle con sus paisanos de dedicar algunas de sus noches a la fiesta a la que todos deseamos volver: el Carnaval. Las tablas de su escenario no solo han acogido pop, rock, electrónica o hip hop, también cuplés, pasodobles y popurrís de la mano y las voces de agrupaciones como El Batallón Rebaná, Los Equilibristas, Los Niños de la Petróleo, Oh Capitán, My Capitán, La Chusma Selecta, Los Impacientes, La Eterna Banda del Capitán Veneno y Los Resilientes. Cuando decíamos que Música del Mar ha sido un oasis en plena ciudad, también lo decíamos por cuidar así de los sedientos.
Claro que no resulta extraño que el festival decidiera dedicar espacio y tiempo al Carnaval, cuando también ha abierto sus puertas a otros talentos de nuestro Cádiz, como esos genios llamados David Palomar y Riki Rivera, y extendiendo su invitación a más valores de la provincia, como los tarifeños Malamanera o los jerezanos La Tarambana. De Cádiz al mundo, mecidos por las olas y las buenas vibraciones. Ése parece haber sido el mensaje de un evento que se ha erigido, durante los meses de julio y agosto, en el mejor escaparate posible que han podido tener tanto los artistas que han participado en su exquisita programación como la ciudad que los ha acogido cada fin de semana de un estío para el recuerdo. Y esto a día de hoy, ya lo decíamos, ha sido solo el principio. Que nadie se entristezca por el adiós del verano. Nos queda mucha Música del Mar donde bañarnos.
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