Médicos del Puerta del Mar de Cádiz defienden que en un caso de ictus el tiempo es vital

Los radiólogos intervencionistas del hospital de Cádiz alertan de que un paciente con síntomas de ictus debe acudir a Urgencias lo antes posible para evitar secuelas posteriores e incluso la muerte

Los doctores Juan García y José Paz, frente a una imagen del hospital Puerta del Mar de Cádiz.
Los doctores Juan García y José Paz, frente a una imagen del hospital Puerta del Mar de Cádiz. / Jesús Marín

El tiempo que transcurre entre que un paciente cree que los mareos, los vértigos, la falta de sensibilidad en alguno de sus miembros o bien la dificultad para intentar expresar de manera oral lo que desea y el momento en el que es atenido por un profesional sanitario es crucial para la persona afectada.

Por sólo unas horas de diferencia, el ictus se puede convertir en un mal irreversible que en muchos casos, aún demasiados, puede poner fin a la vida del paciente.

Es por ello que los neuroradiólogos y los neurólogos tienen un lema directo y sencillo:“El tiempo es cerebro” y así lo explican José Paz, director de la Unidad de Diagnóstico por la Imagen en el Puerta del Mar y en San Carlos, y el doctor Juan García, jefe de la sección de Radiología Vascular Intervencionista del hospital regional de Cádiz capital integrado del servicio de radiodiagnóstico.

El doctor Juan García, ,jefe de la sección de Radiología Vascular Intervencionista del hospital de Cádiz
El doctor Juan García, ,jefe de la sección de Radiología Vascular Intervencionista del hospital de Cádiz / Jesús Marín

Esta unidad tiene ya años de existencia pero ha sido en los últimos tiempos cuando han ido incorporando técnicas.

El doctor Paz concreta que en el Puerta del Mar, esta unidad de neurointervencionismo se crea en 2007. “La evolución ha sido progresiva, ya que es una unidad que realiza procedimientos muy complejos y costosos. De hecho, estos dos especialistas miran al futuro y destacan la incorporación a lo largo de 2023 dos nuevos equipos biplanos dotados de una tecnología muy novedosa, con una prestación buena en calidad, sin olvidar el aspecto de la seguridad, sobre todo para el paciente.

Del monoplano al biplano

A día de hoy, el sistema que hay implantado en el Puerta del Mar data de 2008 y es monoplano. El nuevo, el biplano, les permite visionar la intervención sin perder de vista el catéter contando con dos planos bidireccionales, controlando en cada momento su posicionamiento, lo que facilita una mayor seguridad durante la intervención y un mejor tratamiento y diagnóstico.

El área de cobertura de la Unidad de Radiología Vascular e Intervencionista del hospital Puerta del Mar es toda la provincia de Cádiz y la Ciudad Autónoma de Ceuta. De ahí que le preguntemos a estos dos sanitarios si consideran si Ceuta queda demasiado lejos teniendo como telón de fondo ese lema de que el tiempo es cerebro.

Ceuta, muy lejos

De ahí que el doctor Juan García afirma que sí, que realmente no les llegan muchos pacientes procedentes de Ceuta. “No, porque no suele dar tiempo de que lleguen. En el ictus tenemos que actuar siempre lo antes posible. Por eso lo del lema, ya que conforme pasa el tiempo las neuronas se van muriendo (se calculan de dos millones de neuronas mueren por cada minuto que pasa), y si no se canaliza el vaso que se ha obstruido pronto, el final es ya impredecible”.

En esta unidad hospitalaria saben que el tiempo optimo en el que los resultados para los pacientes es mejor son cuatro horas y media. A partir de las cinco horas el resultado va siendo peor. “Aún así este margen ha ido aumentando con el tiempo hasta llegar a las 24 horas”, según Juan García, que añade que “incluso por encima de estas 24 horas también se tratan pacientes”.

José Paz,  director de la Unidad de Diagnóstico por la Imagen en el Puerta del Mar y en San Carlos.
José Paz, director de la Unidad de Diagnóstico por la Imagen en el Puerta del Mar y en San Carlos. / Jesús Marín

A día de hoy en esta unidad hospitalaria cuentan con técnicas que les permiten saber cómo está el cerebro cuando llega el paciente al hospital. “Si la oclusión arterial no se coge antes de las cuatro horas, el cerebro ya está infartado y ya no merece la pena siquiera intentar ninguna técnica porque cuando se obstruye un vaso siempre hay una parte del tejido cerebral que se muere o necrosa”.

Gracias a las técnicas de imagen “podemos calcular el grado de colateralidad que tiene y nos da una idea aproximada del tiempo transcurridos entre el momento en el que se inician los síntomas y el momento de entrar por las puertas del hospital.

Importante decisiones en muy poco tiempo

Este tiempo obliga a estos especialistas a tener que tomar serias y vitales decisiones en tan sólo minutos. “ Siempre se intenta que sea lo más mínimo posible. De hecho todo este tipo de tratamientos no sólo cuando lo hacemos con catéter sino cuando el neurólogo pone fibrinolisis cuando no hay un vaso tan grande ocluido ponen medicamentos para disolver los coágulos se intenta que todo se haga en el menor tiempo posible. No podemos esperar. Lo primero que hacemos cuando llega una persona con síntomas de ictus al hospital es, aparte del atenderlo, comprobar que respira bien, que el ritmo cardíaco y la glucemia son normales”.

En ese momento, lo siguiente es someterlo a una técnica de imagen que les diferencie si el paciente está así porque ha tenido una hemorragia o el paciente está así porque tiene una isquemia. Y así, una vez que se descarta que existe una hemorragia, se le puede aplicar al enfermo un medicamento fibrinolítico como medida de choque.

Los doctores García y Paz afirman que es una emergencia médica con prioridad asistencial máxima que se sitúa al mismo nivel que un parto, el infarto agudo de miocardio o el politraumatismo, ya que es una patología tiempo-dependiente que requiere una actuación rápida para garantizar el mejor resultado clínico posible. “Hay que subir al enfermo rápidamente, después de haber sido estabilizado en Urgencias, al servicio de rayos para someterlo a las técnicas de imagen y si está indicado el tratamiento y nosotros estamos aquí, pasa inmediatamente a la sala intervenciones”, asegura el jefe de la sección de Radiología Vascular Intervencionista, Juan García.

Es una labor de equipo en el que la cadena debe estar bien engrasada y preparada. “Están todos entrenados. Desde que el 061 va a recoger al paciente a su casa y detecta que puede tratarse de un cuadro de ictus, avisa al neurólogo de guardia y ya le dice, por los síntomas que tiene, el grado de probabilidades que hay de que tenga un ictus de gran vaso y qué lado del cerebro tiene afectado a la vista de los síntomas. Eso sólo por los síntomas”.

Ellos, después, tienen establecidas unas escalas en la que puntúan los síntomas que presenta el paciente. Si sale un rango de puntuación elevada saben que las posibilidades de que esa persona tenga un gran vaso obstruido es muy elevadas.

Concretan que los síntomas no son todo lo claro que a ellos les gustaría, “sobre todo en los accidentes de la fosa posterior del cerebelo y del tronco”.

Hablan de vértigos. El paciente nota que tiene alguna dificultad para tragar o que anda un poco raro. Indican que cuando está afectado un hemisferio cerebral hay una parálisis de medio cuerpo, dificultad en una mano, dificultad en el habla… De hecho cuentan que en el hospital se ha distribuido una serie de carteles divulgativos para que, cuando alguien detecte que alguien de su entorno habla raro o no ve bien o tiene vértigos o déficit de fuerza en medio cuerpo o en algún miembro en concreto debe acudir, no al centro de salud, ya que allí se puede perder un tiempo vital sino directamente al hospital porque la probabilidad de que esté sufriendo un ictus es alta.

El coronavirus favorece la formación de trombos

En la época fuerte del covid fueron muchos menos los pacientes con síntomas de ictus los que acudieron a los hospitales y fueron muchos más los que murieron por ese motivo. Los doctores García y Paz confirman que el coronavirus producía una serie de alteraciones que facilitaban la producción de trombos dentro del árbol arterial. Producía alteraciones de la coagulación. Durante un tiempo la vacuna también se asociaron al aumento del número de infartos pero eran infartos por oclusión de las venas o infartos venosos, que son otro tipo de ictus bastante menos frecuente. Normalmente, según esta fuente, el 80% es de origen isquémico porque un vaso se ha ocluido, el 19% es hemorrágico, es decir que se ha roto un vaso en cualquier parte del cerebro. Y luego hay ya un pequeño porcentaje en el que se incluye el infarto venoso que era lo que se asociaba a la vacuna, aunque luego se demostró que no lo estaba tanto

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