"Quiero ser optimista, pero la realidad no me lo permite"
Javier daponte gallego. técnico superior en administración y finanzas desempleado
El gaditano perdió su último empleo estable en las navidades de 2011. Lamenta que actualmente no se pueda aspirar en Cádiz a un trabajo digno
Todos los días se levanta pensando si será el Día. Si en cuestión de minutos o de horas podrá deshacerse de su (temporal) tercer apellido: desempleado. Este pensamiento le lleva dando los buenos días desde las navidades de 2011, cuando los recortes motivaron su despido en la empresa de alquiler de maquinaria en la que trabajaba como comercial. Javier Daponte Gallego, de 42 años, dejó de percibir el viernes pasado la última parte proporcional que le correspondía como parado. 300 euros.
El futuro lo vislumbra oscuro, chorreando negro. “Quiero ser optimista, pero la realidad no me lo permite”, lanza el técnico superior en Administración y Finanzas. “Todos los días me levanto positivo, me siento útil y con ganas de luchar, de moverme... pero conforme van pasando las horas, voy perdiendo fuerza porque no sé ya hacia dónde tirar. A veces me siento desorientado... Si hubiera 10.000 puertas a las que llamar, me pondría a tocar en cada una de ellas. Lo haría encantado, de verdad. Pero es que no las hay. No existen”. En este punto, Javier arremete contra los políticos, a quienes tacha de “incompetentes” por su nefasta política de empleo, e igualmente considera que los empresarios no están apostando por la creación de puestos de trabajo en Cádiz. “No arriesgan, quieren que arriesguen sus empleados trabajando a veces sin darles de alta, sin cobrar....”.
El gaditano —casado y con una hija— ha barajado la opción de montar un negocio propio, pero las cuentas no le salen y también reconoce que no abraza ningún proyecto original para arriesgar; e igualmente ha pensado en reiteradas ocasiones abandonar esta provincia en busca de ese anhelado contrato. “Ahora mismo, en Cádiz, a lo único que puedes aspirar es a un chapuceo, a picotear y a hacer cosillas bajo cuerda. Me he planteado varias veces irme fuera, pero por ahora lo estoy frenando porque ello supondría una duplicidad de gasto que mi mujer y yo no nos podemos permitir, ya que ella está trabajando en el sector de la hostelería a tiempo parcial. No podemos, económicamente, tirar para adelante con dos casas y todo lo que ello supone. Distinto sería que yo ya me fuera de Cádiz ya con un empleo, claro”. “Pero si la cosa sigue así —agrega— llegará el día en el que me tenga que ir de aquí. Me veré forzado a ello”.
Daponte Gallego está parado pero no de brazos cruzados. Desde hace aproximadamente un año, está realizando sondeos de opinión para la empresa Insoga, pero explica que es un trabajo esporádico y que el salario que percibe por cada encuesta es perfecto para complementar un sueldo, pero no para vivir de él. “Me contratan para realizar todo tipo de estudios de mercado, y el trabajo puede durar entre cuatro o quince días. Cuando lo termino, me dan de baja, y cuando vuelve a surgir otro sondeo, me vuelven a contratar. Al menos tengo eso, pero es necesario que en casa entre más dinero”, apostilla.
Con estas encuestas y un trabajo que realizó como comercial durante el verano de 2012, el gaditano ha podido estirar la prestación por desempleo durante 18 meses, justo hasta el pasado viernes. Ahora va a solicitar una ayuda social por hijo a cargo, y por supuesto seguirá buscando empleo. “Tirándome a la calle”, como él mismo dice.
Que hay ganas de desprenderse ya de ese incómodo tercer apellido...
Y ganas tampoco le falta de salir a la calle para alzar la voz y protestar por la desesperante situación que están viviendo millones de personas en este país. “La ciudadanía gaditana debería ser más activa, y yo me incluyo. En esta ciudad con tanto paro debería haber más acción social. No sé si serviría de algo, pero la resignación sí que no sirve para nada, no es la postura idónea. Todos los días se debería hacer algo para recordar a quienes nos gobiernan que somos muchas las personas que no encontramos empleo, y no porque estemos en casa de brazos cruzados”, se desahoga.
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