La Punta de San Felipe acumula más de 2.900 reyertas en 15 años
Seguridad | La situación de la movida nocturna
La Policía Local alerta en un informe de las consecuencias negativas del mantenimiento del botellódromo, lo que obliga a repensar la necesidad de mantener este espacio creado tras la entrada en vigor de la Ley Antibotellón
Cádiz/La instalación del botellódromo en la Punta de San Felipe desde 2007 por la entrada en vigor de la Ley Antibotellón ha conllevado una serie de consecuencias negativas. Aunque los problemas son diversos, siempre sobresale la cantidad de sucesos que se producen cada fin de semana en este espacio de ocio. La brutal patada que un joven gaditano se llevó en la cabeza hace unas semanas por parte de un italiano, que se encuentra en prisión preventiva, ha sido el último que se ha producido en este lugar. Este caso se ha convertido en uno de los más llamativos que se ha producido recientemente por la crudeza de las imágenes, la gravedad de los hechos, ya que la víctima aún permanece ingresada en el hospital Puerta del Mar, y el contraste con una ciudad muy tranquila en materia de seguridad. Esto, sin embargo, no evita que aún no se haya olvidado el asesinato de Francisco Gamboa en noviembre de 2004 tras recibir una puñalada mortal.
Un informe elaborado por la Policía Local de Cádiz sobre la situación de la seguridad en la Punta de San Felipe es bastante explícito al resaltar que en los últimos 15 años –periodo en el que este espacio cuenta con un dispositivo de vigilancia permanente durante todos los fines de semana del año– se han producido más de 2.900 reyertas.
Ante la cantidad de sucesos que se han acumulado durante este tiempo, el superintendente de la Policía Local de Cádiz, Juan Manuel Padilla, tiene muy claro que hay que buscar una solución para atajar este problema, además del resto de consecuencias negativas que supone permitir el botellón en esta zona de suelo portuario. Esta pasa por la supresión del botellódromo de la Punta de San Felipe, el único espacio en donde está permitido consumir alcohol en la calle desde la entrada en vigor de la Ley Antibotellón el 1 de enero de 2007.
Esta es la principal conclusión que saca el jefe del cuerpo municipal a partir de las estadísticas recabadas en los últimos 15 años por el trabajo que realiza el grupo Charly en esta zona los jueves, viernes, sábados y vísperas de festivos al montar un dispositivo permanente de vigilancia y la comparación sobre lo que se realiza en el resto de Andalucía. “Los datos nos están empujando a dar el paso de eliminar la zona de ocio”, señala Padilla para justificar una idea “que ya se la he hecho llegar al político”.
La muerte de Francisco Gamboa en 2004 obligó a los cuerpos de seguridad a montar un dispositivo fijo de vigilancia en la Punta de San Felipe para evitar que se produjeran reyertas en esta zona de ocio. En aquel momento, aún no estaba instalado el botellódromo, ya que no entró en funcionamiento hasta 2007, fecha en la que se prohibió el botellón en el resto de la ciudad. Aquellos fueron los años duros de la movida, en los que la sensación de inseguridad estaba muy presente. Desde hace unos años, este dispositivo lo monta la Policía Local en solitario tras hacerlo en sus inicios con la Policía Nacional.
Tras 15 años de trabajo en este lugar, los agentes del grupo Charly han visto de todo, aunque la movida juvenil ha evolucionado y nada tiene que ver con la que se daba en los años 90. Desde el asesinato de Gamboa no ha habido que lamentar ninguna víctima mortal. Pero aún así, los datos de este informe hay que tenerlos muy en cuenta. Respecto a las más de 2.900 reyertas en esta zona de ocio, Padilla explica que “muchas de ellas se quedan en conatos de reyerta porque estamos ahí al lado, por lo que saltamos de inmediato y separamos, denunciamos o detenemos en función de lo que haya pasado, pero no llegan a más. Pero en otras ocasiones no podemos evitar el botellazo, el puñetazo o lo que sea”.
Tal cantidad de reyertas hace que en estos 15 años se hayan cometido casi 550 delitos en este espacio habilitado para el consumo de alcohol. Asimismo, los agentes municipales han interpuesto más de 3.500 denuncias por consumo y/o tenencia de droga en la vía pública, actos vandálicos o tenencia de arma blanca. A esto hay que sumar el problema sanitario que supone para la juventud la ingesta masiva de alcohol cada fin de semana. De hecho, se cuentan por miles las intoxicaciones etílicas, siendo protagonizadas en muchas ocasiones por menores de edad.
Ante todos estos datos, el superintendente jefe de la Policía Local entiende que es el momento de dar el paso para su supresión, ya que “somos la única capital andaluza” que mantiene un botellódromo de estas características. “Podemos eliminarlo y dedicar los agentes a otras cosas que hacen falta en la ciudad. Además, eliminamos un problema de inseguridad y otro sanitario”, argumenta.
Padilla reconoce que el detonante de este planteamiento ha sido el suceso protagonizado por un italiano hace unas semanas, pero puntualizó que “al político ya se lo he hecho ver antes de esto porque lo estoy viendo venir. Estoy temiendo que en una de esas reyertas o conatos alguien salga mal parado y sea irreparable”. Una situación por la que “al final, seremos los malos de la película” si ocurre una desgracia.
La principal duda que surge es cómo se podría tomar una medida tan drástica en un espacio en donde los jóvenes están habituados a consumir alcohol al aire libre los fines de semana. Sin embargo, Padilla tiene claro que la forma de proceder de la Policía Local debe ser similar a cuando se suprimió el botellón en el resto de la ciudad. “El principal problema será que se formen microbotellonas y que, en vez de haber una macrobotellona en la Punta de San Felipe, la gente se reunirá en distintos puntos de la ciudad y haga botellonas que molesten a los vecinos”, expone Padilla, a lo que añade, para tranquilidad de los ciudadanos, que “nuestra experiencia y la de otras ciudades que han hecho esto me dicen que en unas semanas o en unos dos meses se quitan”.
Para conseguir la erradicación del botellón, el máximo responsable de la Policía Local resalta que la función de los agentes municipales será “ir a los sitios en donde haya microbotellones para denunciar y echar a los que lo hagan”. “Al final, los chavales no se ponen a beber en las zonas en donde pueden causar molestias, por lo que acabamos con la macrobotellona y las microbotellonas”, precisa.
Si se tomara la decisión de quitar el botellódromo, relata Padilla que para acompañarla “tendremos que estar permanentemente en la Punta durante varias semanas para decirles a los chavales cuando los veamos venir que no hay zona de ocio, además de publicarlo en todos los medios para que se vayan enterando. En un mes, los chavales se conforman”.
Otra de las cuestiones en la que también incide Padilla para mostrar su postura contraria al mantenimiento del botellódromo es la cantidad de recursos que se destinan a su vigilancia, ya que una media de diez agentes municipales intervienen cada vez que se monta un dispositivo en la Punta de San Felipe. “Estos diez policías podrían hacer otras cosas, como, por ejemplo, montar más controles de alcohol y drogas por las noches, que hoy en día casi no tenemos personal para hacerlo y es algo importante, montar una vigilancia en la zona comercial del centro los sábados y los domingos por la mañana o montar una buena policía de barrio. Son servicios que ganaría la ciudad y no como pasa ahora, que tenemos a estos policías nada más que para que los jóvenes puedan beber”.
Junto a esto, otro aspecto que resalta para plantear la supresión del botellódromo es el daño medioambiental que se hace al entorno marítimo de la Punta de San Felipe, ya que una parte de la basura, especialmente las bolsas de plástico, acaba en el mar.
Con todo, Padilla ve buena predisposición en el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz para tomar una decisión que considera que se debería afrontar después del verano, momento en el que el grupo Charly deja de prestar servicio en la playa y está dedicado al completo a la movida nocturna.
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