'Pleamar', la memoria emocional del doctor Manuel Concha
El cirujano cardiovascular ha publicado un libro que recoge ideas personales y efemérides de su vida ligadas especialmente a las ciudades de Córdoba y Cádiz
Cádiz/Para Manuel Concha Ruiz, la pleamar "conlleva una añoranza y una nostalgia". Y es que este cirujano cardiovascular y catedrático de Cirugía ya jubilado, que ha ejercido la mayor parte de su labor profesional en Córdoba, añora Cádiz y su mar. Echa de menos la ciudad donde se crió y estudió la carrera de Medicina, y donde ha visto muchas pleamares.
Por eso ha titulado su último libro Pleamar, que presentó hace unos días en Cádiz. En esta obra recoge –como indica el subtítulo– textos y efemérides entre 1987 y 2019. La imagen de la portada es parte de un cuadro que le regaló el pintor Antonio Povedano, gran amigo de Manuel Concha.
Este médico sostiene que "entre la bajamar y la pleamar se nace, se vive y se muere" y él se encuentra ahora mismo, a sus 78 años, "en la pleamar de mi vida", entendiendo pleamar como plenitud.
Define su libro como "mi memoria emocional, mi testamento vital, porque en él plasmo mis ideas personales y efemérides de mi vida". Confiesa que no pensaba escribir esta obra "porque no me gusta el protagonismo", pero finalmente se decidió a hacerlo "en la pleamar de la vida" y dedicárselo a su familia, especialmente a sus ocho nietos.
El volumen recoge 22 textos, que son una serie de escritos humanísticos que concluyen con las contribuciones de este médico al Anuario de Andalucía del Grupo Editorial Joly (2004–2019), y 12 efemérides.
Entre los textos, hay varios pregones pronunciados por el doctor Concha en Córdoba, como el de las Peñas Cordobesas del año 2000, el Pregón Taurino de la Feria de Córdoba (2004) o el Pregón de la Vendimia de Montilla (2009); y otros textos sobre el flamenco en las artes plásticas; los toros y el flamenco; el humanismo gaditano –"que es la forma que tengo de ver a la gente de Cádiz", apunta el autor– y este humanismo gaditano personalizado en Fernando Delgado Lallemand; consideraciones actuales sobre la eutanasia; el esplendor médico en Al–Andalus; el Colegio de Cirugía de la Armada o los trasplantes, en un capítulo titulado De las nuevas quimeras a la ingeniería de la vida.
Asimismo, le dedica escritos a amigos artistas, como el pintor Antonio Povedano y el escultor Venancio Blanco. También recoge textos que pintores y poetas cordobeses publicaron como homenaje a Manuel Concha en 1987, entre ellos, un poema de Carlos Rivera con motivo del primer trasplante de corazón que hizo.
La segunda parte de Pleamar, titulada Efemérides, expone por orden cronológico hechos de la vida del autor y algunos de sus recuerdos más importantes. El doctor Concha destaca, entre otros capítulos, el que dedica a su nombramiento como Cordobés del Año, el que trata sobre cuando le dieron la Medalla de Plata de Andalucía, cuando le nombraron Cordobés del siglo XX junto a otras personalidades, cuando recibió el Premio José María Pemán en Cádiz o cuando lo nombraron Hijo Adoptivo de las ciudades de Córdoba y Cádiz e Hijo Predilecto de la Provincia de Cádiz. El último capitulo versa sobre el acto de concesión del Premio Nacional de Cirugía Pedro Virgili por la Real Academia Nacional de Medicina, la Real Academia de Medicina de Cádiz y el Ayuntamiento de Cádiz, dentro de la celebración del II Centenario de la Constitución de 1812.
El libro está prologado por Jesús Maeso de la Torre, escritor de Úbeda afincado en Cádiz y buen amigo de Manuel Concha.
Pleamar no es el único libro de este médico publicado recientemente, ya que acaba de ver la luz también la segunda edición de su obra A corazón abierto, que recoge semblanzas de los pioneros en la cirugía del corazón.
Cabe recordar que Manuel Concha fue de los primeros en hacer cirugía cardíaca en Andalucía. Realizó el primer trasplante de corazón en esta comunidad, en el año 1986, y en la persona de menor edad en España, un bebé de ocho días, en agosto de 1994.
Afirma que a pesar del gran avance en medicina que se ha producido en los últimos años, desde que él empezó hasta la actualidad, "la cirugía del corazón no ha cambiado mucho en cuanto a las técnicas y tipo de operaciones. Lo que hay ahora son nuevos caminos, como el corazón artificial, que antes no existía y ahora se pone a veces transitoriamente, mientras llega el corazón para un trasplante. Pero las técnicas en sí no han cambiado mucho en la cirugía de corazón".
Lo que ha variado es la mortalidad en este tipo de intervenciones. "Cuando yo empecé, tenían una mortalidad global del 25–30% y ahora se opera con una mortalidad global de un 2%. Han mejorado mucho los medios y el aprendizaje".
Cuenta que todos los conocimientos que tiene no sólo los ha adquirido en su trabajo, ya que ha viajado mucho a otros países para conocer a los mejores cirujanos cardiovasculares del mundo, "a los grandes maestros", y a algunos los ha invitado luego a Córdoba. Destaca su visita de tres meses a Buenos Aires para conocer a René Favaloro, inventor de la cirugía de las coronarias. "El primer injerto de coronarias en el año 67 lo hizo él", apunta. Comenta que le impresionó "la sencillez que tenían estos grandes hombres".
Respecto a la pandemia de coronavirus, manifiesta que la está viviendo "con serenidad". Durante el confinamiento, decidió evadirse de esta situación centrándose en la escritura de la que será su próxima publicación: un libro que tratará sobre la Antártida.
Un médico que descubrió su vocación durante la carrera
Manuel Concha Ruiz nació en Nules (Castellón) en junio de 1942. Tras la explosión de 1947 en Cádiz, trasladaron a su padre a trabajar a la capital gaditana y la familia se instaló en el barrio de San Severiano. Estudió Magisterio con una beca y gracias al jefe de su padre, que le ayudó económicamente con la matrícula, cursó Medicina porque era la única carrera que podía hacer sin tener que trasladarse a otra ciudad, pero asegura que después "fue muy vocacional, me entusiasmó la carrera". Tiene tres hijos, uno de ellos médico, y ocho nietos. El doctor Concha es de la primera promoción MIR e hizo la especialidad en Madrid. Después estuvo seis años en Valencia y luego ganó una oposición nacional para ser jefe de Servicio en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, donde ha trabajado 42 años. También ha sido catedrático de Cirugía. Se jubiló en el año 2002.
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