La Navidad, mito, historia y mensaje
enfoque de domingo
Los Evangelios fueron escritos por las primitivas comunidadse cristianas para transmitir un mensaje
Son historia con criterios de hace mas de dos mil años
No son los ángeles, como cuenta el relato evangélico, sino la publicidad, los adornos luminosos y los grandes almacenes los que nos anuncian cada año la inevitable llegada de la Navidad. Quien más y quien menos tiene su turrón, su pavo, su cava, su belén y su árbol dispuesto para fechas que cambian nuestro ritmo de vida y despiertan sentimientos dormidos junto a una nostalgia de "buenos sentimientos" casi obligatorios para nuestra sociedad.
Pero muchos se preguntan qué hay de auténtico y de inventado en la primera Nochebuena de la historia. Comenzando de la fecha misma: ¿Se celebra la Navidad en todo el mundo el día 25? ¿Nació Jesús de veras ese día hace ahora 2017 años?
Es obvio que se trata de una fiesta cristiana. Ni los judíos ni los islámicos la tienen en cuenta, aunque estos últimos respeten a María y consideren que Jesús es un profeta. E incluso no todos los cristianos coinciden en el mismo día. Por ejemplo, la Iglesia cristiana armenia la celebra el 6 de enero, día de Reyes, y el 8, del mismo mes, otras iglesias orientales, como la ortodoxa griega.
¿Cuál es el cumpleaños exacto de Jesús de Nazaret? El momento coincide con el solsticio de invierno, cuando se acortan los días y las noches son más largas. Antes de la aparición del cristianismo se rendía, en idéntica fecha, cuando se iniciaban las labores del campo, un curioso culto al Sol, identificado con un dios joven que nacía y moría cada año al compás de los ciclos naturales. El esquema se repetía una y otra vez en las religiones primitivas: Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio, Baco, Adonis, Tammuz, Agni, Krisna, Manú o Buda veían la luz por esas fechas de una virgen madre, en una gruta o en un establo, entre animales; y además estos personajes curaban a los enfermos, resucitaban a los muertos, como el sol nace, muere y resucita cada noche y cada primavera. Rubio como el sol era también el niño que les nacía a los egipcios en un pesebre, y calendarios romanos muy viejos consagraban a Diniosios el mes que comenzaba el 24 de diciembre.
En Alejandría la fecha era el 8 de enero, porque coincidía con la vieja celebración al dios Aión. Para los primeros cristianos la fiesta verdaderamente grande era la de la noche de Pascua, que se pasaban en vela centrada en la resurrección. No se interesaron pues mucho al principio en qué fecha exacta nació su fundador. Hasta que a partir del siglo III comenzaron a discutir sobre el tema. Unos defendían encendidamente que había nacido el 25 de diciembre. Pero otros retrasaban la Navidad a los primeros días de enero, y hasta entrado marzo, abril o mayo, en plena primavera. Tanto se enzarzaban en discusiones que el papa Fabián las zanjó prohibiéndolas del todo.
Pero poco a poco, por influjo del papa Liborio, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno la primitiva Iglesia se fue poniendo de acuerdo en el 25 de diciembre como día de Navidad. España aceptó la fecha durante el concilio de Zaragoza en el 380. Pero la verdad es que la polémica sobre esta señalada efemérides continuó. Así el monje Dionisio el Pequeño entregó un tratado al papa Juan I, en el que intentaba defender la tesis del 25 de diciembre. Incluso en el siglo XVI los estudiosos seguían discutiendo. Scaligero, por ejemplo, propuso el final de septiembre o el comienzo de octubre como fecha más probable.
A esto se añadió otra dificultad. Si empezamos a contar los años de nuestra era a partir de ese día, por lógica Jesús debió nacer el año cero, ni más ni menos. Por otro lado el evangelista Lucas habla de un censo del emperador romano aquel año que obliga a José y María a empadronarse, a dar a luz ésta última, a las fueras de Belén, en un pesebre "porque no encontraron sitio en la posada". Pero el censo de Publio Sulpicio Cireno se produjo los años 6 o 7 antes de Cristo. Y para mayor baile de fechas tanto Lucas como Mateo sitúan la anunciación y la visita de María a Isabel en "los tiempos de Herodes, rey de Judea", por lo que parece que Jesús tuvo que nacer media docena de años antes que nuestra era, ya que Herodes muere el año 4 a. de C.. Sin olvidar que el monje medieval que llevaba la cuenta de la era cristiana se equivocó en cuatro años como mínimo.
Los especialistas polemizan también sobre el lugar. ¿Nació realmente en Belén? ¿O en Nazaret o Cafarnaún, población más importante situada a orillas del lago de Genezaret que llaman los evangelistas la "ciudad de Jesús"? Parece que Belén tiene un significado simbólico para que se cumplan las profecías de Samuel, Isaías y Miqueas que hablan de ella como villa natal del Mesías. Algo parecido sucedería con la cueva en donde la tradición sitúa el nacimiento. En la actualidad, la gruta, de 12'30 metros de largo y 3'15 de ancho, en cuyo suelo una losa de mármol señala con una estrella plateada el sitio del alumbramiento, es lugar incesante de peregrinaciones. La Basílica medieval de la Natividad es el único lugar reconocido por las distintas iglesias cristianas como lugar del nacimiento de Jesucristo.
Hoy biblistas y teólogos restan importancia a estos detalles y su literalismo. Es indiscutible el hecho de la existencia histórica de Jesús de Nazaret, que relatan historiadores contemporáneos como Suetonio, Tácito y Flavio Josefo. Pero lo que no es tan claro es la forma concreta de lo que ocurrió exactamente. Los teólogos contemporáneos aplican la técnica de la "Historia de las formas" y las tradiciones para analizar los géneros literarios con los que está escrita la Biblia. Por eso opinan que los relatos de la infancia de Jesús son los que tienen menos valor histórico de todos los Evangelios.
Otro tema polémico, sobre el que la Iglesia no admite discusión, es que Jesús nació de una madre virgen. Sabemos que avatares y fundadores de otras religiones o filosofías como Dionisio, Lao Tsè, Confucio, Buda y hasta Pitágoras y Platón fueron conectados a concepciones milagrosas y madres vírgenes. Igualmente aquí los teólogos actuales ponen el acento en la actitud de fe de María, en los rasgos de sencillez y pobreza de la aldeana de Nazaret y sobre todo en su apertura virginal al misterio de Dios. Para Benedicto XVI, el papa teólogo, las narraciones de la infancia de Jesús de los Evangelios de Mateo y de Lucas no son leyendas ni reconstrucciones fantásticas, son "historia, historia real, acontecida, claro, historia interpretada y comprendida con base en la Palabra de Dios". Pero una historia escrita con criterios de hace más de dos mil años.
Para los creyentes la Navidad tiene un profundo sentido. Si los Evangelios fueron escritos por las primitivas comunidades cristianas, de los que los evangelistas sólo eran transmisores, deseaban con ellos transmitir un determinado mensaje. Este no casa en absoluto con la Navidad actual tal como está montada: aquel mensaje fue de debilidad, pobreza, soledad, misterio, carencia de seguridad y confort, alegría interna y espiritual, paz, buena voluntad y justicia.
Maestros espirituales y psicólogos de todos los tiempos y creencias coinciden en que la felicidad es un estado profundo del yo que está por encima de los condicionamientos externos. El problema que plantea la Navidad hoy, como tantas cosas, es el "despertar" frente al seguir dormido en manos de quienes manejan la información y el consumo. Porque está claro que en la Navidad de un modo u otro siempre contuvo una fuerza y una llamada para la gente. Hay en ella elementos perennes que superan las culturas, las anécdotas y hasta los datos históricos: Quizás la necesidad de retornar a la autenticidad del niño para volver a ser nosotros mismos. Porque entonces es nochebuena en el corazón. Quizás por eso Jesús a lo largo de su vida explicó que lo mejor es hacerse como niños y habló de bienaventuranzas o "felicidades" que parecen antieslóganes en nuestra sociedad actual; y se pronunció a favor de los pequeños; dijo que los últimos serían primeros. En todo ello hay una extraordinaria coherencia entre el paisaje de nuestro belén doméstico y el resto del Evangelio. Otra cosa es que la gente sea capaz de sentarse delante del nacimiento, meditar un poco, y prepararse a vivir de otra manera este vértigo en que hemos convertido la Navidad. Como la conclusión del papa Francisco: "Donde nace Dios, nace la esperanza¸ y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad. Sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres".
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