“Quien más se merece que esta gala de los Premios Max salga bonita es Cádiz”
El gran evento de las artes escénicas
José Troncoso y Ana López Segovia, directores y guionistas de la cita del 17 de abril en el Gran Teatro Falla, explican que “el motor de la gala es que el teatro ha sobrevivido a pesar de todo”
Los Premios Max serán el 17 de abril en Cádiz
Cádiz/Como mandan los cánones, todo será una sorpresa. En principio, los directores de la gala de los XXVI Premios Max de las Artes Escénicas no deben descorrer las cortinas de lo que ocurrirá en Cádiz el próximo 17 de abril, pero es entrar en el patio de butacas del Gran Teatro Falla y a José Troncoso y Ana López Segovia les cuesta mantener a raya el verbo que tan bien manejan estos actores y dramaturgos gaditanos. Avanzan líneas, dibujan intenciones, desnudan sus miedos y deseos y, sobre todo, ponen nuestro oído en el corazón de lo que serán estos Max del Porvenir, “un manifiesto”, “una declaración de principios y de amor” a un arte que “a pesar de todo” ha sobrevivido. “En ese a pesar de todo está el motor de lo que hemos escrito y que estamos deseando que vean”, anhelan.
–Entiendo que alguna vez soñaron, de hecho lo consiguieron, con ganar un Premio Max pero, ¿alguna vez se les pasó por la cabeza dirigir la gala de entrega?
–José Troncoso: Me acuerdo de ver la gala siempre, siempre, de pequeño en televisión, cuando todavía ni siquiera soñaba con ser actor, así que, de repente, verte al otro lado es increíble. ¿No sé cómo lo vives tú, Ana? Yo creo que ha sido un poco como hacerse mayor de pronto. Ya estamos para hacer estas cosas... Es como si hubiéramos pegado un estirón.
–Ana López Segovia: Suscribo totalmente eso de pegar un estirón... A mí, claro, nunca se me había pasado por la cabeza y cuando recibí la llamada y me dijeron que además iba a codirigir con Troncoso me dije, “¡qué fantasía es esta”. Pero reconozco que después pensé que tenía sentido, ¿por qué no iba a tener sentido? Así que fue una sorpresa pero que asumí con bastante naturalidad. Además, hay cosas a las que no se le puede decir que no.
–No hubo duda, lo tenían claro
–J. T.: Te reconozco que dudé en un primer momento porque la codirección me parece una cosa súper delicada y Ana y yo somos muy, muy, amigos. Para mí Ana pertenece a los amigos más cercanos a la hermandad. Así que me daba pánico que esto pudiera entorpecer nuestra relación. Pero lo hablamos y decidimos hacerlo juntos. Nos dimos la mano y no nos la soltamos hasta el 18 de abril.
–A. L.: Y es que dejar de hacer las cosas por miedo, es un poco... Hay que correr riesgos. Toda la responsabilidad está ahí encima, la primera, esa, la de la amistad con mi colega Troncoso, pero, ¿qué dices que no por tener miedo?
–¿Cuándo arranca esa amistad?
–J. T: A mí Tere (la actriz Teresa Quintero) me llevó a un ensayo de Salomé que estaba haciendo Ana con Caramba Teatro (mediados de los 90). Y yo estoy viendo el ensayo y, de repente, Ana se queda completamente desnuda convirtiéndose así en la primera mujer, que no fuese mi madre o mi hermana, que yo vi desnuda. (¡qué doló!, replica la aludida entre risas) Y de verdad que recuerdo que quedé totalmente fascinado con ella por su entrega, por la asunción del riesgo, por su gestión del pudor en esos momentos... La conocí así, de la mano del teatro, y me parecieron ambos algo completamente mágico.
–A. L.: Es que aquella época de Caramba Teatro la viví con más seriedad profesional que ninguna otra cosa en mi vida, el nivel de compromiso que sentía era enorme. A partir de ahí Troncoso hizo bastantes colaboraciones con Caramba Teatro y luego él se fue a Sevilla. Y cuando a mí me salió mi primer trabajo profesional con 24 años, ¿en casa de quién me quedé en Sevilla? En casa de Troncoso que, además, compartía piso con la actual directora del Cádiz en Danza, con Lorena Benot. Después yo me fui a Madrid y, al cabo del tiempo, se vino Jose a compartir piso conmigo allí. Y luego él ha estado en El viento salvaje y ha dirigido y actúa en Las Bingueras. Y ahora esto... Ahora que lo pienso, estamos jugando todas las papeletas para pelearnos...
–¿Y cuál ha sido el secreto para evitarlo ante la codirección de una cita de esta envergadura?
–J. T: Las claves son la profesionalidad y el respeto. En las dos ocasiones en las que he trabajado con Ana la he respetado, he bañado sus textos en oro y le he dedicado toda mi profesionalidad y mi entrega. Ahora, las claves han sido las mismas.
–A. L.: Yo también sumo la admiración. Confío plenamente en él. Así que no hay pelea de egos.
–J. T: Yo creía que iba a ser más complicado el proceso de escritura, y para nada. También esto nos coge en una edad distinta donde el ego está colocado en un segundo plano. La pasión está intacta pero el genio está domesticado.
–A. L.: Y es tanta la responsabilidad que compartimos que casi es un alivio tener a alguien al lado. Dos cabezas, cuando están conectadas, piensan mejor. Y el ego... Ojalá fuera yo un dalai lama pero creo que tenemos la suficiente madurez para decir, como en terapia, “bueno, esto es ego, lo miro, y lo dejo pasar”.
–¿Qué directrices les marcó la organización de los Premios Max para el guion de la gala? ¿De dónde partían?
–J. T.: Pues nos dijeron que era en Cádiz y que el tema era el porvenir, que eran los Max del Porvenir. Así, nos invitaban a una mirada al futuro de las artes escénicas y al futuro en general.
–A. L.: Bajo esa idea elaboramos un guion a nuestra manera y no nos pusieron ninguna pega, al revés, quedaron muy sorprendidos desde el primer momento y nos dieron su apoyo. Nos hemos sentido muy libres.
–J. T.: Incluso en imprimir el carácter a la gala, porque nosotros queríamos que si eran unos Max del Porvenir pues que el talento emergente estuviese presente tanto en entregadores como en participantes. No podemos decir nombres, ni desvelar mucho más, pero hemos querido mezclar a gente que ya está realizada con gente que está llamando a la puerta. Como si hubiese un pase de testigo también en esta celebración.
–Entiendo que no me pueden adelantar mucho más pero, suponemos, que Cádiz está presente en el hilo argumental que han ideado para la gala, ¿no?
–A. L.: No es que estemos todo el rato, Cádiz para arriba o Cádiz para abajo, pero la gala transcurre en Cádiz y estamos hablando del mar, con nuestro acento, con nuestra forma de expresarnos, nuestra idiosincrasia. Es bonito esto que hace la Fundación SGAE de itinerar los premios. La gala que se hizo en Bilbao tenía mucho de allí, la de Valladolid también... Es que España es tan variada y tan rica que, por supuesto, es más que Madrid y Barcelona, y eso se nota en los Max. Así que nosotros no nos hemos cortado a la hora de expresar desde nuestro sitio, desde donde somos.
–J. T.: Es que es genético, ni Ana ni yo podemos negar que somos más de aquí que la piedra ostionera. Y, sobre todo, no queríamos dejar pasar la oportunidad de poner en valor toda la variedad cultural que hay en Cádiz desde el flamenco, carnaval, jazz, la música contemporánea... Dar una imagen de Cádiz más poliédrica de la que se pueda tener.
–Dirigen, guionizan y, ¿presentan la gala?
–J. T.: No, qué va, y por una cuestión práctica. Nos habría encantado a los dos, moríamos por hacer los personajes que hemos escrito. De hecho, yo cuando escribía, lo hacía con la voz de Ana. Pero es que es por una cuestión logística, no se puede estar en la mesa de dirección y en el escenario a la vez. Y también es bonito darle la oportunidad a gente que se lleva batiendo el cobre mucho tiempo aquí en Cádiz, darle la oportunidad de visualizarlos, de ponerlos en valor. Nosotros ya estamos representados en la dirección, así que nos parecía generoso y de ley que participasen otras personas.
–A. L.: Si se han venido los Max a Cádiz, entendemos que hay una parte de Cádiz que tiene que estar en el escenario. Nos va a dar coraje, lo sabemos, ya nos da, pero hemos tomado la decisión de no estar visibles en la gala porque creemos que es lo mejor.
–No me pueden decir los nombres de los presentadores pero díganme los del equipo del que se han rodeado
–J. T.: Es un equipo maravilloso de profesionales de primerísima línea y hemos tenido libertad absoluta para escogerlo. Está Jon Aníbal en las luces, Elda Noriega en vestuario, Alessio Meloni, que además está nominado, en la escenografía, Miguel Ángel López Lennon en la dirección musical, Luna Sánchez en la dirección de movimiento de la gala y Calde Ramírez en la videocreación.
–A. L.: Además, en su gran mayoría, habrá presencia de entregadores gaditanos o muy vinculados a Cádiz.
–¿Primará la comedia?
–J. T.: Habrá, la risa estará presente, pero la emoción creo que prima en esta gala.
–A. L.: Hemos estado buscando el pellizquito. Para nosotros es muy emocionante porque, además, con toda la gente con la que trabajamos son gente que conocemos, que conocemos su trayectoria, va a haber mucho pasado común encima de las tablas, muchos recuerdos comunes, entonces, caramba, es que la emoción va a estar ahí... De hecho, vamos a ver cómo la sujetamos.
–¿El guion de la gala lo han escrito en verso?
–A. L.: Es que está Cádiz. Cuando te decía que está la forma de expresarse de Cádiz tiene que ver con eso también. También con el origen del teatro, con Grecia, es que se mezcla un poco todo porque esa tradición ha perdurado en Cádiz.
–”Aquí había un teatro...” Ha trascendido que la gala comienza con esta frase...
–J. T.: Comienza y, quizás, es la frase que más se repite en la gala porque bajo ese lema de los Max del Porvenir dibujamos un futuro donde, por muchísimas razones, no existe la oportunidad de compartir y juntarse.
–
–Un futuro distópico, entonces...
–A. L.: Distópico gaditano, más distópico no lo hay (canturrea tirando de nudillos)
–J. T.: Bueno... Por la broma la verdad asoma, porque no está tan lejos, quizás, que la cultura sea imposible...
–Decía la actriz Samiha Ayoub en su manifiesto del Día Mundial del Teatro de este año que en estos tiempos oscuros, los dramaturgos debían ser los portadores de la antorcha de la iluminación y que las artes escénicas tenían la capacidad de recuperar la esencia, ahora nublada, de la humanidad, de la hermandad. ¡No es poca la encomienda!
–J. T.: Es que es algo extraordinario el sentimiento de comunidad que genera el teatro. Y es imbatible. El compartir juntos una ficción, sentir cómo el de al lado está compartiendo la misma mentira que tú y está jugando a creérsela... Eso es algo completamente mágico que no ocurre en ninguna otra arte. Esa oportunidad de sentirse como comunidad jugando solamente la ofrece el teatro. Por eso el teatro ha sobrevivido a todas las guerras, a todas las pandemias, ha sobrevivido a todo. Ese “a pesar de todo” es, de hecho, uno de los motores de esta gala.
–A. L.: Sí, de alguna forma, esta gala es un manifiesto, es una declaración de principios, es una declaración de amor y principios. Después de salir de la pandemia, hemos trabajado para gente separada a 40 metros, con una mascarilla tapándoles las cara, gente que, con el miedo y todo, venían al teatro... Cómo ha sido levantar eso... La idea central de nuestro guion tiene que ver con eso. Porque “a pesar de todo”, necesitamos compartir la ficción. Es irremplazable esa fuerza. Ni un holograma, ni la realidad virtual, ni la IA... Intentarán engañarnos y ponernos un casco y que parezca que te está pasando, pero compartir de verdad, estando presentes y juntos..., eso es irremplazable.
–¿Qué tendría que pasar para que consideraran un éxito la noche del 17?
–J. T.: Pues me gustaría que fuese una gala en la que primase la emoción. Que esa emoción de compartir juntos de la que hemos estado hablando, y que es algo exclusivo del teatro, se diese. Me encantaría mirar a los ojos a Ana, chocar los cinco, y decir “hemos conseguido que la gente se emocione con esto”.Y otra cosa que queremos poner en valor es la propia arquitectura del teatro, que es precioso y que queremos que la gente, sin desvelar demasiado, vea en su totalidad.Hay teatros que tienen la fama de sitios estupendos y bonitos, y lo son, pero es que el Falla también merece estar en ese olimpo de los teatros más bonitos de España.
–A. L.: Nosotros sentimos pasión por este teatro y a veces no sabe una si eso nos ciega pero es que cuando hemos llegado aquí con la escenógrafa y con el equipo artístico que no conocían el teatro, han alucinado con el Falla simplemente con su fisonomía pero, como los gaditanos sabemos, el Falla es uno con su público, no se les puede separar. Y de eso también queremos hablar en la gala, de cuando el teatro es del pueblo, cuando existe esa apropiación que, efectivamente, es una cosa que sucede en Cádiz.
–Les he preguntado por lo mejor que podría pasar, ahora por lo peor, ¿cuál es su mayor temor?
–J. T.: Que pudiéramos pelearnos. En mi caso, es que no sería la primera vez que fracaso, así que lo abrazaría como una experiencia más, así que mi único deseo es salir reforzado de la mano de Ana y de nuestro equipo. Lo demás es algo que no nos pertenece y que, para bien y para mal, no es tan importante. La verdad es que no tenemos la posibilidad de probar y cambiar. Con lo que estamos aquí es con lo que nos presentaremos el lunes 17. No hay posibilidad de cambio, ni de rectificación, y eso es la primera vez que lo hacemos en nuestra vida. Y por eso mismo, ya que la experiencia es esta, vamos a intentar disfrutarla.
–A. L.: La penilla sería que lo que hemos soñado no llegara, o no se entendiera, o no lo supiéramos hacer. No hay espacio para probar, ni para testar, lo que hay es lo que hay. Ya sólo queda encomendarse, vamos, yo vengo de San Judas Tadeo...
–J. T.: Es que hay mucha gente que se merece que esto salga bien y quien más se merece que esto salga bonito es Cádiz.
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