Peruanos en Cádiz: entre la tristeza y la emoción
IX Congreso de la Lengua
Residentes peruanos en la provincia están preocupados por su país, pero contentos de que Cádiz acoja la cita
La hora de Cádiz
Sentimientos encontrados entre la comunidad peruana de Cádiz. La celebración en la capital del IX Congreso de la Lengua Española, que iba a celebrarse en Arequipa, les otorga una oportunidad de regresar de alguna forma a sus raíces e incluso a los orígenes de sus ascendientes, pero es una circunstancia que al mismo tiempo les llena de inquietud porque la convulsa situación política y social en Perú ha sido el detonante del cambio de sede que se fraguó allá por el mes de diciembre. Un congreso, pues, que ellos vivirán entre la tristeza de saber que allá lejos sus compatriotas buscan arreglar el desajuste social y, casi al mismo tiempo, con la emoción que supone la llegada de un buen número de compatriotas a Cádiz.
Hablamos con tres personas peruanas o de origen peruano que residen en Cádiz y su provincia desde hace ya varios años y cuyas trayectorias son radicalmente distintas. Martín Flores, por ejemplo, es dramaturgo, nació en Trujillo (al norte de Perú), realizó sus estudios en Lima y lleva 16 años en Cádiz. Aquiles Marcelo nació en Lima, es médico –responsable de un centro de salud en El Puerto de Santa María– y lleva en la provincia casi desde los cinco años. Vero, finalmente, es artesana, lleva en Cádiz, donde han nacido sus hijos, desde el año 2011. Originaria de Pucallpa, en la selva peruana, se crio en Huánuco, en la sierra central del país, y después vivió diez años en Arequipa, la ciudad natal de Vargas Llosa que iba a acoger el Congreso.
Los tres son conscientes de la inestable situación que se vive en Perú, donde la semana pasada la cifra total de muertos desde que comenzaron los disturbios y enfrentamientos se situó en 77, y viven preocupados desde la distancia, inmensa distancia, por los familiares y amigos que residen allí.
“La crisis política y social nos afecta a todos. Allí en Perú se trabaja de forma informal, el día a día. Y, por ejemplo, la zona del Palacio de Gobierno es muy turística y está cercada; a su alrededor hay comercios dedicados a la cultura, a la artesanía peruana, pero ahora nadie puede entrar allí. Hay gente que quiere trabajar y no puede entrar en su negocio. A nosotros como peruanos, de una manera u otra, nos duele”, explica a este periódico Martín Flores.
Director en Cádiz del grupo de teatro Los Heraldos Negros, este dramaturgo que prepara con su próxima obra, ‘Camino a Viznar’, un homenaje a García Lorca representa bien ese sentimiento encontrado de alta preocupación por su país, desde el que algunos amigos íntimos le han pedido ayuda, y de satisfacción por residir en la ciudad que va a acoger la importante cita lingüística internacional: “Cádiz ha sido la ciudad más idónea para este congreso, un puerto que tiene como bandera a toda la región de América. De aquí partieron muchos y de América llegaron por aquí; Cádiz ha sido puerto de salida y de entrada”.
Martín Flores tratará de acudir al congreso, a algunas de sus sesiones o a las exposiciones, para de alguna forma encontrarse con las raíces de ese Perú que corre por sus venas y, como sucedió hace ya años, coincidir con compatriotas de la talla de Vargas Llosa, a quien pudo conocer cuando recibió el Premio Cortes de Cádiz pero que esta vez, lastimosamente, no estará en Cádiz.
La historia del doctor Aquiles Marcelo es muy diferente. Su padre, peruano, vino a Cádiz a estudiar Medicina. Aquí conoció a quien sería su madre, gaditana que trabajaba en el Hospital de Mora. Se casaron y viajaron de luna de miel a Perú, donde nació Aquiles. Apenas cinco años después, sus padres regresaron a Cádiz con el objetivo de residir en la ciudad. Y así fue.
De rasgos peruanos, Aquiles Marcelo, que evidentemente cuenta con nacionalidad española, no tiene sin embargo el acento característico de su país natal. Esta circunstancia fue motivo de preocupación para sus familiares peruanos cuando hace ya muchos años, a principios de los 90 cuando ya estudiaba Medicina en Cádiz, estuvo un breve tiempo en Lima para conocerlos. Por entonces, el terrorismo de Sendero Luminoso era muy activo y su acento podría hacer creer que era extranjero, lo que le convertía en posible objetivo de un secuestro.
“Lima –explica el doctor– me pareció una ciudad muy bonita, pero también con una diferencia social grande. Eso a mí me impresionó mucho. Había un desnivel grandísimo. De barrios muy ricos de pobreza extrema. Mis tíos me decían que tuviera mucho cuidado; yo no estaba acostumbrado, no veía el peligro. Había secuestros, asesinatos... Soy moreno, pero el acento no lo tengo”.
Reconoce que sus hermanas tienen más relación que él con sus tíos y primas que residen en Perú, pero también destaca que hablan de su país a menudo en su familia, con sus hijos, y que tienen el objetivo de viajar al país en un futuro. Eso sí, cuando la situación lo permita: “Mis sentimientos con Perú son de tristeza y añoranza, porque mi madre me habla muy bien de los años en que estuvo viviendo allí, aunque su condición de española le trajo algún mínimo problema”.
Que Cádiz acoja el Congreso de la Lengua, una cita en la que tratará de estar presente de alguna forma, le produce “tristeza y emoción”, al tiempo que lamenta la inestabilidad del continente que lo vio nacer: “América entera es muy rica, tiene muchísimo potencial, pero siempre pasa algo, siempre hay algo que lo echa todo a perder”.
En el caso de Vero, una artesana especializada en abanicos, fue su hermana la primera que viajó a España, a El Puerto. Unos cinco años después fue el turno de Vero, que también escogió primero la ciudad portuense y que, a los tres años, se mudó a Cádiz donde reside desde 2011. Su acento es curioso, muy mezclado y con dejes peruanos e incluso gaditanos. “En casa, mi pareja es español y mis hijos dicen que yo hablo en peruano, porque hay algunas expresiones de allí que sigo usando; no pierdo mis raíces, pero también me dicen que si tengo acento de La Viña (ríe). En Perú, en Huánuco, tengo a mi madre, que nos visitó un tiempo en España, y a algunas de mis hermanas: somos siete. Mi hermano mayor vive en Lima”, explica.
La situación de su país inquieta y mucho desde la distancia: “Se vive con preocupación, porque no se sabe qué se van a encontrar ellas. Mi preocupación es esa. Enviamos ayuda económica, pero hay inseguridad. Donde están ellas no afecta mucho, no hay manifestaciones ni revuelos. Llega la comida, pero empieza a subir de precio. Es una preocupación. Lo que se vive en Arequipa, en Lima, en Puno... es más peligroso. Hay disturbios”.
Vero supo de la celebración del Congreso de la Lengua a través de un amigo que trabaja en Filosofía y Letras. “Me pareció genial –dice–, aunque lastimosamente no se pueda hacer allí. Trataré de seguir el congreso, aunque tengo que ver el programa completo, las exposiciones. En casa estamos constantemente hablando de Perú, y esta es una oportunidad más”. Al conocer que una de las exposiciones tratará sobre la época del Virreinato, y que permanecerá varios meses en Cádiz, Vero reconoce que será una “muy interesante” manera de ahondar en sus raíces.
Tres historias con origen en Perú, el país hispanoamericano que a partir de hoy tendrá un protagonismo especial en Cádiz a través de la lengua común que une a sus habitantes, las palabras que se entienden de manera natural y que, como explica el dramaturgo Martín Flores, deben tener alma: “En escena no debe haber palabras sin alma, sin sentido. Que la palabra pueda excitar a los cinco sentidos, que la lengua española la tenemos de raíz, y es importante que la palabra en el escenario tenga alma”.
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