Obsequios de Barcelona para Cádiz

Historias de Cádiz

El escudo con el nombre de Lázaro Dou, en la calle de su nombre, fue enviado por la Ciudad Condal l Polémico envío de una lápida para la fachada de San Felipe Neri

Obsequios de Barcelona para Cádiz

Las Cortes de Cádiz significan hoy, para todos, libertad, progreso y democracia. Izquierdas y derechas están orgullosas de su legado y todos admiramos la labor de los españoles y de los gaditanos en particular en 1812.

Pero cuando llegó el momento de celebrar el primer centenario, en 1912, eran muy pocos los que consideraban positivo este recuerdo. Muchos entendían que el heroísmo demostrado en 1812 era digno de encomio, pero también opinaban que las Cortes de Cádiz había perjudicado los principios y tradiciones de la nación española y había fomentado, además, la independencia de las repúblicas hispanoamericanas. El obispo de Cádiz, José María Rancés y Villanueva, en un célebre artículo señalaba que había que recordar la resistencia heroica de aquellos años pero no los agravios realizados por los doceañistas a la Iglesia.

Tres personas fueron las que impulsaron decisivamente el Centenario; Cayetano del Toro, alcalde de Cádiz; Segismundo Moret, presidente del Gobierno; y Rafael María de Labra, republicano, diputado, senador y destacado propagandista. Labra, nacido en La Habana y criado en Cádiz, había sido durante muchos años representante de Cuba y Puerto Rico ante el parlamento español. Seguía teniendo influencia en las jóvenes repúblicas de Hispanoamérica y sobre todo era un entusiasta de la historia de Cádiz, a la que llamaba “ciudad sagrada”.

Entre los actos del Centenario estuvo la colocación de las lápidas en la fachada de la iglesia de San Felipe, en octubre de 1912, llamada por todos “la fiesta de las lápidas”. Este recuerdo fue obra personal de Labra, que solicitó su envío a gobiernos, regiones, ayuntamientos y entidades particulares.

Entre las primeras peticiones formuladas desde Cádiz fue al Ayuntamiento de Barcelona, pues la labor de los diputados catalanes durante las Cortes de Cádiz había sido muy relevante, destacando la del presidente Lázaro Dou. Esta petición gaditana causó un revuelo enorme en la Ciudad Condal. Empezaban entonces los primeros nacionalistas catalanes, llamados todavía regionalistas, y la petición de Cádiz motivó un fortísimo debate.

Varios concejales hicieron uso de la palabra para mostrar su rotundo rechazo a las Cortes de Cádiz y a la Constitución elaborada en nuestra ciudad. El concejal Muntañola propuso que en caso de enviar una lápida a Cádiz debería figurar en la misma expresamente que “no se honraba la memoria de las Cortes de Cádiz sino únicamente la de los diputados catalanes”.

El concejal Carreras llegó a afirmar en el pleno municipal que en Cataluña el régimen parlamentario estaba establecido “siglos antes que en Cádiz”.

Finalmente el Ayuntamiento de Barcelona acordó enviar una lápida, que sigue figurando en la fachada de San Felipe, que recuerda “A las Cortes de Cádiz, al presidente Dou, y Espiga, Campmany, Amer, Creu, Morros, Aytes, Utges, Navarro, y demás diputados catalanes”.

Ese mismo año y dentro de las fiestas del Centenario, el Ayuntamiento de Cádiz decidió honrar la memoria de algunos diputados doceañistas colocando algunas lápidas en las calles donde había residido durante las labores de las Cortes. También acordó dar el nombre de una de sus calles al que fuera el primer presidente de las Cortes cuando estuvieron reunidas en San Fernando Lázaro Dou y Bassols.

Tras largas discusiones el Ayuntamiento acordó que la calle para Dou fuera la denominada Muralla, que unía el viejo baluarte de los Negros con la Puerta del Mar, paralela a la muralla real. En 1911 la muralla quedó derribada en esa zona y también se aplanó el desnivel existente entre la calle Plocia y el baluarte de los Negros. De esta manera la antigua calle Muralla, que pasaba a ser Lázaro Dou, quedó como la puerta de entrada a la ciudad para los que llegaban desde el muelle o la estación de ferrocarril.

Cuando el Ayuntamiento de Barcelona tuvo conocimiento de la decisión municipal gaditana envió un oficio dando las gracias y ofreciendo costear una lápida “con el nombre de tan esclarecido patricio”. También solicitaba el Ayuntamiento de Barcelona que en la mencionada calle quedara constancia de la donación efectuada.

Y en efecto, poco tiempo más tarde llegaba a Cádiz una magnífica lápida de mármol con el nombre en bronce del primer presidente de las Cortes de Cádiz, el escudo de la Ciudad Condal y una medalla de bronce de Barcelona.

La colocación de dicho escudo se llevó a cabo con toda la solemnidad y aún figura en la calle, en la esquina más próxima a San Juan de Dios.

Curiosamente, por dejadez u olvido, lo cierto es que nada recuerda en la calle Lázaro Dou este obsequio hecho a Cádiz por Barcelona.

Rafael María de Labra también gestionó para Cádiz la declaración de Monumento Nacional a la iglesia de San Felipe Neri, gracias a lo cual pudo conservarse en perfecto estado. También solicitó y obtuvo del Gobierno los fondos necesarios para la construcción del panteón de los diputados doceañistas existente en la cripta de San Felipe.

Este político y publicista que tanto ayudó a Cádiz fue nombrado en su momento hijo adoptivo de la ciudad y el Ayuntamiento dio su nombre al paseo de la plaza de España que va desde la calle Fermín Salvochea hasta Antonio López. Labra, que tantísimo hizo por Cádiz, ya desapareció del nomenclator de la ciudad. Un establecimiento hostelero, en la esquina de Antonio López aun recuerda el nombre de dicho propagandista.

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