La Puerta de Tierra de Cádiz: Dos arcos y una polémica
Hace cerca de 80 años el derribo de la muralla provocó un enfrentamiento entre el Ayuntamiento y Bellas Artes
Hoy cruzamos los arcos de la Puerta de Tierra con la normalidad que nos da pasar por una infraestructura "de toda la vida", hasta el punto que habrá más de un vecino que piense que los mismos siempre han formado parte de este frente de las fortificaciones. Sin embargo, los accesos y salidas de intramuros se construyeron hace 70 años en un proceso que fue muy polémico y provocó innumerables críticas.
Todo se había iniciado a principios de los años 30 con el derribo de los glacis, a lo que siguió la eliminación de todo el frente amurallado. Sólo se debía dejar sin tocar el torreón de la Puerta de Tierra, única exigencia que planteó el rey Alfonso XIII cuando el Ramo de Guerra cedió las murallas a la ciudad... a cambio de una suma millonaria y la construcción de los cuarteles en extramuros. El proyecto original se había diseñado en 1927 e incluía una plaza ovalada conectando la ciudad histórica con la expansión prevista en los extramuros.
Así, cayeron los muros de los dos laterales del torreón y se derribaron los cuarteles de San Roque y Santa Elena, quedando única las bóvedas de los mismos que conformaban el lienzo principal de la muralla.
Fue el derribo del frente amurallado el que provocó una agria polémica entre el Ayuntamiento de principios de los años 40 y la Academia de Bellas Artes. Un conflicto sonoro, inaudito en plena dictadura y en que nombres tan relevantes como Pemán y Álvaro Picardo rechazaron la demolición de la muralla, reclamando su mantenimiento y el de los fosos históricos.
Las obras no se pararon, incluso se encargó a Germán Falla la urbanización exterior del torreón exento, que éste solventó con un jardín que trepaba incluso por lo laterales del conjunto.
Por si fuera poco, este conflicto coincidió con el comienzo del expediente de declaración del frente de la muralla como Monumento Nacional, por lo que a decir de Bellas Artes se debería de parar cualquier trabajo destructivo del conjunto.
Tras la Explosión de 1947 y la elaboración del Plan de Ordenación Urbana a cargo de Regiones Devastadas, se planteó reordenar la zona, y solventar en parte los destrozos cometidos.
El arquitecto municipal Antonio Sánchez Estévez, prolífico autor de numerosos edificios de referencia en la ciudad, será el encargado de diseñar la “nueva” Puerta de Tierra y solventar en parte el desaguisado provocado. Curiosamente, Sánchez Estévez ya había rechazado en su día el plan de tirar la muralla.
La Zona Franca de Cádiz guarda en sus archivos, uno de los mejor cuidados de los existentes tanto públicos como privados en la ciudad, el proyecto original de esta obra. Es lógico que cuente con una copia del mismo pues el Consorcio tendrá un papel relevante en esta operación. Ello permite por primera vez publicar los diseños del proyecto.
La actuación se planteaba con la idea de mejorar el perfil de la fortificación y solventar el acceso al casco antiguo, en pleno proceso de urbanización de extramuros.
El proyecto suponía cerrar las dos pequeñas puertas que a principios de siglo se habían abierto para mejorar la entrada a la ciudad, complementando la puerta enrejada central. Se abrían dos grandes arcadas "suficientes para el presente y futuro movimiento que bajo ellos haya de producirse". Y aquí entró el apoyo esencial de la Zona Franca.
El director técnico de la misma, José Ochoa, recién llegado para dirigir la expansión de la zona industrial, optó por la utilización de vigas en cantilevers para cubrir la distancia de los nuevos arcos y, a la vez, reforzar el paso y evitar hundimientos. Lo cierto es que fue una decisión acertada, pues el conjunto se mantiene tal cual 70 años más tarde.
El proyecto se aprobó en 1949 y los trabajos concluyeron a mediados de 1951. El presupuesto era elevado para la época: tres millones de pesetas. Aunque el Ayuntamiento esperaba que Regiones Devastadas asumiese toda la carga económica, finalmente apenas puso un millón. El resto lo asumió el municipio, ya bastante agotado tras la catástrofe de agosto de 1947.
En la construcción de los arcos y en la reconstrucción de parte de la muralla que se había demolido, se utilizaron sillares procedentes de las antiguas viviendas de los cuarteles, labrando cornisas, dovelas y sillares con dimensiones y formas similares a las ya existentes, a fin de hacer creer que lo único que se tocó de la muralla fueron los dos arcos.
Las nuevas arcadas sí se construyeron con menor profundidad del ancho original del muro, "para evitar el efecto túnel que tienen los pasos existentes".
El proyecto incluía la instalación de jardines en los dos fosos, con la construcción de escalinatas para su acceso.
En 1952 se procedió a la reforma del torreón, eliminándose los contrafuertes laterales y reconstruyendo las garitas superiores, a fin de conseguir un conjunto más estilizado. Las imágenes de San Servando y San Germán completaron el nuevo frente.
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