Quince años con Valcárcel en el aire

Rafael Román planteó el proyecto por primera vez en 2001 La promotora zaragozana optó por abandonar la operación en 2010 tras años repletos de problemas administrativos

Portada principal del hotel en Valcárcel. En la zona deportiva se levantaba un centro de congresos.
José Antonio Hidalgo Cádiz

13 de marzo 2016 - 01:00

Parece que fue ayer, pero ya han pasado casi quince años. Fue en 2001 cuando el entonces presidente de la Diputación, Rafael Román, lanzó una idea: convertir la sede de la Institución Provincial Gaditana, entonces en proceso de cierre, en un hotel de lujo para la ciudad. El edificio del Valcárcel, ejemplo del esplendor arquitectónico de la ciudad, estaba destinado a cubrir otra etapa relevante en su historia. Nació como hospicio provincial, pasó como centro educativo y aquel 2001 estaba llamado a convertirse en un complejo hotelero de 5 estrellas.

La idea fue bien recibida en San Juan de Dios, a pesar de que en aquella fecha se vivían los peores momentos de la relación entre los dos partidos y a pesar, también, del desencuentro entre la alcaldesa, Teófila Martínez y Román.

Con el acuerdo de estas dos instituciones, sólo era necesario contar con el apoyo de una tercera, la Junta, para sacar adelante un proyecto que necesitaba de un cambio en el Plan General de Ordenación Urbana. Todo hacía suponer que el proceso administrativo sería ágil, que la adjudicación del hotel se cerraría con la misma rapidez y que el edificio estaría terminado en tiempo y forma. Nada ni nadie hacía suponer que quince años más tarde el inmueble seguiría vacío.

Habría que esperar a principios de 2003 para contar con el pliego de condiciones elaborado por la Diputación, tras más de un problema con el Ayuntamiento. El documento ya incluye una exigencia que traerá cola tiempo más tarde: la obligación de construir un aparcamiento subterráneo de 400 plazas y de uso para toda la ciudad en la zona de deportes del complejo.

Zaragoza Urbana, que puso sobre la mesa una oferta de 8 millones de euros, se hizo con el edificio con un proyecto diseñado por Rafael Moneo, apoyado por un equipo de arquitectos gaditanos. El proyecto preveía varias salas de conferencias y una suite principal con una superficie de 75 metros cuadrados. El hotel se anunciaba como el primero de cinco estrellas de la ciudad con la intención de tenerlo ya abierto en el 2007.

La empresa aragonesa tenía un año de plazo para culminar todos los trámites administrativos, incluida la modificación puntual del PGOU por parte del Ayuntamiento. En junio de 2004 la administración local advertía que el diseño del centro hotelero superaba la edificabilidad permitida. A todo ello se le unió la petición municipal de compensaciones económica a la promotora maña: ya todos querían sacar tajada de esta operación, incluido la Escuela Provincial de Hostelería, que ocupaba un ala de la vieja institución.

Tras nuevas tensiones entre todas las administraciones implicadas y culpas hacia la Diputación por haber dejado en manos de la empresa privada la obligación de realizar unos trámites administrativos que le correspondían, en diciembre de 2007 la Junta de Andalucía daba su visto bueno al cambio en el PGOU.

En aquella fecha, la promotora confiaba en iniciar las obras ya en 2008 con el objetivo de tener listo el hotel de cara a los fastos de 2012. En aquel momento se confiaba en este hotel de lujo para recibir a los jefes de Estado, entre ellos el Rey de España, que iban a venir a Cádiz a conmemorar el bicentenario de la Constitución de 1812.

Felipe Sanz, consejero delegado de Zaragoza Urbana, anunciaba a este diario la intención de invertir unos 70 millones de euros. Una inversión privada única en Cádiz que suponía la rehabilitación del edificio histórico del Valcárcel, la reforma integral y ampliación del inmueble trasero que da a la calle Celestino Mutis. En el patio, además del estacionamiento, se proyectaba un centro de congresos y un pequeño edificio para zona comercial. El inmueble principal incluía varias cafeterías e incluso zonas de lectura abiertas a toda la ciudad. En total se ofertaban 180 habitaciones.

Un nuevo jarro de agua cayó sobre la actuación cuando en agosto de 2008 el Consejo Consultivo rechazó la modificación del PGOU en esta parcela. Entre otras cuestiones se reclamaba más uso público en el suelo.

Mientras que se solventaba este requerimiento y se volvía a reunir este organismo autonómico, la crisis financiera e inmobiliaria comenzaba a tomar forma en todo el país. Por si fuera poco, Zaragoza, sede de la empresa hotelera (que más allá de la capital aragonesa sólo tiene un hotel en Cádiz, ciudad con la que le une lazos sentimentales desde hace décadas), acogió en 2008 la Exposición Internacional del Agua. Viendo que el plan de Cádiz no avanzaba, la firma optó por apostar de lleno por su ciudad natal con la construcción de nuevos hoteles de lujo y la reforma integral de los que ya gestionaba. La inversión fue muy elevada y más en pleno inicio de la crisis.

Así llegamos a una paradoja. La administración, tras siete años, había concluido todo el largo proceso administrativos y dejaba en manos de Zaragoza Urbana el inicio de las obras. Pero la situación financiera ya no era como en 2001. En 2009 los bancos ya no prestaban dinero con tanta facilidad y el coste hotelero de la Expo del Agua había sido mayor de lo posible. Ante esta situación Felipe Sanz reconocía a este diario, a principios de ese año, que "si se quiere hacer bien el hotel, no da tiempo a tenerlo para el año 2012".

Un año más tarde, en octubre de 2010, Zaragoza Urbana anunciaba su abandono del proyecto del Valcárcel. Asumía que, lo cierto que en buena parte por cuestiones ajenas a la empresa, no había podido cumplir lo estipulado en el contrato firmado en su día con la Diputación de Cádiz por lo que entraba en un conflicto legal que le podía afectar. Quería, sin embargo, seguir en Cádiz por lo que no descartaba presentarse a un futuro concurso "dentro de dos o tres años", si la situación económica mejoraba.

A partir de ahí se abre un nuevo litigio a tres bandas. Diputación y Ayuntamiento reclaman a Zaragoza Urbana el pago de diversas cantidades económicas incluidas en el contrato firmado en su día. Todo acaba ante los tribunales ante la administración provincial y la empresa aragonesa mantienen a la vez la posibilidad de dar marcha atrás en el adiós al proyecto. Zaragoza Urbana llega incluso a sondear a inversores. Pero al final parece que puede haber final feliz.

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