Prohibido hablar del jeque
El megayate 'Yas' lleva atracado en Cádiz desde octubre
Pocos han sido los afortunados que han podido visitar el megayate ‘Yas’
Nadie puede sacar fotos del interior del buque y no está permitido tocar las paredes
Discreción y seguridad es lo que busca el jeque árabe Hamdan Bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum. El propietario del Yas, considerado uno de los megayates más grandes del mundo, ha elegido Cádiz como puerto para el invernaje de su espectacular embarcación.
El exterior está a la vista de todos, lo que demuestra que no le importa que el pueblo llano vea la majestuosidad de su barquito, ya que prefirió el céntrico muelle comercial a pesar de que se le ofreció un embarque en una zona más retirada y escondida como le podría haber resultado la dársena de Zona Franca.
Otra cosa son sus interiores. Son muy pocos los gaditanos los que han logrado cruzar su pasarela de acceso, pero alguno ha habido. Es de justicia confesar que este periódico ha solicitado a las más altas instancias una visita al Yas, algo que casi ha causado el hazmerreír del receptor.
No quieren visitas molestas que lo que buscan es meter la nariz en las dependencias en las que descasa el jeque y su tripulación. Pero cierto es que hay quien ha entrado, por lo que han trascendido algunas de las medidas no tanto sobre la seguridad, algo que nunca revelaría este periódico aunque las conociera por motivos obvios, sino las medidas que garantizan la discreción del señor Hamdan Bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum.
Cuentan, por ejemplo, que cualquiera que quiera acceder al barco con autorización, sin formar parte de las entre 40 y 50 personas que forman de su tripulación, lo primero que tiene hacer es firmar un contrato de confidencialidad en el que se impone una serie de normas. Entre ellas, evidentemente está la prohibición extrema de hacer fotos del interior del buque. Otra norma, posiblemente la más dura, es que el visitante puede preguntar lo que quiera sobre el jeque, con el único impedimento de que nadie le responderá, ya que la tripulación tiene terminantemente prohibido hablar del dueño del barco.
Del Yas se sabe que va dotado de pista para helicóptero, piscina, garaje para varios elementos de diversos deportes náuticos, con acceso directo a la popa.
Pero el contrato no es menos singular que otras normas que impone directamente la tripulación. Entre ellas, queda prohibido tocar las paredes del barco, hay que andar por sus dependencias con una especie de patucos para no ensuciar el suelo. Y si quiere sacar el móvil sólo le estará permitido si es para llamar y siempre en presencia de un miembro de la tripulación que le acompañará en todo momento.
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