¿Quién era Eduardo Benot?: los importantes logros sociales del erudito gaditano

Los restos de Eduardo Benot
Los restos de Eduardo Benot / Lourdes De Vicente

Cádiz se ha reencontrado estos días con uno de sus gaditanos ilustres y también desconocido pese a sus grandes logros: Eduardo Benot. Este miércoles tuvo lugar el acto cívico de recepción de los restos del ilustre paisano en un sobrio y sencillo homenaje por su contribución histórica por ser uno de los gaditanos más relevantes y significativos en los campos más diversos e incluso distantes.

Hasta hace unas semanas reposaban en el cementerio civil de Madrid, donde murió en 1907, en una tumba muy deteriorada. Pero, ¿quién fue exactamente Eduardo Benot y qué ha aportado a Cádiz y a España?

Los logros sociales de Eduardo Benot

Eduardo Benot nació en Cádiz el 26 de noviembre de 1822. En 2022 se cumplieron 200 años del nacimiento de este erudito gaditano que fue capaz de aunar en su persona los saberes y conocimientos de la literatura, matemáticas, filología y lingüística. No en vano, fue candidato al Premio Nobel de Literatura. Una figura brillante en estas y otras disciplinas como la educación y que, además, ejerció la política en primera fila militando en el Partido Republicano y ocupando el cargo de ministro de Fomento en 1873 y perteneció a la Generación del 68.

Benot tuvo mucha influencia en la sociedad de su época pues legó ideas y leyes muy avanzadas para su tiempo que mantienen una envidiable vigencia, como lo fue su apuesta por una educación igualitaria que fuera obligatoria entre los 3 y los 16 años o la ley que protegía el trabajo infantil.

Tal era su valía, que el republicano encontró el respaldo de sus opositores políticos como reconocimiento a su talante y a un enfoque social de la función pública que presidió su vida tanto desde que fue elegido diputado en 1869, tras el triunfo de la Revolución un año antes, como durante su brevísima etapa como ministro en el gabinete de Pi y Margall, con la famosa Ley Benot como estandarte de su buen hacer, y en toda su carrera posterior en el Partido Republicano Democrático Federal.

Su etapa en Cádiz

Pero Eduardo Benot no fue solamente un destacado político en Madrid. Su compromiso con la sociedad y con su ciudad comenzó mucho antes, en los años en los que se fue labrando su condición de erudito y de hombre sabio como profesor en el colegio San Felipe Neri, centro del que llegaría a ser su propietario y director y en el que, como hombre avanzado a su época que fue, se preocupó por los métodos de enseñanza y por que los estudiantes tuvieran la posibilidad de aprender todo el saber del momento, que para eso Eduardo Benot fue escritor, pedagogo, lingüista, matemático, científico...

De hecho, su capacidad de cultivar tantísimas facetas intelectuales, sin olvidar ni dejar de lado su preocupación social, estuvieron muy presentes en este acto presidido por la urna con sus restos, que han sido inhumados este jueves en el cementerio mancomunado de Chiclana en un panteón construido para la ocasión.

Sus orígenes

Eduardo Benot nació en el seno de una familia culta y políglota: su padre, Julián Bernardo Benot, originario de Cuneo (Piamonte), fue un oficial del ejército de Napoleón Bonaparte que se afincó en Cádiz tras la Guerra de la Independencia, y su madre, María de los Dolores Rodríguez de Vicherón, una poetisa de noble cuna nacida en Chiclana de la Frontera; fue bautizado en Cádiz el 29 de noviembre de 1822.

Benot padeció una infancia estragada por la enfermedad. Él mismo lo cuenta a León y Domínguez en una de sus cartas. La familia encarga su curación a un tal Joaquín Cordero, médico sin ejercer, hombre rico, caritativo y brusco, poco amigo de los farmacéuticos y de la excesiva medicación. Recomienda paseos y carreras matutinas para la recuperación del niño y una rigurosa dieta. La más energética recomendación médica es la de no coger ningún libro: sólo le permite dibujar para no aburrirse, al parecer por la gran inquietud por la lectura. Y es que desde muy joven Eduardo Benot mostró una inteligencia precoz, que cultivó con ahínco y esmero: así, a los catorce años ya escribía artículos periodísticos de carácter político en su Cádiz natal, en concreto en El Defensor del Pueblo.

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