El fracaso del hotel de Puerto América de Cádiz, otro gatillazo como el de Valcárcel
La Diputación se quedó sin el hotel de cinco estrellas en el que se supone que iba a alojar a las autoridades que acudieran a Cádiz con motivo del Bicentenario
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13 años, 4 meses y 3 días. Fue en octubre de 2010 cuando la empresa Zaragoza Urbana hacía público que tiraba la toalla y que le daba la espalda a su proyecto de un hotel de cinco estrellas en el edificio de Valcárcel.
Salvando las distancias, el mismo trasfondo. Un proyecto que choca contra la burocracia y contra la ineptitud de las instituciones que no son capaces de unir sus esfuerzos e inventarse una ventanilla única y de ponerle una alfombra roja a un inversor que llegaba dispuesto a llevar a cabo una inversión histórica que habría supuesto un acicate para la ciudad en un momento tan transcendental como en el aniversario del Bicentenario de la Constitución de 1812.
Finalmente no pudo ser y, al igual que ha ocurrido ahora con Puerto América, la capital gaditana se quedaba sin el tan anunciado hotel de cinco estrellas. El complejo hostelero se supone que iba a albergar a las autoridades que llegaran a la ciudad con motivo del Bicentenario. Y tampoco sorprendió a nadie porque a Zaragoza Urbana se le multiplicaban las barreras y demostró una gran dosis de paciencia. Hacía ya tiempo que se sabía que el hotel no estaría a tiempo para la conmemoración de la efeméride 2012, ya que aún no se habían tramitado los preceptivos permisos y las obras ni siquiera habían comenzado.
Así, en octubre de 2010 Zaragoza Urbana anunciaba su decisión de rescindir el contrato firmado con la Diputación de Cádiz para construir el hotel de lujo del edificio que albergaba el colegio Valcárcel. Felipe Sanz, que fuera en aquel entonces el consejero delegado de Zaragoza Urbana se lo dijo ya cara a cara al vicepresidente tercero de Diputación y responsable de su área de Patrimonio, Francisco Menacho, al igual que los promotores del hotel de Puerto América lo han hecho con la propia ex alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez.
El argumentario de la empresa, en esa ocasión fue que, “en el actual contexto de crisis, atraviesa por limitaciones económicas que impiden cumplir las condiciones del contrato en vigor”.
En aquel momento se rompía la baraja y las conversaciones bajaban un piso, de manera que ya tenían que ser los técnicos de Diputación y de la sociedad hotelera quienes tenían que llegar a algún acuerdo para que ese contrato quedara rescindido.
Otro triste símil es que en aquel entonces, Francisco Menacho quiso dejar claro que la Diputación mantenía su compromiso para transformar el antiguo Valcárcel en hotel, “considerando que el nuevo negocio se concibe como un revulsivo económico y laboral para la ciudad”.
Es triste comprobar que, a pesar de que se sabe que Menacho no era Teófila Martínez, pero este mismo martes, la presidenta de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz indicaba a este periodista que “solo añadirte que la APBC no va a cejar en su empeño en este tema para que en ese espacio pueda ubicarse un hotel”.
Hay que reconocer que había algo que hacía presagiar este desenlace puesto que tan sólo era ya cuestión de que el Consejo de Ministros aprobara el cambio de uso de portuario a habitacional. Pero no ha podido ser y la ciudad se desayuna, una vez más, con un gatillazo, en esta ocasión provocado por la desidia del gobierno central de Pedro Sánchez.
La integración puerto-ciudad se inicia con mal pie
Parece que ha traído mal fario vender la piel del oso antes de cazarlo y se convierte en histórica aquel dicho de Teófila Martínez que advierte que Cádiz cuando tiene cubo no tiene agua y cuando tiene agua no tiene cubo. La propia Teófila Martínez, al igual que el alcalde Bruno García, ya le hacían la ola a un hotel de cinco estrellas que finalmente se ha quedado en nada. Lo que iba a ser el emblema del proyecto de integración puerto-ciudad en el que trabajan de la mano Ayuntamiento y Autoridad Portuaria se ha ido al garete y se ha convertido en un mal inicio que deja estancado un proyecto que podría haber supuesto un empuje visual y un golpe de realidad a todo este proceso de apertura del puerto a la ciudad que debería haber empezado con un cinco estrellas.
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