Patrimonio de la Humanidad para las murallas de Cádiz: un propuesta imposible
El estado de abandono en el que se encuentran las fortificaciones de la ciudad y la falta de un plan de actuación sobre las misma hace inviable esta reclamación
Cádiz se queda sola a la hora de defender su patrimonio: sin dinero para las murallas, castillos y monumentos
La propuesta desde el PSOE de pedir para las murallas de Cádiz la categoría de Patrimonio de la Humanidad, y la posterior respuesta municipal de que este sello no garantiza su mantenimiento si no hay una inversión estatal continuada en las mismas, aún siendo en ambos casos consecuentes con la realidad chocan, también, con otra realidad: la del abandono casi total que sufren las fortificaciones de la ciudad desde hace décadas.
Aunque es cierto que desde que llegaron los ayuntamientos democráticos casi todos gobiernos locales han invertido dinero en la recuperación de las fortificaciones, adquiriendo primero su propiedad tras pagos millonarios al Ministerio de Defensa e iniciando después su rehabilitación; también lo es que los fondos han sido insuficientes, habida cuenta de la magnitud de estos equipamientos, a la vez que nunca ha existido un plan de uso adecuado y ambicioso.
También es cierto que desde hace ocho años el gasto ha sido mínimo, incluyendo la aportación de un Ayuntamiento que sólo dedicaba 50.000 euros al patrimonio histórico, como se lamentaban desde el mismo gobierno municipal de José María González. Así, apenas se ha actuado en el interior del torreón de la Puerta de Tierra (en un proyecto aún no terminado) y en obras en la Candelaria, frente al abandono de la parte superior del baluarte de San Roque, que le corresponde al Ayuntamiento, y donde son visibles piedras que se han caído de las fachadas laterales, por poner un ejemplo.
La escasas inversiones, o nulas en algunos casos, han ido deteriorando buena parte de este patrimonio con un valor histórico único.
Si allí donde ya se actuó hace más de una década se mantienen los edificios en relativo buen estado, como pasa el castillo de Santa Catalina y en alguno de los baluartes, hay otras fortificaciones que cada día que pasa están en peor estado.
El frente de la Puerta de Tierra y el castillo de San Sebastián son los grandes ejemplos de este desprecio hacia nuestra historia y, a la vez, de la escasa visión de ciudad que se tiene cuando se ignora el potencial cultural y turístico (y con ello, económico) que deberían de tener para Cádiz todo este conjunto en condiciones de ser visitado.
Por el contrario, San Sebastián se va perdiendo poco a poco, con el Estado como un propietario sin interés alguna en invertir en el mismo; por el contrario, también, el frente de Puerta de Tierra no pasa de ser un batiburrillo de dependencias, sin conexión entre ellas y sin relación con la propia historia de la muralla. Y, en este caso el Ayuntamiento, su propietario, no tiene un plan en concreto, tras ocho años de gobierno, para actuar sobre el recinto.
Con estos mimbres Cádiz no puede aspirar a que sus fortificaciones sean Patrimonio de la Humanidad
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