'La Pepa' fue rubia

Teófila Martínez convirtió el Doce en un reto personal y en una oportunidad que Cádiz no podía desperdiciar En plena crisis, el Estado acabó dejando en sus manos el éxito de la celebración

Rafael Navas Cádiz

31 de diciembre 2013 - 01:00

Como suele decirse informalmente, "se lo ha currado". Si Teófila Martínez, y no otro político, un empresario de éxito o un cocinero laureado, se puede considerar el "personaje del año 2012", no es por casualidad. Lleva años trabajando, no para alcanzar esa consideración, pero sí para que el 2012 no pasara de largo en Cádiz, que es como podría haber sido de no haber caído en su mano un proyecto de tanto calado como el de la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812. Un proyecto que tiene un ámbito nacional, un acontecimiento teóricamente a celebrar por todo un país, pero que al final ha quedado relegado a un evento local del que el Ayuntamiento ha sido el principal impulsor.

No hace falta insistir en la tenacidad, y tozudez, de Teófila Martínez ante cualquier asunto, por nimio que parezca. Es su carácter y nadie se lo va a cambiar. En perseverancia hay pocos que la ganen. En el asunto del Doce ha sido ejemplo de todo ello. Decidió que era un asunto 'de Estado' para Cádiz y lo puso por encima de todo lo demás, a sabiendas de que (mucho más en tiempos de crisis) recibiría algunas críticas por actuar así.

Ha contado con apoyos entusiastas en su empresa, pero también con obstáculos sonados. Curiosamente, durante la etapa de Gobierno de Zapatero, cuando María Teresa Fernández de la Vega fue vicepresidenta, fue cuando mayor sintonía alcanzó la alcaldesa de Cádiz con el Gobierno de la nación a través de la Comisión Nacional del Bicentenario. La salida de Fernández de la Vega y los continuos cambios en la presidencia de la Comisión (con Luis Pizarro tampoco se llevó mal) y en la gerencia del Consorcio del Bicentenario la arrojaron a los brazos de un trabajo paralelo, aunque si se pregunta a los referidos responsables, fue ella la que quiso apartarse para ir "por libre" en la aventura del Doce.

De hecho, no existió jamás ninguna coordinación entre el Consorcio en tiempos del PSOE y el Ayuntamiento de Cádiz a la hora de abordar proyectos e iniciativas para la ciudad con motivo de la efeméride. Sabedora de que se trataba de una carrera de fondo y de que en el Gobierno (preocupado por la incipiente crisis) no le iban a poder seguir el paso, Teófila Martínez creó un equipo en el Ayuntamiento de Cádiz y hasta su propio 'sello', Cádiz Ciudad Constitucional, para vender el Bicentenario por todo el mundo, aunque principalmente en América Latina.

Estos últimos años han sido constantes sus viajes a países del nuevo continente, acompañada por diferentes responsables municipales, entre ellos el nombrado concejal de Bicentenario, Juan José Ortiz, que ha sido su escudero en estas lides. Viajes en los que se ponían las bases de acuerdos de colaboración para que en 2012 llegasen a Cádiz exposiciones o se celebrasen actos que justificasen el nombramiento de Capital Iberoamericana de la Cultura o ser sede del Carnaval Iberoamericano. Para que todo ello fuese posible había que crear una infraestructura, aunque fuese mínima, y visto el éxito de proyectos estatales como el castillo de San Sebastián, el Ayuntamiento tomó la iniciativa de abrir espacios públicos propios, como la Casa de Iberoamérica en la antigua Cárcel Real o el ECCO, espacio cultural en el antiguo Cuartel de Carlos III, que unidos al castillo de Santa Catalina o el Baluarte de la Candelaria, han soportado el peso de encuentros y exposiciones durante 2012.

Lo que desde Madrid llegó no fue todo lo que el Ayuntamiento presidido por Teófila esperaba. Ni en metálico ni en especie. Hubo mucha presencia institucional y un abnegado apoyo a la celebración de la XXII Cumbre Iberoamericana en la ciudad, para lo que, estaría bueno, contó con la colaboración de Moncloa. Pero ella esperaba mucho más en un año de esta singularidad.

En la etapa de Gobierno del PP, desde noviembre de 2011, se podría decir que el Estado, en plena crisis, dejó en sus manos el éxito de la conmemoración y la cabeza visible del proyecto no fue ni Soraya Sáenz de Santamaría (sumida en otros problemas) ni el último gerente, Pedro Flores, un profesional válido y voluntarioso pero que poco pudo hacer ante la herencia y la hipoteca recibidas.

Por ello y a pesar de todo, su figura política como alcaldesa (también diputada nacional en esta legislatura) se ha visto fortalecida por su omnipresencia en todos los actos del Bicentenario, por los que han pasado cientos de autoridades y personalidades que siempre han reconocido públicamente su implicación en el proyecto, incluso por encima de responsables de otras instituciones. Especial significación tiene su buena relación con Enrique V. Iglesias, el secretario general iberoamericano, a quien supo contagiar desde un principio esta idea y, así, conseguir que le abriese puertas que de otra forma hubiese sido más costoso, en el tiempo y en el dinero, conseguir.

Ha sido, sin duda, la gran protagonista de 2012 en Cádiz porque ha hecho suyo el Doce. Y ahora tiene ante sí el reto de que la inercia de este año posibilite que la ciudad no se quede parada y aproveche la larga agenda de contactos para poner en marcha nuevas ideas y proyectos. Quienes conocen a Teófila saben que así será. Porque ella nunca ha estado ni estará quieta.

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