Rafael Izquierdo: "En El Carnaval tuve que soltar dinero"
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Recuperamos una entrevista al desaparecido Rafael Izquierdo que el periodista Paco Perea publicó en 'Diario de Cádiz' el 2 de marzo de 2003
Cádiz/Rafael Izquierdo nació en Chiclana hace 53 años. Está casado y tiene tres hijos. Estudió en Campano, y desde pequeño sintió un gran interés por la electrónica. Durante dos años se encargó de programar los espectáculos de verano en la Caseta Municipal. Fue promotor de boxeo, consiguiendo para Cádiz los Campeonatos de Europa de Selecciones. Gran aficionado a los Carnavales, se convirtió en el primer productor de casetes. Ganó y dio a ganar mucho dinero. Hace seis años se apartó de esta actividad, "muy desengañado". En la actualidad tiene una empresa de telefonía pública. Su reto está en recuperar los antiguos locutorios. En unas semanas inaugurará uno en la capital.
-Aseguran que llegó a creerse el George Martin del Carnaval
-¿Y quién es ese?
-El que fuera productor de The Beatles.
-(Risas). Joder, eso es un halago. George Martin se hizo de oro. Pues en mi caso, no. Pero ganar, ganó millones... Gané mucho menos de lo que dicen y más de lo que le diría.
-¿Cómo fue meterse a productor discográfico?
-Un atrevimiento. Siempre he sido muy impulsivo. No me diga. De pequeño me apasionó la electrónica. Con decirle que fue ella la que, con 16 años, me indujo a irme voluntario al Ejército, previa autorización de mi padre. Concretamente serví en el Parque Central de Transmisiones, en El Pardo. Fueron dos años que me sirvieron de mucho. Marcaron mi vida. Aprendí que para desarrollar una labor, primero hay que tener fe y, después, esperanza.
-Una vez licenciado, ¿a qué se dedicó?
-Volví a Chiclana y monté Telesur, una tienda/taller de electrodomésticos. Al propio tiempo me dediqué a colaborar con el Ayuntamiento. Durante dos veranos me encargué de contratar a los mejores cantantes del momento para que actuaran en la Caseta Municipal. Por su escenario desfilaron desde Rocío Jurado a Julio Iglesias, pasando por Raphael, Juan & Junior, Manolo Escobar... En la provincia, sólo El Cortijo de Los Rosales nos hacía la competencia. De ello puedo dar fe. Y si no llega a ser por el incidente de la noche que estaba anunciado Machín, hubiera seguido.
-¿Qué pasó?
-Fue en la noche del 20 de agosto de 1972. Y sucedió que uno de los camareros sufrió un infarto y murió. La gala, lógicamente, se suspendió. La viuda presentó una demanda contra mí, reclamando una indemnización. Alegaba que su marido había fallecido en accidente de trabajo.
-¿Y fue condenado?
-Primero, he de matizar que la explotación del bar y, consecuentemente, el responsable de los camareros, era el señor al que se había concedido el arrendamiento del mismo. No lo entendió así el Juzgado, y fui condenado a pagar 2.800.000 pesetas. Yo, con 20 años, era insolvente, por lo que el Ayuntamiento se hizo cargo como responsable subsidiario.
-Después probó con el boxeo.
-Me animó Manuel Torres, industrial chiclanero. Empecé organizando veladas en el Cine Jardín, y acabé montando un campeonato de Europa de selecciones nacionales, en el Fernando Portillo, que gané en subasta a Martín Berrocal. El responsable de todo ello fue el entonces presidente de la Federación Gaditana de Boxeo, Aguilera, que me animó a promover veladas en Cádiz. Aquí pelearon gente de la categoría mundial de Miguel Velázquez, Dum-Dum Pacheco y Tony Ortiz, entre otros. Los púgiles gaditanos Gómez, Natividad y Kid Betún también dieron mucho juego. ¡Ah! Gracias al boxeo conocí personalmente a Paco Alba, ya que negocié con él la actuación de 'Los hombres del mar' en el intermedio de los combates.
-¿Hasta cuándo estuvo vinculado a este tinglado?
-Hasta que, en 1975, me casé. A mi esposa no le gustaba que me dedicara a un negocio tan duro. Lo dejé
y también cerré el negocio.
-¿Tanto dinero ganó en el boxeo como para retirarse?
-No se confunda. Pasó que quería dar un giro a mi vida. Me surgió un puesto de inspector de una compañía de seguros, y acepté. Pero a los tres meses lo dejé.
-¿Y eso?
-Es que viajando por ahí, cada vez que entraba en una venta o en un bar, me tropezaba con un expositor con cintas, o casetes, como quiera llamarlo. Manolo Escobar, Isabel Pantoja, Los Chichos... ¡pero nada de Carnaval! De lo “nuestro” sólo había discos en las tiendas, elepés, de 'Los Beatles de Cádiz', 'Los Beduinos' y 'Play boys'.
-Y entonces se dijo, "aquí hay un filón por explotar".
-Exactamente no fue eso lo primero que pensé. Pero, bueno, no vamos a discutir. Lo cierto es que me empeñé en probar fortuna. Y como no tenía estudios de grabación, contacté con una discográfica de Madrid y le expuse mi idea. Le gustó y quedamos en que enviarían una unidad móvil a los bajos del Pemán, que es donde empezaron a ensayar 'Carnaval'76', de Pedro Romero, y 'La sal de mi tierra', de Requeté y Enrique Villegas.
-Y a partir de aquí, el éxito.
-Qué va. Empezaron los disgustos. La gente de Madrid se rajó. Y el mundo se me vino encima. Reaccioné y me presenté en Sevilla, en los estudios que tenía Josele. Grabamos y, ya con el master bajo el brazo, me fui a Madrid, a una pequeña discográfica, ofreciendo el producto. Nos pusimos de acuerdo y en octubre sacamos al mercado los dos casetes.
-Pelotazo grande, por cierto.
-Dejémoslo en pequeño pelotazo. Pero, sí, veo que puede dar beneficios. Y mi desafío es contratar a las
agrupaciones “punteras” y grabar antes del concurso, para que las casetes estuvieran dispuestas para
su venta al público la misma noche de la final.
-Y se convierte en productor, con estudio propio.
-Sí, hice una gran inversión. Monté unos estudios de grabación muy modernos. Izquierdo Producciones llegó a ser una referencia de los Carnavales de Cádiz. También grabé flamenco, villancicos...
-Ganaría un buen pastón.
-No era oro todo lo que relucía. Mantener los estudios costaba mucho dinero; después había que invertir en carátulas, publicidad, catálogos. Nadie promociona gratis el lanzamiento de unos casetes.
-¿Era duro de pelar en las negociaciones?
-Más bien diría que pequé de ingenuo. A veces, para convencer a algún autor, tenía que soltarle un dinero curioso del que ni la propia agrupación se enteraba. Así que...
-¿Y usted entraba en ese juego?
-Es que si no era así, te amenazaba con llevarse su agrupación a grabar a otro estudio. Independientemente de lo que pagaba por los derechos del repertorio, en el contrato se fijaba el número de casetes que debía de ceder al grupo. Y a más casetes, más beneficios para la agrupación.
-¿Cuántos años se llevó produciendo carnavales?
-Veinticuatro. En este período por Izquierdo Producciones pasaron 511 agrupaciones, lo que supone
que se grabaron 4.088 pasodobles y el mismo número de cuplés.
-¿No ha pensado reeditar?
-¡Noooo! Mire, quedé tan harto del mundo que rodea al Carnaval que estoy deseando liquidar el catálogo. Si pagan lo que creo es justo. Aunque nada me compensará lo que he sufrido con la gente del Carnaval. Salvo excepciones, me hicieron pasar tanto, tanto, que creo que el infierno está aquí...
-Creo que exagera.
-Es que verse acusado por defraudación de los derechos de autor fue muy fuerte. La autoridad irrumpió en mi estudio, buscando no sé qué, como si fuera un estafador. Si quienes presentaron esa denuncia ante la Sociedad General de Autores (SGE) pretendían hacerme sufrir, lo consiguieron. Pero, la prueba de que todo estaba en orden es que la denuncia quedó archivada, sin más trámites, quedando fehacientemente demostrado que en mi empresa no había ni una sola grabación ilegal.
-¿Cuál fue la agrupación que más vendió?
-'Raza mora', y, a una gran distancia, 'Nuestra Andalucía'.
-¿La que más cobró por grabar?
-'La ventolera' (1994). Pagué por sus derechos más de dos millones de pesetas.
-'La ventolera', de Martínez Ares, con quien...
-... Tengo un pleito pendiente. El caso está recurrido ante la Audiencia Provincial. No añado más.
-El Carnaval le persigue.
-Sí. Es como un grano en sálvese la parte...
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