Necrológica a Juan López
Homenaje universitario
Varios profesores de la Universidad de Cádiz se reúnen con otros docentes y amigos en memoria de quien fue decano de Filosofía y Letras
Cádiz/El viernes pasado un grupo de profesores y amigos de la Universidad de Cádiz le hicieron una necrológica al profesor Juan López Álvarez recientemente fallecido. El acto, alejado de lo institucional, fue sencillo pero muy entrañable. Tuvo lugar en el edificio ECCO (Espacio de Cultura Contemporánea de Cádiz), cedido por el Ayuntamiento gaditano.
Abrió el acto Francisco Cano López, concejal gaditano, pronunciando unas palabras cariñosas al que fue profesor y decano de la Facultad de Letras de la Universidad de Cádiz.
Intervinieron tres profesores de la UCA. Juan Terradillos, profesor emérito, se refirió a los elementos de paradoja que confluyen en el acto, en contradicción solo aparente: “Confluyen, en primer lugar, la muerte y la vida. O, si se prefiere, el pretexto y el motivo. El pretexto es la muerte de Juan. Supuso una sorpresa porque significaba el adiós imprevisto a un amigo a quien siempre habíamos sentido como pleno de vitalidad. Y junto a la sorpresa, el dolor. El dolor concreto e intransferible que sufrimos cuando se nos amputa algo propio. Y los amigos son algo muy propio”.
“El motivo es la vida. Nos hemos reunido para compartir sentimientos y emociones, porque compartimos también a un Juan vivo”.
“También concurren en este acto, en relación paradójica: el vacío y el legado. La muerte de un amigo siempre provoca un vacío, que, paradójicamente, solo se puede llenar con el legado que nos deja. Es el legado del profesor y decano en la UCA, en el que los valores krauso-institucionalistas de Giner de los Ríos, pasados por el tamiz andaluz de Demófilo, concurrían con el humor irónico y libertario de Berlanga”.
“En la cúspide de esos valores está la afirmación del yo, del yo institucionalista, que no es un yo autista, sino bien enraizado en su entorno cultural y político, en la Andalucía de los andaluces de a pie, llamados a aportar, como propusiera Blas Infante y como Juan López ha dejado escrito en más de una ocasión, paz y libertad a la humanidad”.
“El segundo valor a resaltar en ese legado es el de la autonomía, primero autonomía personal, que, como rezan los estatutos de la Institución Libre de Enseñanza, gestados por Giner de los Ríos en la prisión militar del Castillo de Santa Catalina, no acepta la disciplina reduccionista ni de comunión religiosa, ni de escuela filosófica ni de partido político. Y, también, la autonomía universitaria, no como categoría jurídico-administrativa, sino como autonomía de los universitarios. En el limitado campo de acción de su decanato, Juan López se las arregló para abrir portillos a la heterodoxia cultural, a la vitalidad del alumnado, a la inclusión de lo lúdico o a la diversidad”.
“Y, en la base de este legado, su generosidad personal, que siempre le llevó a implicarse en los problemas de los demás para echar una mano cuando fuere preciso”.
“Juan era un amigo nacido para vivir desenfadadamente y para ir contagiando vida. Así lo conocimos, así lo disfrutamos y así queremos seguir teniéndolo entre nosotros”.
A continuación intervino Francisco Vázquez, catedrático de Filosofía: “Hombre ‘bueno’ en el sentido machadiano del término, como Adolfo de Castro y como los krausistas que tanto conocía y quería. Su vitalidad, su inteligencia y su generosidad han sido un ejemplo para todos los que lo conocieron. Desde su llegada al Colegio Universitario hace casi medio siglo ha sido una institución en la Universidad de Cádiz, un referente en la localidad de El Bosque, y un inolvidable decano de la Facultad de Filosofía y Letras, entre 1991 y 1999, cuando el centro alcanzó su época de mayor esplendor y repercusión en la vida cultural de la ciudad. Ha dejado una profunda huella en todas las personas que lo conocieron y que esperan homenajear públicamente su memoria como se merece cuando transcurra esta maldita pandemia. En estos tiempos de burocratización, despersonalización de la gestión y competencia feroz en el mundo académico, la figura de Juan López se agiganta como un modelo de lo que significa ser universitario”.
El tercero en intervenir fue Manuel López Doña, profesor honorario de la UCA: “Querido Juan, te acabas de ir para siempre. Te sentaste en la cama, madrugando para emprender el vuelo sin despedirte de los amigos... así se hace, con lo puesto y sin equipaje”.
“Te conocí un día muy señalado para mí. Hacía un año que se había marchado de igual manera mi amigo y maestro Juan Deudero y se me ocurrió celebrarlo con un concierto de guitarra, en vez de un funeral. Había contratado a Vicente Amigo para que nos embrujara con su música, sobre todo la que mejor le venía, De mi corazón al aire. Y como no tenía más dinero para contratar el Teatro Falla, fui a buscarte, como decano de la Facultad de Filosofía y Letras, para que me cedieras para el evento el salón de actos de tan prestigiosa institución y así fue. A partir de ese momento, fuimos amigos: amor puro y desinteresado, que nació ese día y se fortaleció hasta hoy...”.
“Me contabas que tenías dos sueños que te hubiese gustado vivirlos: ir al Valle del Jerte en plena floración y hacer un viaje en el Transiberiano... el primero lo hicimos juntos con la pandilla... el segundo solo fue un proyecto. A pesar de todo damos fe de que tus experiencias vividas merecieron la pena y fuiste un referente para nosotros en muchos temas”.
“La historia, de la que tantas clases diste, te coloca en lugar preferente: Desde seminarista, afortunadamente truncado por los avatares amorosos de una parroquiana de Constantina, la tierra donde naciste, hasta la Universidad de Cádiz, como uno de sus padres; Desde los maquis (a pesar de ser hijo de Guardia Civil) y la defensa vehemente de tus ideales, hasta el hastío mas absoluto de los nuevos tiempos con sus modelos educativos y la carencia de valores. Viajamos, comimos y bebimos (¡Encána!... indicador de status eufórico) hasta compartimos mi casa una larga temporada cuando te hizo falta”.
“El humor, la ironía gaditana y tu conversación nos hacia pasar un tiempo inolvidable. Compartimos tus achaques y dolencias y como médicos te acompañamos siempre intentando hacerte reír en tus últimos días con alguna ocurrencia sexual...”.
“Tuvimos la suerte de no tener que ir a tu entierro por este asuntillo de la pandemia, pero no te quepa la menos duda, si sobrevivimos, que lo celebraremos con pompa y boato y con una copa de vino... español. Adiós Juan, hasta siempre”.
El acto, moderado por Jesús Castiñeiras, antiguo profesor de la UCA y en la actualidad en la Universidad de Sevilla, contó con la presencia de un cuarteto de cuerda que interpreto piezas de Bach, Sibélius, Ravel, Faure y Saint-Saens. También se pudo ver un vídeo de recuerdo montado por López Doña.
Para finalizar la profesora María García Doncel recito un romance que el profesor Suárez Japón le había dedicado a Juan. Juan, “gracias por enseñarnos el significado de la palabra amistad. Tu fallecimiento es un día que siempre será triste”. "En nuestra memoria siempre estarán los buenos momentos que compartimos. Eras más que un amigo, era una parte importante e histórica de nuestra familia universitaria, de nuestra Universidad”. Descansa en paz.
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