Nebrija o el primer defensor del código abierto
congreso de la lengua | exposición
Antonio de Nebrija no sólo sentó las bases del español, sino que también defendió conceptos como la libertad de expresión o los derechos de autor
El castillo de Santa Catalina acoge hasta junio una muestra dedicada a su figura
Su efigie se habrá reproducido en miles de libros de texto a lo largo de los años, pero la dimensión que tuvo, que ha tenido, Antonio de Nebrija no es todavía conocida por el gran público. En gran medida para paliar este desconocimiento surgió la muestra Nebrija (1444-1522). El orgullo de ser gramático,Nebrija (1444-1522). El orgullo de ser gramático,
que desde diciembre pasado acoge la Biblioteca Nacional como parte de los actos que recuerdan el quinto centenario de su fallecimiento. Precisamente, la exposición que puede verse ahora en el Castillo de Santa Catalina –organizada por la Fundación Nebrija, la AECID y el Instituto Cervantes– es un resumen de esta iniciativa.
“Entre todas las cosas que podía decir que era, como quería que lo llamaran era gramático”, afirma el director de Relaciones Institucionales de la Universidad Nebrija, Gregorio Martínez Garrido. Parece un raro detalle de humildad pero, en realidad, estaba muy lejos de serlo: las palabras, Nebrija sabía, empezaban a enseñorearse por el mundo de la mano de la sublimación de lo humano y de, en fin, la imprenta de tipos móviles.
Como a tantos en su época, Italia le dio a Nebrija su molde: volvió de la Universidad de Bolonia con el io en modo italiano, en mayúsculas, superlativo. El hombre se forjaba como el principio de todas las cosas y su palabra (y Su Palabra) también iba forjándose a una velocidad nunca vista. Obediente, quizá sin saberlo, a su tiempo, Nebrija fundió estos dos factores.
Pero la obsesión de Nebrija no era tanto el castellano como el latín: la lengua que unía entonces a toda Europa. “Era un defensor absoluto de las lenguas clásicas, cuyo conocimiento consideraba fundamental para enlazar con el conocimiento tanto de los clásicos como de las Sagradas Escrituras –comenta Gregorio Martínez Garrido–. Pero, de la misma manera que el latín estaba ordenado, podían ordenarse las lenguas vernáculas a través de unas normas que dieran unidad y proyección hacia el mundo. En su afán por hacer accesible el conocimiento, elaboró sus Introducciones latinas, que se convirtieron en el primer best-seller español, vendiéndose en toda Europa. Su intención era hacer del saber algo al alcance del mayor número de personas, sin interferencias”.Tanto es así que Isabel la Católica –aconsejada por su confesor– le sugirió a Nebrija que preparase una versión bilingüe de las Introducciones para que las novicias pudieran aprender latín por sí solas. Sí, terreno resbaladizo.
“La intención de Nebrija era en todo momento que la palabra de Dios, muy especialmente, se entendiera adecuadamente –continúa Martínez Garrido–, ya que a lo largo de los siglos, se habían dado errores de traducción. La perspectiva de Nebrija era muy práctica: reivindicaba el valor técnico del conocimiento para acercarse a Dios, no la convicción de la fe ni la jerarquía religiosa”.
Llegados a este punto, en efecto, a nadie extraña la aparición de la Inquisición española. Quién era Nebrija, argumentaba el Santo Oficio, para ponerle los puntos sobre las íes nada menos que al Espíritu Santo: “Llegó a estar en manos de un tribunal, pero al final lo exoneraron porque intervino el cardenal Cisneros, su protector –desarrolla Martínez Garrido–. Realmente, era un defensor de la libertad de expresión, un concepto muy moderno que Nebrija ya llevaba a gala hace 500 años”. De hecho, elaboró todo un alegato contra la censura en su Apología.
Otra de las obcecaciones que le hacían ir muy por delante de su época fue el empeño en asegurarse la propiedad de sus textos. Evidentemente, en esa época no existía la figura de los derechos de autor, pero Nebrija se acogió a los privilegios de impresión:“Tenía un concierto con un impresor que le servía para controlar sus ingresos anuales –apunta Martínez Garrido–. Trabajaba con el impresor a pie de máquina, sacó mucho dinero con la venta de sus libros. De hecho, sabemos que estaba pendiente de todas la publicaciones no oficiales por la cantidad de pleitos al respecto en los que se metió”.
Fue, incluso, el que estableció, dentro de su obra, el primer sistema para enseñar español a quien no lo hablaba. Y también, en una línea contraria a la que ha solido esbozarse, fue uno de los principales contribuyentes a la supervivencia de algunas lenguas amerindias y asiáticas: “Cuando los religiosos llegaban a los nuevos territorios, usaban la Gramática de Nebrija como referencia y cruzaban con ella términos y estructuras de las lenguas indígenas”, afirma Martínez Garrido.
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