El primer servidor del periódico
III Premio Federico Joly
El periodista gaditano Augusto Delkáder ha sido galardonado con el III Premio Federico Joly, patrocinado por la Fundación Unicaja, que recibirá el próximo 22 de octubre en Cádiz
Es un referente de 40 años de la prensa en España
Cádiz/"Es un mito, porque ha sido lo que nosotros hubiéramos querido ser". Una frase vale para describir a uno de los grandes periodistas de Cádiz, Augusto Delkáder Teig. La dijo Fernando Santiago, presidente de la Asociación de la Prensa en 2007, cuando se le otorgó el Premio Agustín Merello, pero bien podría haber salido de cualquiera de los periodistas que han ejercido, o siguen ejerciendo, esta profesión desde hace cerca de medio siglo.
Durante más de cuarenta años muy bien aprovechados, Delkáder ha tenido un papel relevante en la modernización de Diario de Cádiz, en el nacimiento y la conversión de El País como el periódico de referencia en España y en la transformación de la SER en una de las grandes cadenas radiofónicas de todo el mundo.
Nacido en Cádiz en 1950, estudiante de San Felipe Neri, miembro del Batallón Infantil que ponía color a las Fiestas Típicas Gaditanas, licenciado en Derecho y Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, reforzó sus estudios en el Regent School de Londres, donde realizó cursos en dirección de empresas periodísticas. Fue también fellow de la primera promoción española de la German Marshall Fund.
Entre estudio y estudio, fue secretario de redacción de la revista Apuntes Universitarios, así como redactor jefe de Gentleman y colaborador en temas de economía en Informaciones, dos medios que le servirán para conectar con Juan Luis Cebrián, que jugará un papel esencial en el devenir de la carrera profesional de Delkáder.
Tras dos años como alumno en prácticas en el Diario de Cádiz de la calle Ceballos, Federico y José Joly ya le habían echado el ojo. Ambos tenían claro que había que modernizar el periódico ante la nueva senda democrática que se avecinaba para España.
En enero de 1975, aún sin haber cumplido los 25 años de edad, se le nombra subdirector de Diario de Cádiz. El general Franco seguía gobernando con mano dura, pero el joven periodista comienza a dar los primeros movimientos para renovar a una redacción, corta en efectivos, a la que ya empezaban a llegar periodistas igualmente jóvenes y con ganas de comerse el mundo.
Por el camino, en mayo de 1976 nace en Madrid el diario El País con el compromiso de hacer una periodismo moderno, europeo, liberal. A su frente se pone Juan Luis Cebrián.
El verano anterior, el propio Cebrián, como se relata en ‘Una historia de El País y del Grupo Prisa’, aprovechando una estancia en Cádiz le ofrece a Delkáder, entonces ya subdirector del Diario de Cádiz, marchase a Madrid para participar, como redactor jefe, en una nueva aventura profesional llena de dudas pero evidentemente apasionante. Pepe Oneto, referente de la gran revista política del momento, Cambio 16, también intenta atraerse al joven gaditano dejando caer que El País tal vez no saldría nunca y, si así lo hiciera, acabaría fracasando.
Sin embargo, Augusto Delkáder estaba en la edad en la que se da el paso adelante por muy arriesgado que fuera. Deja Cádiz y se marcha a Madrid como uno de los cargos de confianza de Cebrián, formando parte del núcleo duro que logra sacar El País a la calle y lo convierte desde el minuto 1 en uno de los grandes medios europeos y en un ejemplo de que la modernización democrática en España sí era posible.
Pero ni Federico ni José Joly dejarán pasar la oportunidad de seguir contando con Delkáder. Los dos tenían claro que para la profunda modernización en la estructura periodística que necesitaba Diario de Cádiz, Augusto Delkáder era la persona idónea para liderar este proyecto.
La edad de Delkáder no era problema alguno para los editores. A pesar de su juventud, el gaditano ya había demostrado su valía como periodista y como gestor de equipos. Que Oneto y Cebrián apostasen por él era una evidente garantía de éxito. Y ya puestos a apostar por un veinteañero, tal vez en la mente de Federico y José Joly estuviera su abuelo Federico Joly y Diéguez, director del Diario también con poco más de la veintena y que acabó siendo uno de los grandes nombres del periodismo en España de finales del XIX y principios del XX.
Con todo este bagaje Diario de Cádiz anuncia, en un recuadro en su portada del 24 de octubre de 1976, el nombramiento de Augusto Delkáder Teig como nuevo director del matutino.
El día de su nombramiento, ante toda la plantilla del periódico y de sus editores, resumió su objetivo en una frase sencilla pero contundente: "Yo pretendo ser, simplemente, el primer servidor del periódico. No tengo más oficio que el de periodista y no tengo más interés que la recta y honesta información que debemos a los lectores".
Al servicio de la democracia
No tardó Delkáder en dejar claro que llegaba, volvía, a Ceballos para hacer un periódico aún más moderno y aún más cercano a la calle de lo que ya era, tras más de un siglo de existencia. Cabe un ejemplo. La primera portada ya con él ejerciendo como director se abría, en su histórico tamaño sábana, con una fotografía del solar de la vieja plaza de toros de Cádiz y la reclamación para su conversión en un parque público. Pura vida de la ciudad, reivindicativo y arriesgado para un tiempo en el que poner en duda las actuaciones de las instituciones no era bien recibido.
Cabe no olvidar que estamos a finales de 1976. España vivía tiempos muy convulsos, extremadamente complicados en el terreno político y social, con el Rey Juan Carlos dando los primeros pasos para conseguir la llegada de la democracia. Adolfo Suárez apenas llevaba unos meses como presidente del Gobierno, atacado por el búnker franquista y por la extrema izquierda, además de por los terroristas de ETA y los pistoleros de la extrema derecha.
Desde un primer momento, de acuerdo con sus editores, Delkáder pondrá a Diario de Cádiz al servicio de la causa de la democracia en España. Las visitas del Rey al extranjero, llevando el mensaje de un nuevo país, serán seguidas muy de cerca por el Diario, que mandará a las mismas a su redactor jefe, Luis Alberto Balbontín; a la vez, la inmensa portada del Diario siempre reflejará los progresos del Estado en su ruta hacia el régimen democrático.
En este caso, Delkáder será especialmente combativo. En mayo de 1977 publicará en un espacio privilegiado un editorial con su firma, nada habitual en aquella época, dedicado a la bandera andaluza.
El sentimiento andalucista comenzaba a extenderse por toda la región, y ya eran muchos los ayuntamientos que habían izado en sus fachadas la enseña verde, blanca y verde. Sin embargo, el Consistorio gaditano, presidido por Emilio Beltrami (todavía no se habían celebrado las primeras elecciones municipales ni, tampoco, las generales de junio) había preferido convocar un referéndum para ver si los gaditanos aprobaban esta bandera o no, en lugar de aprobarlo en sesión plenaria.
Augusto Delkáder publicó un duro artículo contra la primera autoridad municipal, hasta entonces siempre intocable. "El Ayuntamiento de nuestra ciudad parece no haber tenido suficiente valor para decidir por su pleno la esperada colocación y nos ha convocado a un plebiscito bastante singular", alertaba en su texto.
El director de Diario de Cádiz recordaba que esta bandera "es el símbolo de solidaridad de una región atrasada. Probablemente, entre otras muchas y más poderosas razones, por nuestra insolidaridad. Colmar nuestras esperanzas es la tarea que pasa exclusivamente por los registros de la hermandad y la unión de los hombres de nuestra región, superando cualquier aldeano localismo. Es en este sentido por lo que queremos ver ondear la bandera andaluza en el balcón de San Juan de Dios". A continuación, reclamaba al alcalde y concejales que "meditasen sobre la inutilidad del plebiscito convocado".
Ese mismo mes de mayo de 1977 Delkáder hará una defensa pública de la democracia en una conferencia en Puerto Real: "España no tiene otro camino para su futuro que la democracia, el gobierno de la voluntad popular (…) La tarea de los hombres de este tiempo es levantar Andalucía". Ante las elecciones generales de junio publicará otro texto animando al voto.
Junto a su determinación por la nueva democracia, Delkáder reforzará la apuesta por la información local en el Diario. Además de Balbontín, contará con el apoyo de nombres que ya son parte esencial del periodismo gaditano, como Agustín Merello, Emilio López, Paco Perea, Lalia González Santiago, Ana María Rodríguez Tenorio, Gabriela Cañas, Antonio Pérez Sauci, Jesús Collantes... que se preparaban para ser sustitutos de históricos como Higinio Sainz, entre otros.
La capacidad de trabajo y de gestión de equipos, la capacidad de trabajar junto a la gerencia a la hora de renovar el diario bajo su dirección y su visión del periodismo como un servicio a la sociedad, volvió a llevar a Augusto Delkáder a la calle Miguel Yuste de Madrid, sede de El País. No podía ser de otra forma.
Juan Luis Cebrián no se dará por derrotado tras la marcha de Delkáder a Cádiz. Insistirá e insistirá al considerarlo como una pieza clave en el nuevo matutino que, aunque había triunfado en su salida, necesitaba a un periodista capaz de organizar una redacción que ya entonces era extensa en número. Y para él esa persona era, sin ninguna duda, el gaditano Augusto Delkáder.
La marcha a El País
Y éste aceptará ya entrado 1977. Se marcha de la calle Ceballos con el trabajo ya encauzado, con una redacción joven y con ganas de seguir haciendo un buen producto. No obstante, desde la lejanía de Madrid seguirá muy atento al desarrollo de su periódico de siempre y, como se verá con el tiempo, se implicará en proyectos de defensa y desarrollo de la economía y la sociedad gaditana. Con el tiempo conformará en Madrid una peculiar fuerza de choque gaditana con periodistas llegados desde la Bahía.
Vuelve a El País como director adjunto. Cebrián lo pone al frente de la coordinación de toda la redacción. A pesar de la salida fulgurante del matutino madrileño, o tal vez por eso, la cabecera vivirá momentos complicados tras el intento de la parte más conservadora de los accionistas de controlar una línea editorial que apostaba por una democracia plena.
Cebrián y Jesús de Polanco, el gran editor del grupo Prisa, agotarán mucho esfuerzo y tiempo en esta batalla interna por lo que el papel en la redacción de Augusto Delkáder será aún más relevante.
Se mantendrá como director adjunto una década, en los años más apasionantes de El País. Aquellos en los que se convierte en el principal periódico en España y en uno de los grandes de Europa, cuando se transforma en un referente para la sociedad española, más allá de su papel como periódico.
Sin duda será el 23 de febrero de 1981 cuando asiente de manera definitiva este papel. Aquella tarde, un golpe militar puso en jaque a la naciente democracia española. Si el Rey Juan Carlos, con su rotunda defensa de la Constitución, paró la rebelión, la presencia de una edición urgente de El País, en la misma tarde de este día, en las inmediaciones del Congreso de los Diputados tranquilizó a muchos.
Aquella tarde, en la redacción de Miguel Yuste hubo un debate sobre la conveniencia de sacar una edición extra en la que se mostrase el apoyo de El País a la Constitución. Suponía un riesgo evidente, porque se temía la llegada de un destacamento militar a la redacción, como pasaría con Radio Televisión Española.
Pero Juan Luis Cebrián lo tenía claro. Y junto a él, Augusto Delkáder. Un 'gabinete de crisis', como lo califica María Cruz Seoane en su 'Historia de El País', formado por la gerente, el equipo técnico y los jefes de la redacción, asumió todos los riesgos. Hoy, ese ejemplar con el titular de “Golpe de Estado. El País, con la Constitución” forma parte de la Historia de este país.
Asentado ya como periódico, se inicia una expansión que lleva a la empresa a comprar la mayoría de las acciones de la histórica Cadena SER.
La empresa necesita a una persona de absoluta confianza para poner en marcha una redacción de informativos de referencia. Es cierto que la SER fue pionera en los noticieros tras la llegada de la democracia, pero necesita un evidente impulso. Y esa persona será, de nuevo, Augusto Delkáder. Con la redacción de El País ya afianzada, Delkáder se marcha a la Gran Vía, donde se ubica la histórica sede de la emisora de radio y se pone al frente de los servicios informativos, reforzando apuestas como Hora 25 y Matinal SER. Escuchar los informativos de la renovada Cadena SER será para muchos como comprar cada día El País.
El siguiente paso será asumir la dirección de la radio convencional y, a partir en 1990, la máxima responsabilidad al frente de la SER, Cadena 40, Radio Minuto y Cadena Dial, todas ellas líderes de audiencia.
A pesar de la importante carga de trabajo que suponía estar al frente de la principal cadena de radio en España que, a la vez, había dado ya el salto a Iberoamérica, Augusto Delkáder mantendrá una conexión directa e intensa con su ciudad natal.
Interesado en poner su grano de arena en el desarrollo social, cultural y educativo de Cádiz, asumirá la presidencia del Consejo Social de la Universidad de Cádiz, que potenciará como una de las instituciones referentes en una provincia falta de líderes y de referentes. A la vez, jugará un papel determinante en los fastos del Bicentenario de la Constitución de 1812 en Cádiz, implicando de lleno a la emisora radiofónica de Prisa en la organización de actos con invitados de relevancia.
Augusto Delkáder verá reconocido todo este trabajo en pro de la sociedad gaditana y andaluza con la Medalla de Andalucía otorgada por la Junta en 2002; con el título de Hijo Predilecto de la Provincia de la Diputación gaditana en 2005; con el Premio Agustín Merello de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 2007; con la distinción de la Subdelegación del Gobierno en 2018 "por su incansable labor durante más de 40 años en defensa de la opinión, el conocimiento y el periodismo como norma de conducta en la libertad de expresión"...
Hace apenas unas semanas, tras recoger otro galardón, otorgado en este caso por el Heraldo de Aragón, Augusto Delkáder dejaba claro, para el no lo supiese aún, cuál es su libro de estilo como periodista de raza: "Hay que contar lo que pasa, dar información veraz y contribuir a formar la opinión de los lectores y oyentes".
Como dijo Fernando Santiago: "Es un mito, porque ha sido lo que nosotros hubiéramos querido ser".
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